Los últimos tiempos no están
siendo demasiados fáciles, los papás ya son algo mayores y los achaques están manifestándose.
Ellos requieren más atención, tengo que dedicarles, junto a mis hermanas, mucho
más tiempo del que venían requiriendo. Se han producido varios ingresos
seguidos, tanto en residencias como en hospitales y nos van dando ciertas noticias,
algunas de ellas más esperanzadoras que otras. La vida está dejando una cara,
que es la que es, y no hay otro camino que vivirla, que transitarla, guste más
o guste menos, y atendiendo a nuestros padres lo mejor que sabemos y podemos.
A veces se tiene la sensación de
que no hay vida más allá de estos males, pero sí la hay, es cuestión de
encajarlo y ajustarlo un poco. ¿Y lo que ellos están sufriendo, separados,
enfermos, etc.? Separados por una circunstancia que espero se solvente en breve,
mi madre volverá a casa en breve, está en un centro donde tiene acceso cinco
días a la semana a fisioterapia para recuperar la movilidad necesaria para
poder ser lo más independiente posible, tras la operación de cadera. Mi padre
está en su piso solo, los mayores oyen tantas secuencias en la tele, que tienen
miedo a dejar sus viviendas solas porque temen sean ocupadas o robadas. Él
también está siendo motivo de estudio médico, parece que tiene algo y, en
ocasiones, no se encuentra bien, o sea, que nuestra atención está dividida y
acompañando a cada uno de ellos todo el tiempo que podemos, acompañándoles a
sus citas médicas, en sus desplazamientos, etc.
Solo cuando se entiende desde
dentro que estamos expuestos, que la vida encierra la muerte, que no hay
seguridad, que estamos en constante peligro de muerte y se acepta, el peso se
hace más liviano, la carga se aminora y el sufrimiento casi desaparece. La
entrega es toda la que me es posible, la ayuda, el esfuerzo, intentar que ellos
comprendan, vean las circunstancias que les tocan vivir con mayor normalidad,
en todo ello pongo mucho de mi parte. La vida hay que llegar a entenderla y las
situaciones más difíciles o aparentemente angustiosas, aceleran esa comprensión
necesaria para poder fluir más libremente, más amorosamente, y levantarse una y
otra vez.
En el fondo me siento fuerte,
preparado, uno con la vida, en este momento que escribo es así como me veo.
Para cualquier otro es una mierda, porque a muchos se lo he oído decir, pero no
hay color, no tiene color que lo desvirtúe, es lo que es, la vida en sí, solo
la vida. Cuando aceptas que lo máximo que puede ocurrir es que alguien muera,
que tú mismo te mueras, que yo me muera y alcanzar el descanso infinito, la
máxima relajación, el fin de la travesía en esta existencia física, no hay
miedo a dejar de existir.
Desde la atención transita la
vida, relaciónate con amor, ayuda cuanto puedas, disfruta, camina, se más
silencioso/a, muestra tu mejor sonrisa, toca, acaricia, abraza. Ama a los
semejantes, también a los animales, a las plantas y a los árboles. Respeta, trata
de molestar lo mínimo posible, dialoga, di todo lo hermoso que se te ocurra, se
muy positivo/a. Hay ciertos patrones de base que se deben tener muy presentes
hasta que lleguen a enraizar en cada uno de nosotros. Hay demasiados dedicados
a perturbar la paz de la gente de bien, no te dejes arrastrar por esa gente.
Los golpes que les den la vida les harán retornar al camino que vengo
describiendo. Somos humanos ante todo y el ser humano tiene ciertas cualidades
y valores que brotan del fondo, no son programados, como todos aquellos que
salen forzados y violentando el entorno. De esas programaciones parten las
conductas salvajes que hacen daño, del orden que sea, a los semejantes. Tenemos
demasiados ejemplos en nuestra sociedad, ¿verdad que todos conocemos a diario
terribles comportamientos o conductas de las que se hacen eco los informativos?
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