El Sábado estuve en la estación
de autobuses del Prado de San Sebastián de Sevilla, y mientras esperaba poder
subir al autobús correspondiente, una pantalla pasaba anuncios publicitarios.
Justo cuando más autobuses llegaban y se situaban en sus respectivos andenes,
pasan, por casualidad, un anuncio que decía “Salvemos el Ártico”, lanzaba
mensajes tales como: “Si el Ártico se descongela se acabará la vida como la conoces”.
En definitiva, hacían un llamamiento para que todos nos implicáramos y modificáramos
nuestros hábitos contaminantes, para preservar el medio ambiente. En ese mismo
instante me doy cuenta que casi todos los autobuses estacionados tienen el
motor en marcha y se respiran sus gases en toda la estación. Igual hubo
autobuses que se llevaron quince minutos con los motores funcionando sin
moverse para ningún lugar, contaminando la estación y haciendo que todos los
pasajeros estuviéramos respirando aire viciado, impuro y peligroso. Todo ello
se daba al mismo tiempo que alguien, un responsable de la estación, permitía
que se difundiera un mensaje de no contaminar para preservar el Planeta, cuidar
para que no se diera el cambio climático y no se produjera el deshielo del
Ártico… ¡perfecto, qué incongruencia!
Todo esto de los mensajes y
tratar de concienciar a la población está muy bien, pero parece que dirigen los
mensajes hacia nosotros como si nos hicieran los verdaderos responsables de
todo lo que sucede aquí. Ya nos hicieron los responsables de la crisis económica,
¿recuerdan cuando dijeron que la crisis era el resultado de haber vivido por
encima de nuestras posibilidades? Ahora, con el cambio climático ocurre otro
tanto de lo mismo, la industria petrolera que vende un producto contaminante es
la Virgen de Lourdes. Todas las compañías estas, que perforan el Planeta como
si fuera un queso Gruyere, son la Santísima trinidad, que por cierto, ahora
quieren terminar con el Ártico porque saben que hay grandes reservas de crudo
bajo su suelo helado. También las industrias del mundo desarrollado, mal
controladas y grandes compañías que vierten millones de toneladas de sustancias
nocivas y peligrosas, son cuidadas por las autoridades… no vaya a ser que se
enfaden y se quieran deslocalizar a algún lugar donde la legislación sea más
blanda, lo cual es equivalente a decir: más criminal para con las personas y
con el Planeta. Tampoco vamos a dejar fuera de todo este maremágnum a los
políticos que con su vista gorda no hacen las leyes adecuadas para terminar con
el problema. Y, por supuesto, no vamos a sacar del saco de culpables a los
constructores de coches, que existiendo tecnología más que probada no fabrican,
solo y exclusivamente, vehículos que se propulsen con energías limpias o
alternativas a los combustibles fósiles.
Alguien dijo que la mejor defensa
era un buen ataque, y las autoridades se lo han tomado al pie de la letra. La
responsabilidad es suya principalmente, pues son ellos los que tienen las armas
legales para modificar el curso de los acontecimientos, pero como son cobardes
no se atreven a apretarles a las grandes compañías que más contaminan, o que
venden y producen sustancias que, igualmente, son nocivas y ayudan a aumentar
la polución. Son ellos los que deben trabajar para preservar los ecosistemas y
nosotros colaborar para conseguirlo.
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