Un poco de acción en la vida
política no está mal, ya nos aburríamos, íbamos de caso de corrupción en caso
de corrupción, y para una vez que había que hacer política, algunos se amparan
en el TC, como el que se defiende azuzando los perros contra los enemigos. No
vale decir que no se pueden hacer ciertas cosas porque no son legales, puesto
que la conveniencia de los que han gobernado ha modelado, al mismo tiempo, el
sistema para que se pueda hacer lo que a ellos le conviene y no lo que puedan
querer los demás. Ellos hacen las leyes y, por supuesto, están en vigor las que
les interesan para sus objetivos: sacar buena tajada de su legislatura en todas
direcciones y parar los pies a cualquier reacción molesta y reivindicadora de
derechos, por parte de la ciudadanía. Todo está muy estudiado y calculado, no
olvidemos que han tenido cuarenta años para gestar el sistema. Como tampoco
podemos olvidar que hay dos principales responsables de las condiciones
actuales, de las carencias, de la facilidad con la que nos han robado, y de la
cantidad de miles de millones de todos que los del PSOE y los del PP han
regalado, con unos intereses muy claros: ayudar a los que después les acogen,
al final de su vida política, en sus consejos de administración. Esto es lo que
hay, lo han hecho y lo siguen haciendo a plena luz del día.
¿Dónde están los mecanismos
inmediatos que deberíamos tener la ciudadanía para acabar con este latrocinio
continuado? No existen, nos dicen que la próxima vez votemos a otros, o sea,
que tenemos que esperar cuatro años para votar a otros que se encuentran el
pastel de frente, con su nata por encima y sus velitas de bienvenida encendidas
y un grupo de gente que nadie ha votado aplaudiéndoles, a la vez que comienzan
a susurrarles algo al oído. A ver quién se atreve a decir que el pastel está
podrido y lo arroja al cubo de la basura, haciendo borrón y cuenta nueva.
Porque el sistema está tan corrompido y manipulado o teledirigido, que habría
que forjarlo de nuevo, con nuevas leyes propuestas por gente diferente: honesta
y más humana, que piense en la gente, en sus problemas y en la manera de darle
soluciones. Personas dispuestas a denunciar públicamente a todos aquellos que
se acerquen con la intención de corromperles y sacar partido de adjudicaciones,
gente que propongan chanchullos a cambio de dinero negro, etc. Hasta que no
llegue ese momento la balsa de mierda, llamada vida política española, seguirá atufando,
contaminando y pervirtiendo todo lo que caiga en sus manos… como viene
haciendo, porque no son casos aislados de corrupción, no son unas manzanas
podridas sino un cesto completo en pleno proceso de descomposición.
Lo lamentable de todo esto es que
el tiempo pasa y cantidades ingentes de dinero se malversan, cuando podrían ser
invertidas en mejorar nuestros servicios públicos. La ética de nuestros
políticos no permite que se llegue a hacer una gestión digna y honrada de los
recursos públicos. Empobrecen a la ciudadanía para enriquecer a una minoría, y
no es hablar por hablar, según los últimos datos durante el periodo de estafa,
llamada crisis, han aumentado el número de ricos, al mismo tiempo que la
situación generalizada del pueblo español es más deprimente: precariedad laboral,
temporalidad, paro, poco más de un millón de familia sin ingresos y con todos
sus miembros en paro, bajada paulatina y continuada de salarios, pérdida de
poder adquisitivo de todos los trabajadores y pensionistas. Al mismo tiempo que
esto sucede, los precios de todos los productos básicos: alimentos,
medicamentos, combustible, electricidad y gas no dejan de subir, o al menos no
han bajado al mismo ritmo que los sueldos.
Hay motivos más que suficientes
que justifican que debemos forjar un nuevo sistema basado en la honestidad, en
la ética y en la verdad. A los que un sistema así no le parezca lo
suficientemente atrayente, que no vengan a la política, que sigan en sus
anteriores empleos… si los tenían.
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