Muchos no se han dado cuenta que
tenemos que formar una unidad y construir desde ella. Esto es aplicable a la
política como normas de convivencia que nos hemos dado. Hacer política es el
arte de consensuar las normas o leyes por las que nos debemos regir socialmente.
Indudablemente, el acuerdo que se extraiga de hacer política, tiene que ser el
que mejor garantice una vida digna, exitosa y feliz a una población. Por esto,
el objetivo ha de estar muy por encima de la propia ideología de partido y mucho
más que los propios intereses de cada partido político. El conjunto de la gente
y su bienestar tiene prioridad y debería ser motivo de cada debate político.
Solo actuando así, cediendo el paso a la ciudadanía, atendiendo sus peticiones
y solventando sus problemas sin menoscabar los recursos públicos, gestionando
con honestidad y honradez, destinando cada euro público al pago justo de los
servicios necesarios; estaremos haciendo la mejor política que espera la
ciudadanía de sus políticos.
La gente sensata seguimos a la
espera de que los elegidos en las urnas actúen, de una vez por todas, tal como
he descrito. La lucha de poder y por conseguir votos es una batalla constante
de descalificaciones de los unos hacia los otros, que nada produce para el bien
de la población… solo pasa el tiempo y los problemas siguen ahí. No sé si me
hago comprender o si me explico lo suficiente como para que se me entienda. Más
que una idea es un sentimiento y, cuando se tiene, es imposible alejarse o
traicionarlo. Todos somos lo mismo, la misma energía de vida y transitamos esta
existencia para lograr vivir todos cada día mejor. Si somos inteligentes lo
conseguiremos, de lo contrario, transcurrirán más años de sufrimiento que nos
podríamos haber evitado. No poderse ver con alguien no lleva a nada positivo
para ninguno de los dos y, tampoco, para el conjunto de la ciudadanía. Debemos
estar por encima de ello, hay que saber empujar cuando sea preciso y ceder
cuando, igualmente, se necesite. Todo no es cuestión de protagonismo, sino más
bien nada es cuestión de él. Hay que trabajar en equipo, hay que poner a
trabajar todas las ideas posibles, para desde la diversidad crear algo nuevo y
bueno para todos.
La situación actual es convulsa:
C’s no congenia con PODEMOS, el nuevo PSOE quiere ser otra vez de izquierda
pero le da miedo actuar como si lo fuera. El PP no casa con nadie porque se ha
dedicado muchos años a ignorar a los demás e imponer solo lo que quería él. Las
demás son fuerzas pequeñas, muletillas de unos y otros en momentos
determinados. A pesar de que sean fuerzas pequeñas pueden tener grandes ideas,
hay que escucharles con verdadero interés y atención. Hay que tener en cuenta
sus propuestas y entre todos mejorarlas por el bien de los españoles, si es que
han aprendido algo. Hace falta, en primer lugar, que todos reconozcan a la
ciudadanía como soberana y trabajen para ella, algo que ahora no está
sucediendo salvo en contadas ocasiones. El mensaje de cada partido ha de
cambiar, se ha de “dulcificar” cuando se dirija a los demás, es necesario que
esto suceda. Llámense la atención cuando crean que otros se están desviando del
objetivo: crear una sociedad mejor, que progresa, que es más justa, con mejor
reparto de la riqueza, en la que podamos trabajar todos, en la que ganemos un
salario digno y tengamos los mejores servicios públicos. El tono ha de ser: “amigo,
no te desvíes que con eso emporamos la situación de la gente”, dicho con todo
el respeto.
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