Nuestro cuerpo tiene una programación inicial que es
mantenerse sano, y siempre que le sea posible se restablecerá de la enfermedad
que padezca, pero para ello tiene que poder funcionar en las mejores
condiciones. Hoy en día somos dependientes de los médicos y de las medicinas
para acallar los síntomas de las enfermedades, esas quejas que se hacen
palpables para avisarnos de que algo no va bien. La gente acude a las consultas
de los ambulatorios con mayor frecuencia de la que sería deseable, y toma
cantidad de medicinas de todo tipo; aunque haya algunas que son las más
frecuentes: los antiácidos, los antiinflamatorios, los analgésicos, los
antidepresivos, las pastillas para bajar el colesterol o los medicamentos para
estabilizar la tensión sanguínea. En cualquier hogar hay cajas de estas
medicinas y algunos habitantes de dichos hogares, que son consumidores de
algunos medicamentos como los citados.
Muchos de nuestros males tienen su punto de partida en los
malos hábitos sociales y comensales. Estamos utilizando a diario cantidad de
preparados alimenticios adulterados con cantidad de sustancias añadidas ajenas
al alimento en sí. Comemos casi todos los días sin orden ni concierto,
alimentos que se exceden en grasas saturadas o azucares, además de llevar
muchos de esos aditivos nocivos para la salud e innecesarios para vivir. La
industria alimentaria añade cantidad de sustancias a sus preparados, utiliza:
grasas, colorantes, acidulantes, saborizantes, azucares, “E” de todo tipo como
podemos leer en sus etiquetas que van a parar a nuestros cuerpos, produciendo
toxicidad que posteriormente nos acarrean enfermedades por interferir en esa
respuesta natural del cuerpo para sanar.
Nuestro cuerpo ha de estar lo más limpio posible de acumulos
inservibles y para ello debemos estar atentos a lo que ingerimos, que debieran
ser alimentos sanos y fáciles de digerir. Las carnes, las grasas, los fritos y
los dulces son un grupo un tanto peligroso para nuestro organismo y nos deberíamos
guardar de tomarlo con la frecuencia que se viene haciendo, pues causa muchos problemas
digestivos y de acidez, además de dejar cantidad de depósitos en nuestro
organismo. Sin embargo, deberíamos incluir muchas verduras cocinadas al vapor,
poco hechas o crudas si es posible en ensaladas; también muchas más frutas,
algunos frutos secos, principalmente, almendras y nueces, así como beber mucha
más agua.
Dos cosas más: elegir vivir un estilo de vida más relajado, complicándonos
la vida menos, evitando los enfados, las riñas, alterarnos, ponernos nerviosos,
excesos con el alcohol, el tabaco o la nocturnidad; y por otro lado, ser menos
sedentarios, salir cada día a andar, ir al gimnasio, montar en bicicleta, etc.,
dar movimiento a nuestro cuerpo, que se oxigene con el ejercicio aeróbico, lo
que nos mantendrá más vitales y nos sentiremos más jóvenes. En resumen, si
ustedes ven lo que se ha expuesto se sostiene sobre tres puntales claves:
alimentación, saber estar y hacer ejercicio. Si conseguimos vivir cuidando
estos tres extremos vamos a vivir mejor, con más salud y, por tanto, con menos
enfermedades, recurriendo menos a los médicos y a las medicinas que tantos
efectos secundarios tienen todas ellas. Cada uno de nosotros decide en cada
momento con sus actos cómo quiere vivir y, seguramente, está sentenciando cuál
será su calidad de vida dentro de pocos años.
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