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En los hospitales suceden cosas
extrañas o ilógicas, son incapaces de servir una dieta completa para una
persona que sea intolerante a la lactosa, a lo más que llegan es a poner a su
disposición la leche sin lactosa del desayuno o de la merienda. Al mismo tiempo
le ofrecen dulces con lactosa y el resto de las raciones son normales. Si pides
que te calienten la leche sin lactosa, que viene directamente de un frigorífico,
dicen que no pueden hacerlo ya que no tienen ningún aparato para calentarla.
Otro tema que chirría son los
medicamentos, siempre hay varios medicamentos de los tratamientos habituales de
los enfermos que los hospitales no les suministran, aunque los centros de salud
los recetan, los hospitales no los tienen ni los piensan tener y te invitan a
traerlos tú, si quieres que tu familiar enfermo o enferma, lo siga tomando… y
se quedan tan frescos. Igualmente, las toallas húmedas para la limpieza e
higiene de los enfermos que no se pueden levantar de las camas, no las tienen,
te las piden a ti para que lleves el paquete. A pesar de ello cuando limpian a
tu familiar, le hace el limpiado del gato, un pase rápido y cuando se marchan,
siguen cagados, sucios y malolientes… ¡esto es una pena y una asquerosidad!
Para continuar con el trato dispensado a las personas ingresadas, diré que estas
personas tienen que estar pidiendo a los auxiliares que les bañen, porque se
pasa la semana y no saben lo que es que el agua recorra sus cuerpos… ¡la
higiene en los centros hospitalarios deja mucho que desear!
Si llegan fechas como la Semana
Santa, que acaba de transcurrir, se reduce el personal, ¿por qué?, que entren
sustitutos. Se forma el caos, es como el título del programa de Buenafuente y
Berto Romero en la Cadena Ser, los sábados a las 13h: “Nadie sabe nada”, lo
mismo pero en vivo y en directo en el hospital. Vas a preguntar por algo
relativo al historial de tu madre y como los médicos no aparecen y el caos
persiste, por ejemplo: han errado en el tipo de comida, lo reclamas diez veces
y no saben explicarte por qué motivo le han cambiado a tu madre el plan de
comida. Preguntas si de madrugada vino algún médico a cambiarla, puesto que
anoche era otro tipo de dieta, y te dicen que no, que no vino ningún médico,
pero no saben explicar cómo se ha modificado la dieta de la noche a la mañana…
¡un caos absoluto! Los enfermos siguen en sus camas y los días se suceden,
están a la espera de que les hagan ciertas pruebas, pero como no hay personal
suficiente, todas se retrasan se dejan para la siguiente semana.
Las habitaciones, antes de dos
camas, porque no tienen cabida para más, se han convertido en habitaciones para
tres enfermos y no hay quien se mueva. Dar la vuelta a la mesita de noche, llamémosle
así, que como saben por un lado tiene esa tabla que se puede desplegar para
reposar la bandeja de la comida, pero que por otro lado tiene un cajón y una
puerta abajo para meter las zapatillas, unas toallas o lo que necesites
guardar, te obliga a girar la mesita, algo que es imposible si no andas
moviendo la cama y empujando la mesita de la enferma de al lado, una molestia
innecesaria.
Si tocas el timbre de llamada y
es una hora en la que están sirviendo las comidas, es que no vienen ni a tiros.
A lo sumo, si vuelves a pulsar la llamada, pueden asomarse a la puerta y decir
que hay que esperar que ahora no pueden atender porque están repartiendo las
comidas. Posteriormente, a tu familiar le toca que le den la bandeja y se la
traen y todo, además pretenderán que se ponga a comer, ignorando que los orines
le llegan a media espalda.
Por último, hay dos celadoras que
pasan por las habitaciones para levantar a las personas que los médicos han
decidido es lo más recomendable para su evolución médica. He podido comprobar
que son profesionales de quitarles la idea de que se levanten, entran diciendo
si no tiene ganas no se levante porque tendrá que aguantar varias horas en el
sillón, pues ellas son las únicas que están para levantar personas en todo el hospital
y no podrán volver cuando ya no quiera estar sentada por más tiempo. Lo repiten
varias veces y se dan media vuelta sin cumplir las recomendaciones médicas. A
mi familiar se lo hicieron un par de veces, pero ya no les dejo que salgan con
las suyas, ya les obligo a que la levanten cada día. Hace varios días, las dos
celadoras coincidieron con la enfermera en la habitación y presencié una
discusión en la que se impuso el criterio de la enfermera, tuvo que decirle que
hablándole así a las enfermas les quitaba las ganas de levantarse, pero que era
necesario que se levantaran. Las celadoras porfiaron un poco para no levantar a
las enfermas y la enfermera les obligó, al final no tuvieron más remedio que
acceder, incluso se suavizaron.
Lo expuesto, lo estoy viviendo de
primera mano y en directo, esta es la situación real en el Hospital
Universitario Virgen Macarena de Sevilla, doy fe de ello. Por eso, tengo
motivos más que suficiente para acordarme de M. Rajoy y sus recortes, cada día.
Los recortes han empeorado el trato hacia los enfermos y enfermas andaluces, la
calidad del servicio se ha agravado y la sanidad es menos satisfactoria en su
conjunto.
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