Imagen: http://saludologia.com
Anoche a las doce, se comenzaron
a escuchar explosiones de diferentes intensidades. A esa hora suelo estar
acostado casi todos los días, pero casualmente había echado un rato en Twitter
y no estaba en la cama. En otras ocasiones me ha cogido dormido y las explosiones
me han hecho despertar de un sobresalto, agitado, etc. No digo que esto sea
corriente o frecuente donde vivo, salvo en las épocas en que casi todo el mundo
se siente con la libertad de pisar la libertad de los demás que quieran descansar.
El mundo de la pirotecnia tiene el problema de las explosiones, porque alteran
a enfermos, a niños, a animales y a todos los que deseamos vivir en paz, donde
prevalezca más el silencio que los ruidos. Algunos productos se elevan con un
leve silbido y se abre en miles de colores y formas muy hermosas, y creo que
los hay que no detonan, que no hacen ruido salvo el leve silbido cuando se
eleva… algo tolerable para que aquellos a los que les guste los fuegos
artificiales puedan disfrutar de ellos y, también, los comerciantes y
productores de estos artículos puedan seguir comiendo; pero producir esos
mismos productos con explosiones, debería ser prohibido.
Estamos finalizando el verano
como quien dice, y en las próximas fiestas, las Navidades, muchos aprovechan
para tomarse la libertad de molestar a todo hijo de vecino. Los padres
insensatos les compran a sus hijos una buena cantidad de productos pirotécnicos,
que los hijos ya se encargan, a veces a horas bastante intempestivas, hacérselo
saber a sus vecinos. Se oyen explosiones por la mañana, al mediodía, por la
tarde y, por supuesto, por la noche… los más temidos, pues es en esos momentos
cuando lanzan los que se elevan más, los que hacen figuras más coloridas y
bellas, pero son también los más ruidosos. Me pregunto: qué derecho tienen de
darnos sobresaltos a los demás, de introducir en todas las viviendas el
estruendo de su pasatiempo y diversión. No entiendo cómo las autoridades no
regulan esta actividad para que no sea ruidosa, porque a nadie creo le gusta el
ambiente bélico que simulan las repetidas explosiones. Por qué los demás tenemos
que escuchar lo que ni nos va ni nos viene, y esto sin entrar en las horas, que
como dije antes, perturban el descanso de las personas. Siempre que esto sucede
me acuerdo de Valencia y sus fallas, de la afición que tienen por allí a las
tracas, esas explosiones encadenadas y seguidas… ¡qué horror!, eso es para
morir de un infarto.
Tenemos que aprender mucho más,
debemos recibir una educación bastante más efectiva, pero sobretodo, debemos
cultivar más nuestro crecimiento interior que es el que nos lleva a acrecentar
nuestra conciencia. Cuando esto sucede, en nuestra vida, en nuestra cabeza y en
nuestro corazón tienen cabida los demás. Pensamos más en los demás, tenemos muy
en cuenta que nuestros actos no afecten negativamente a los demás. Nos importan
los demás y su bienestar. Amamos a los demás y, por tanto, les respetamos mucho
más y no nos permitimos ciertas cosas como la que hoy me ha hecho escribir.
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