La palabra destrozar, a primera
vista, tiene una connotación negativa, pero si consideramos que casi siempre
hace falta eliminar lo anterior para dar paso a lo nuevo, tal vez, veamos
normal que tengamos que destrozar primero para sanear, despejar el terreno y
prepararlo para recibir los nuevos elementos constructivos. Esto se entiende
bien cuando nos referimos al ámbito de la construcción, pero qué sucede cuando
se trate de implantar un sistema nuevo del orden que sea: laboral, social,
territorial, vecinal, etc.; hay parte de lo existente que puede ser
aprovechable y el resto habrá que reducirlo al máximo para eliminarlo. Ese
reducirlo al máximo para facilitar su reemplazamiento, bien podría ser un acto
de destrozar. Además, sin este acto no hay renovación, porque lo viejo estaría
continuamente chocando y entrometiéndose con lo que se proyecte hacer.
Ahora tenemos más definido el
sentido de la acción de destrozar y ya no lo consideramos tan negativo sino
todo lo contrario, es un ingrediente necesario para voltear las cosas o las
situaciones. Tengo que confesaros que estoy poniéndome a prueba, abro un
diccionario por cualquier página al azar y la primera palabra que vea ha de ser
el objeto de mi escrito. Es la segunda vez que lo hago hoy, esta mañana me
salió la palabra fruta y colgué en mi blog todo eso sobre la alimentación, las
frutas, las cámaras de frío para su conservación o los alimentos basados en
sustancias que emulan a ingredientes naturales. En este caso, como podéis
suponer, la palabra que primero abordó mi vista ha sido el verbo: “destrozar”,
que como su significado indica es la acción de despedazar, romper o hacer
trozos. También se contemplan otras acepciones: causar un gran daño moral,
estropear, maltratar o deteriorar.
Destrozar, no se ha de limitar forzosamente
a materiales físicos que se rompen, aunque también, sino que se puede usar en
un contexto más anímico, como diciendo el estado por el que pasa alguien que
haya recibido una mala noticia, haya fallecido un familiar o amigo, haya sido
despedido de su trabajo y, en general, cualquier situación inesperada, no
lógica, sentimental, emocional, que de algún modo te hace daño hasta el punto
de dejarte realmente mal. En esos momentos se dice: “estoy destrozado”, ¿no es
cierto? Te deja tu novio o novia y te sientes como estamos tratando de plasmar,
como se dice normalmente: sin ganas de nada, no quieres seguir viviendo.
Ya creo que he superado mi
ejercicio, ahora vamos a darle una patada a la palabra destrozar y vamos a
superar todas las adversidades. Ninguna va a poder con nosotros, porque tenemos
algo que casi nadie valora lo suficiente: la capacidad de imaginar, proyectar,
ilusionarnos con nuestra idea y escribir nuevas páginas de nuestras vidas que
hasta entonces estaban en blanco. Aprovechemos cada uno de los contratiempos
porque son nuevas oportunidades para hacernos más fuertes. No nos rindamos
nunca y creámonos lo que somos o cómo nos sentimos. Yo soy escritor, pero ¿soy
escritor porque alguien ha venido a decírmelo?, claro que no, soy escritor
porque, lo haga mejor o peor, me gusta comunicar por este medio, es un hobby y,
a veces, una buena oportunidad para darme cuenta de cosas, para estar presente
y reflexionar; pero, sobre todo, soy escritor porque he publicado doce libros.
No obstante, cuando comencé era escritor y aún no había publicado, porque me
sentía escritor, me gusto como escritor y eso nadie puede arrebatármelo. Te
cuento esto porque igual que yo, tú puedes ser lo que tú quieras, porque no es
algo que nos conceda nadie ni que tenga que aprobar, nos bastamos por nosotros
mismos. Dibuja, imagínate, y “escribe” las páginas blancas del libro de tu
vida. Vive como quieras y ser feliz, eso es lo más importante. No esperes que
esto venga nadie a ofrecértelo. Soy tal, creo en mí, pongo mi energía en ello y
ya es… así de fácil. No hay nada que comparar, porque cada uno es auténtico,
genuino, original. Si lo pones a prueba, en unos segundos eres quien quieras
ser.
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