Gobernar no debe ser una tarea
fácil para nadie, quizás por eso es más recomendable que la ciudadanía mande y
el gobernante sea un actor necesario para coordinar las acciones a acometer
para conseguir lo que la gente quiere. No obstante, en ese modus operandi el
gobernante se siente desposeído del mando y no quiere, porque no viene para
servir a la ciudadanía sino a mandar, el gobernante quiere decir lo que la
ciudadanía tiene que hacer. El que viene a gobernar, desea el éxito, la foto,
destacar, que se hable de él, quiere ordenar y hacer que el pueblo obedezca al
tiempo, que inevitablemente, se convierte en actor necesario pero de los
poderes monetarios, porque estos sí les dan otros beneficios, les hacen
rentables los años de críticas de la ciudadanía por su mala gestión.
Hay que imponer un sistema de
democracia real, en la que las decisiones las tome el pueblo, la ciudadanía, no
una minoría como viene sucediendo a pesar de que nos digan que ellos
representan a los que les votaron… ¡eso vuelve a ser mentira! Los gobernantes
se deben a aquellos que les pagan bajo cuerda y les ofrecen un futuro mejor
para ellos y sus familias, por eso sucede lo que sucede con los grupos de
inversión, con los grandes empresarios y con ciertos banqueros. Por eso, ningún
Gobierno persigue fiscalmente a los poderosos, ni les hacen pagar en la misma
proporción a sus ingresos, tal como nos hace pagar a los que menos tenemos.
Ningún Gobierno es lo suficientemente valiente, ni tiene el coraje necesario,
para atajar el fraude fiscal, la evasión de capitales, el blanqueo de dineros y
todos esos montajes, que se ha dado en llamar ingeniería fiscal, para pagar
poco o casi nada. Ningún Gobierno se ha atrevido a hacer una ley de
expropiación industrial para cuando una empresa con beneficios quiere,
alegremente, dejar en el paro a un montón de personas porque quiere
deslocalizar su fábrica y llevarla a latitudes donde a las personas se les
puede explotar descaradamente sin que ninguna autoridad mundial interceda por
esas criaturas.
Estamos siendo gobernados por la
cobardía, y cuando esto sucede, las miserias son siempre para los mismos… para
los que menos tienen. No tenemos autoridades que nos protejan, esa gente juega
a otra cosa, tengo que llamarle de juego, porque ellos se vanaglorian cada vez
que pueden echándonos a la cara de que hay que respetar sus reglas del juego…
las suyas, no las nuestras: fueron ellos los que convinieron una transición de
la dictadura de un dictador a la dictadura de un gobierno con apariencia
democrática, pero que todos sabemos que unos pocos dictan y cuarenta y ocho
millones obedecemos. Unos pocos regalan o despilfarran nuestros dineros y los
cuarenta y ocho millones, respondemos. Unos pocos secuestran a la justicia, y
la impunidad es para ellos. Unos pocos deciden que se deben rescatar bancos o
autopistas, o indemnizar a grandes empresas por conceptos turbios y poco
entendibles, al tiempo que se desahucian personas o se mantiene a familias sin
ingresos y sin empleo. Esto sigue siendo una dictadura, si quieren de otro
orden, pero a efectos reales… una dictadura (unos pocos deciden, la totalidad
del pueblo obedece). ¿Qué preocupación por los problemas de la ciudadanía tiene
un presidente, que acaba de aterrizar en el Gobierno de la nación, y se va a
hacer las américas de gira veraniega, en lugar de estar encerrado y trabajando
duro con todo su equipo para poner fin a los problemas que él sabe nunca se van
a solucionar? Pero nunca se van a solucionar, porque son parte de las reglas
del juego del sistema, marcadas por los adinerados. Gobernar es otra cosa bien
distinta, y lo lamentable es que se suceden personajes que hacen, aproximadamente,
lo mismo: fastidiar a la gente, llevarse el dinero de todos, enriquecer a sus
amigos, privatizar empresas públicas rentables, hacer negocios ajenos a los
intereses públicos, reprimir a la población con sus leyes y empeorarle su
situación económica.
Siempre será así mientras nos
gobiernen equipos de cobardes e inútiles, por eso mejor que nadie nos gobierne,
que somos mayorcitos, nos gobernamos nosotros, decidimos nosotros que somos los
que pagamos. Aunque evitar el caos y remar todos en la dirección de nuestro
beneficio, del de todos, evitando que queden marginados y rezagados; va a
costar mucho, debido al nivel educativo general y al egoísmo exacerbado de
muchos.
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