La democracia
no puede ser buena, cuando sirve para que lo que quiere una mayoría se le
imponga a una minoría, al menos no lo es, desde el punto de vista de la
libertad de las personas. La inteligencia tendría que valernos para vivir sin
normas, al menos, impuestas por unos pocos. Sería diferente que nosotros acordáramos
vivir de un modo determinado, que es lo que ya está vigente, pero repito, eso
es bien visto por esos que lo acuerdan, no siendo así para aquellos otros que
no se ven especialmente motivados como para someterse.
La democracia
política nos la han vendido como el sistema menos malo para gobernar un país,
pero posteriormente no nos regimos por una democracia, puesto que tienen cabida
los pactos, y de esa manera pervierten lo que la ciudadanía ha decidido en las
urnas. De ese modo se callan voces elegidas por nosotros, que deberían estar en
el Gobierno que se compusiera. Sin embargo, son tan pocos demócratas y saben
tan poco de hacer política, que la pluralidad salida de las urnas las suelen
llamar: ingobernable, y buscan desesperadamente el poder a través de configurar
una mayoría absoluta. Esta es la prueba de que no saben y no quieren hacer política,
sino imponer. Quieren lo fácil, el ordeno y mando, y ustedes obedecen o les
sancionamos. Esto lo hacen hasta los niños chicos en sus juegos, tratando de
destacar entre sus compañeros, queriendo dictar las normas del juego y tratando
de que los demás niños las acaten, si no se enfadan.
Debe ser que
la democracia en España es muy joven, como dicen algunos, aunque yo no me
explico cuántas decenas de años necesitamos para aprender algo que se puede
razonar tan fácilmente. El caso es que son cuarenta años de diferentes
Gobiernos, que han pasado mucho tiempo tramando vueltas y revueltas que nunca
se debieron transitar, en forma de negocios ajenos a lo público y legislando
para blindar el sistema de privilegios de los políticos, al mismo tiempo que se
ha ido olvidando el auténtico sentido de la política, gobernar, el bienestar
general, etc.; que ha supuesto un cierto caos y desencanto por estas materias.
La ciudadanía está interesada por la vida política porque está escandalizada
por el nivel de corrupción adquirido dentro del ámbito político, pero en ningún
modo vive la política como algo suyo y necesario para regirnos ordenadamente
hacia la felicidad de una población.
Todos
comprendemos que los políticos se venden a estamentos de poder ajenos a los que
se votan en las elecciones, pero no todos nos resignamos a que esto siga siendo
así. Este es el motivo de estas letras y estos pensamientos o reflexiones. Me
niego a ser una oveja del rebaño manso, que tiene que aceptar y someterse a las
leyes injustas de una gente indigna y corrupta. Hay que remodelar todo el
sistema y acondicionarlo a las necesidades y exigencias de la ciudadanía, no a
la de los poderosos. Ellos sin nosotros no son nada, nos necesitan para ejercer
el pretendido poder. Son poderosos en la medida en que tienen súbditos a los
que someter, y a la vez se pueden comparar con una clase más débil y más pobre.
Solo así se pueden sentir poderosos, pero es nuestra obligación luchar por el
cambio de nuestra sociedad, para que no existan esas desigualdades propiciadas y
programadas. No hay forma de hacerlo sin que nos unamos para formar una fuerza
ciudadana potente, que contrarreste la falsa democracia con la que tratan de
amansarnos. Tienen que dejar de engañarnos y robarnos de una vez por todas.
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