Por increíble que nos pueda
parecer, algunos empresarios siguen engañando a personas de otros países para
que vengan a trabajarles en régimen de esclavitud, con jornadas de trabajo
interminables, sin poder abandonar la granja, rodeados de inmundicia, sin tener
acceso a agua potable ni a un servicio. Este es el último caso que ha
trascendido a los medios, se trata de una empresaria que tiene una granja de
cría de cerdos en el término gallego de Sarria (Lugo), que presuntamente engañó
a tres ciudadanos colombianos a los que captó y les ofreció trabajo con
posibilidad de regularizar su situación en nuestro país, pero lo cierto es que
nunca les dio de alta en la Seguridad Social ni les llevó al médico cuando
enfermaban. No tenían agua potable, bebían agua con lodo de un río que pasaba
junto a la granja. Vivían en la propia nave junto a los cerdos, rodeados de
humedad, basura y roedores muertos, según describe la policía. Para completar
la faena que les hizo esa empresaria a estas personas, ni siquiera podían
utilizar el inodoro porque las cañerías estaban atascadas, ¿se puede vivir de
unas condiciones más inhumanas e insalubres?
En la zona, en 2008, se
descubrieron varios casos similares en granjas de pollos, en las que se habían
esclavizado a inmigrantes marroquíes, la investigación se resumió en la llamada
Operación Pollo. Por tanto, este modus operandi de los empresarios de granjas
en Lugo, es corriente y ¿saben por qué lo es?... ahí está la clave de todo este
proceder ilegal, les voy a referir mi conclusión: Cuando la ley no castiga con
contundencia vejaciones como esta, los empresarios ven una vía para conseguir
mano de obra tirada por los suelos y sus ojos hacen el signo del euro, su
cabeza se llena de cifras de beneficios y las personas no importan nada. Por el
contrario, si a los que capturaron en la Operación Pollo se les hubiera caído
el pelo, hubiera sido su ruina, le hubieran expropiado la granja y se la
hubieran cedido a sus empleados regulares e irregulares y les hubieran impedido
volver a ser empresarios… otro gallo cantaría, hablando de granja de pollos.
Además, cualquier otro empresario/a que hubiera visto cómo se las gasta la
justicia en defensa de la vida y el honor de las personas esclavizadas, no se
les ocurriría repetir el procedimiento delictivo, pero cuando no hay miedo ni
respeto a la ley…
Cuántas empresas han provocado
que otro empresario menor, más pequeño haya ido a la quiebra por no pagarle.
Cuántos empresarios/as incumplen las normas con sus empleados/as, proveedores y
clientes… hay muchos, siempre los ha habido, ¿por qué?, por la misma razón, por
flacidez de la ley. Cuántos empresarios, todavía hoy, siguen contratando en
unas supuestas condiciones, pero practican otras, o sea, que les trabajas ocho
o diez horas, te pagan cuatro y te dan de alta por cuatro horas, ¿dónde está la
inspección de trabajo? Si la inspección de trabajo en lugar de estar sentada a
la mesa, organizara su trabajo mediante rutas diarias en las que pasaran por
las diferentes empresas a hablar con los trabajadores a solas y conocer las
condiciones de trabajo, recogerían mucha más información para que trabajar no
sea esclavitud o un abuso por parte del empresario/a. Indudablemente, los
inspectores tendrían que actuar, no sería suficiente con recoger información, tendrían
que haber sentencias serias y contundentes, solo así se lograría un escenario
laboral con muchos menos golfos de los que hay.
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