El choque de
las palabras, la gente a la defensiva, los turnos para tomarla no se respetan,
nadie es capaz de situarse en el contexto desde donde habla el otro, a la gente
solo le importa lo suyo, ¿No tenéis esta sensación últimamente?
El sol
comienza a dar fuerte y nos debe estar afectando al coco, pues hay que andar
con pies de plomo cuando se trata de decir algo a alguien, la brisa se torna en
vendaval sin motivo aparente. Tienes que dudar entre qué términos utilizar
porque no sabes cómo será acogido por la otra persona. Igual expresas una
simpleza y te encuentras con un tifón que surge de la boca del receptor,
convertido en energúmeno emisor; es así como se forja la agreste y áspera
comunicación. Podríamos definirla como una nueva tipología comunicativa: te
digo bonita, y tú te cagas en mis…
¡Qué lástima!
ni tan siquiera mantener una agradable conversación es posible, con depende qué
personas. Hay miedos y rencores, que hacen que se les disparen las uñas a más
de uno y de una. Hay complejos de inferioridad, tratando todo el tiempo de expresarse
en el sentido contrario, para impresionar al respetable. Hay gentes creyendo
ser los dueños del espacio que nos pertenece a todos, y se ven agredidos cuando
los demás ejercemos el mismo derecho del que están haciendo uso ellos. Es el
ancho del embudo para mí, y el estrecho siempre para ti.
¿Tanto cuesta sonreír
y ser agradable?, ¿Quién no tiene algún vecino que parece cambiar de humor cada
minuto? Lo mismo ríen forzadamente, que te saludan, o al minuto siguiente no lo
hacen. Un día te miran y otro giran el cuello como si fueran la niña del
exorcista. Se puede estar enfermo o enferma y, desde luego, es la única
explicación de estos comportamientos bipolares o tripolares. Hay gente que
parece ofendida por el mundo, que tienen el ceño fruncido y no sonríen para
nada; tienen el color de la piel pálida y la boca arrugada. Se muestran
enfadados y poco dispuestos a dialogar, les cuesta ser sociables cuando no
pueden salir de la sociedad. Solo les queda encerrarse en sus casas todo el día
sin ver a nadie, pero se estarían perdiendo una gran parte de la vida, porque
en ella estamos todos.
Estoy
abordando este tema de las relaciones porque, últimamente, observo como se ha
acentuado la negatividad de algunos, el cerrarse de otros, el enfermar de
algunos, y mucho de ello relacionado con unos comportamientos defensivos
impropios de los seres humanos. No sé si se deberá a la cantidad de información
negativa que nos llega, al destape de las cloacas sociales, políticas, financieras,
etc., o a los cambios continuados de la climatología. Lo cierto es que dialogar
se está haciendo un caballo de batalla, duro de pelar en determinadas
ocasiones, que están resultando más frecuentes de lo que sería deseable. ¿Le
sucede a usted lo mismo en su entorno cercano?
Hagamos uso de
la famosa cita: “A mal tiempo, buena cara”. Afrontemos lo que venga con
esperanza y dispuestos a vivir lo que tenga que ser, pues no hay otra. No nos
derrumbemos ni nos venzamos, miremos hacia delante con optimismo, seguro que
hay caminos que transitar, hagámoslo con alegría, con positividad y demos una
oportunidad al amor. Tengamos mucha paciencia y no dejemos de caminar: ¡mañana
será otro día!
No hay comentarios:
Publicar un comentario