En todo hay normas, hasta para
poder matar. Si el Estado sirio mata con proyectiles, EEUU no tiene nada que
decir, pero si lo hace con armas químicas, que no digo que tengan que ser
legales pues estoy en contra de toda la utilización de las armas, mete las
narices y se suma a la matanza, porque bombardear, sea por el motivo que sea,
acarreará más muertes. La guerra en Siria creo que lleva unos seis años, con
muchos miles de muertos, con millones de exiliados y con casi todo el país
destruido, a pesar de ello EEUU y el resto de la comunidad internacional ha
dicho poco y ha hecho menos, aunque en honor a la verdad es la segunda vez que
EEUU ataca, pero qué pasa con el resto de los seis años, ¿a alguien le ha
importado lo que estaba sucediendo en Siria?, claro, como estaba el régimen de
Bashar al-Asad apoyado por Rusia, nadie ha querido oponerse a la otra gran
potencia del otro lado del mundo.
De nuevo estamos frente a un
episodio de error y fracaso de las personas, sean de un bando o del otro. Hay
cantidad de gente que no se ha enterado que los asuntos no se pueden resolver
con la violencia ni con las dictaduras, que al fin y al cabo, sigue siendo otro
modo de violencia contra el libre pensar de las personas. Se deberían dejar de
fabricar armas y todas las existentes había que fundirlas para hacer bicicletas,
vigas, chasis para automóviles o para cualquier otra aplicación. Cuando la
mente de las personas se ocupan del diseño y la mejora de las armas, se está
pensando en superar a un supuesto rival para hacerle más daño del que nos pueda
hacer. Las discrepancias hay que arreglarlas dialogando con tolerancia y
flexibilidad, ingeniando las formas que permitan que cada parte gane… esto
sería ideal y hay que tratar de acercase cuanto se pueda a ello.
Todos los países hacen de la
venta de armas un negocio lucrativo y una justificación para dar trabajo a
ciertos sectores de la población, pero es una falta de imaginación la que les
lleva a este bucle de la muerte. Hay que reconvertir a esas industrias de la
guerra en otros fabricados, igualmente rentables, pero que nada tengan que ver
con la muerte de las personas, con la destrucción, el odio y la invasión de
países vecinos. En estos días están por casa los reyes saudís para comprar
barcos de guerra y la población española protesta por la decisión de nuestros
gobernantes, pero ellos se apresuran a justificar los puestos de trabajo de los
astilleros de Cádiz. Pasan los años y no hacen nada por reconvertir esa
industria, teniendo que depender de los encargos de los que pretenden armarse hasta
los dientes. Los que más temen, son los mismos que suelen adquirir más material
bélico, quieren tener lo más moderno, lo último, lo más potente, lo que dé más
miedo a sus posibles rivales y así impedir que se les pase a otros por sus
cabezas el querer invadirles para apoderarse de sus recursos naturales. Casi
siempre va de esto todo el tema de la guerra, normalmente es un abuso ejercido
por la fuerza para llevarte lo que es de otro, destruirle el país, ejercer un
dominio sobre el Estado natural de aquel país y obligarle a reconstruir con las
empresas de tu país, empobreciendo al otro y enriqueciéndote tú al mismo
tiempo. Una lucha de poder en la que mueren muchas personas inocentes por los
caprichos de unos señores que dirigen la guerra desde sus despachos, cómodamente
sentados, tomando un whisky mientras miles o millones de personas están
perdiendo la vida… ¡qué vayan ellos, con los huevos y en primera fila, a
defender lo que dicen justifica el ataque!
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