Aquí estamos,
prisioneros de un laberinto que nos fichó cuando éramos pequeños, cuando
nuestros padres, siguiendo las reglas, nos inscribieron en los juzgados.
Posteriormente nos llenaron la cabeza de datos, conforme a un plan de educación
y formación, siempre acondicionado al poder reinante del momento. Una educación
enlatada, que afianzó ciertas bases en nosotros. Todo un sistema orientado a
llevarnos a ser peones útiles de la cadena interminable de colaboradores
forzosos de la “ONG”, llamada Estado. Este, a su vez, servidor de ciertos
individuos que tienen la pasta, que son los que realmente legislan los países,
pues dirigen desde la sombra y condicionan las políticas de los Estados. Una
manera de hacer perder la soberanía a los Estados y a los pueblos que votan caricaturescamente,
como medida para amansar a las fieras, pero que en realidad de poco sirve;
siempre se hará lo que los usureros de la pasta y la explotación quieran.
El 26 J
votaremos, y lo haremos con mayor o menor ilusión, en función de ciertas
coaliciones y perspectivas, pero al final del todo tenemos al techo más
inmediato, en estos momentos, llamado Europa que nos arrodillará como lo hizo
con Grecia. No perdamos de vista que en Grecia se apoyó a Tsipras, tanto en las
elecciones como en un referéndum concreto para manifestarse a favor o en contra
de que se impusieran las medidas de austeridad y crimen social impuestas por
Europa. El pueblo volvió a apoyar a Tsipras, manifestándose en contra de las
reformas de la austeridad, y faltaron cojones para llegar hasta las últimas
consecuencias, según fue la decisión del pueblo. Eso es una burla, un sarcasmo,
reírse en la cara de la gente. No digo que de haber hecho lo que la gente votó
les hubiera ido mejor, quizás no, pero la gente es mayor de edad y ha de asumir
las consecuencias de sus actos: ¡Tsipras, traicionó a su pueblo!, mucho más
honrado, claro y valiente fue Varoufakis; dio la cara ante la Troika, fue
tachado de intransigente, pero defendió sus políticas, las encargadas por el
pueblo griego, y cuando otros miembros del Gobierno empezaron a recular cobardemente,
él dimitió como cualquier persona que se viste por los pies. Este es un ejemplo
de cómo hay poderes ejercidos por gente a la sombra, que en cuestión de dineros
no ceden, imponiendo a unos y a otros lo que tienen que hacer y los márgenes
con que cuentan, porque ellos tienen que seguir especulando mientras otros se
endeudan más y más.
Una clave para
que esto deje de suceder es que los Estados, y ya lo he dicho en muchas
ocasiones, han de llegar a ser autosuficientes, ser productivos, estar industrializados,
para no depender de las subvenciones ni vivir de los dineros de los grandes
grupos inversores. Cuando esto se deje de hacer, esos grupos de poder del
dinero no podrán condicionar la vida de la gente, ni de los políticos, ni de
los Estados. Hay que globalizar un plan de ser productivos sin uso de dinero,
sino con intercambio de productos y reparto de tareas. Que cada país,
dependiendo de los recursos con los que cuenta, se especialice en la
transformación de su materia prima; así en todas las zonas del mundo para
prepararnos para el intercambio de productos finalizados. Eso es globalización
limpia y pura, no lo que hacen e inventan constantemente. Siempre están
pensando las malas mentes en cómo crear nuevas oportunidades para multiplicar
sus fortunas, sin tener en cuenta la salud o el estado de los habitantes del
Planeta, eso les da exactamente igual. Nuestra lucha ha de ser contra esos
poderes a la sombra, y la mejor forma es crear un sistema como el que expongo,
o parecido, que les deje al margen, que no necesitemos de su dinero. ¡Es bien
fácil!
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