Ayer hablaba
con la hija de un amigo, es diplomada en empresariales, en paro actualmente y
me refería que el trabajo que le salía era de mala calidad: muchas horas de
trabajo, salarios muy bajos, en algunos casos sin darle de alta por todas las
horas trabajadas y por lo general temporales. Suplir a una persona enferma,
suplir vacaciones, o bien por ser una época de compras, como es la Navidad.
Esta chica continuaba diciendo que en esa situación no veía el momento en el
que pudiera independizarse de sus padres, salir de su casa, alquilar alguna
vivienda y poder hacer su vida al margen de las de sus progenitores.
Seguramente,
en el seno de todas las familias tenemos jóvenes en estas condiciones, con sus
estudios finalizados, deseosos de encontrar un trabajo que les proporcione algo
de estabilidad para poder construir su futuro, su familia, comprar o alquilar
una vivienda y comenzar su vida en solitario o acompañados de sus parejas. Los
jóvenes quieren como todo el mundo hemos hecho, sobre todo los más mayores que
nos encontramos una situación laboral diferente, en la que encontrabas un
trabajo más fácilmente y de mayor calidad que en la actualidad, que además te
duraba para toda la vida; tener las mismas oportunidades que nosotros tuvimos y
poder, como decía, soñar con un futuro más o menos cierto. Ellos también desean
formar una familia, tener hijos y poder darles lo que necesiten y, para ello,
es imprescindible que la situación de explotación o de trabajo-pobreza, cambien.
Hoy en día, con los salarios actuales, no es que tengan que trabajar los dos
miembros de la pareja, sino que va a ser necesario que tengan dos trabajos cada
uno; o sea, vivir para trabajar y la conciliación trabajo-familia ya hace unos
años que saltó por los aires. Hoy en día trabajando se es pobre, pobre de no
tener dinero suficiente para pagar los servicios básicos y poder comer. Cada
día hay más testimonios en radio y televisión de familias, que teniendo trabajo
tienen que acudir a comedores sociales porque el dinero no les llega. Esto es
una realidad al mismo tiempo que una vergüenza para la sociedad, y muy
especialmente para nuestros políticos, los que están y los anteriores, pues
entre todos ellos nos han llevado a la situación de precariedad actual. No han
sabido reaccionar a tiempo, no supieron realizar un proyecto de sociedad
autosuficiente, no industrializaron el país entretenidos con la buena marcha
del turismo y amparados en las exportaciones; sin tener una visión de futuro
más centrada en el progreso y la investigación. Han dejado escapar a cantidad
de jóvenes muy preparados, a quienes les hemos pagado toda su formación y se
fueron ante la falta de expectativas en España, siendo aprovechados y rentando
para otros países que se han encontrado a técnicos e investigadores sin haberse
gastado ni un euro en su formación, que la pagamos nosotros.
Llegados a
este punto habría que preguntarse: ¿cuál es el futuro de país que nos va a
quedar, si los que debieran y tienen poder para ello no lo han cuidado? Ya
deberían haberse dado cuenta que con el sistema de austeridad impuesto por
Europa, la gente retrae el gasto y la inversión. Nadie se siente seguro para
emplear su dinero, todos miran por él, nadie se compromete a firmar letras para
pagar nada a plazos, puesto que desconoce el momento en el que perderán el
trabajo. No hay seguridad laboral, han querido asemejarnos a los EEUU,
facilitando el despido casi libre, casi sin costos, para que el empleo rote
más, pero lo que se necesita son más puestos de trabajo y unos sueldos más
dignos, verán como la economía se recupera en cuanto la gente comience a
consumir, pero si cierran el grifo de los ingresos, se fabricará pero no se
consumirá… el empresario tendrá que cerrar y el desempleo aumentará. Ya sé… los
de la Moncloa y el Congreso seguirán cobrando sus sueldos, pero ellos solos no
mueven el país… hasta ahora, más bien, lo que han movido son las cuentas en
paraísos fiscales y poco más.