Toda la atención de la ciudadanía
española con el problema catalán, como no puede ser de otra forma. El
inmovilismo trae estas consecuencias, uno se empecina en hacer una cosa y el
otro en prohibirla. Uno se salta la ley, el otro no le da la gana cambiarla
para poder permitir el referéndum que piden los catalanes. Ya lo dijo Gandhi:
Ante la imposición de leyes injustas… desobediencia civil. Lo contrario es
estar todo el día agachando la cabeza, tenga el otro, o no, razón.
La situación se encrespa por
momentos y, cantidad de personas se manifiestan en las calles frente a Instituciones,
pidiendo la libertad de los políticos apresados, como si estuviéramos viviendo
un pasaje de la vida prebélica del 36. Es feo el panorama, es tosco y no va a
resultar nada bueno de todo ello, más gente con sentimientos independentistas,
más personas enfurecidas, indignadas y con ganas de venganza de algún tipo. Por
tanto, que nadie espere que de las “magnificas” actuaciones ordenadas por el
Gobierno del PP, se va a derivar una reconciliación o una fraternidad entre
pueblos… nada más lejos de la realidad. Afortunadamente, hay ciertos políticos
con cabeza ejerciendo la contención de las masas, alentando y animando a
mantener la calma y el sosiego, a pesar de la delicada situación, la mancilla y
la violación de las normas democráticas.
Desde un principio no se ha
actuado convenientemente, un problema político se ha dejado, sobretodo, por
parte del Gobierno central, que se enquiste durante años en los que no han
querido oír ni hablar del término referéndum… la palabra prohibida. El problema
político se ha de abordar con política, o como dijo hace unas noches Manuela
Carmena: un problema de democracia hay que solucionarlo con más democracia. No
se puede dejar los asuntos hasta que la gangrena es peligrosa para la vida de
la persona, hay que intervenir, limpiar, desinfectar y poner el tratamiento
adecuado. En el caso del deseo de los catalanes de poder decidir su futuro,
como adultos que somos, no necesitamos que nos tutelen políticos indecentes,
como ya han demostrado, ¿nos vamos a deber a los dictados de corruptos que se
han llevado, media legislatura o tres cuartos de ella, fuera de la ley? Para
exigir cumplimiento y una conducta recta, la del Gobierno debió ser ejemplar…
nada más alejado de la realidad. Sin embargo, los fiscales no se han dado
patadas en el culo corriendo para acusarlos, juzgarlos, detenerlos, etc., como
ahora sí hacen con los políticos catalanes. Una vez más, los españoles tenemos
que soportar las diferentes varas de medir de la justicia española sometida al
mando de un Gobierno con varios Ministros reprobados, un Presidente parapetado
por todos los órganos de la judicatura española que le aseguran la total
impunidad de sus responsabilidades como puesto más alto de un partido imputado
por financiación ilegal o de un Gobierno que se salta la ley, como cuando hizo
la famosa amnistía anti constitucional. O sea, que si el Govern catalán se ha
saltado la ley, el Gobierno del PP lo ha hecho en multitud de veces y ni los
jueces y fiscales ni los cuerpos de seguridad han actuado con la contundencia
que lo hacen hoy en Cataluña. Una vez más: Todos no somos iguales ante la ley.
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