Falta algo en esta sociedad tan
interesada, faltan las acciones altruistas, hacer cosas para que otros se
sientan bien, para ayudar a otros, para hacer felices a los demás. Eso es
importante, aunque la gran mayoría piense que es hacer el tonto. Hace falta soñar,
creer en los sueños, en las ideas y luchar por hacerlos realidad, sin que,
forzosamente, persigan dinero. Ya estamos hartos de acciones que todas
persiguen la pasta. Estamos hartos de la competencia, de las estrategias para
captar mercado. Ya está bien de vivir entregando cada día para incrementar las
ventas de algún producto que ni te va ni te viene. Ya no podemos seguir
envenenados por la esclavitud del siglo XXI, dejar la piel y la vida para pagar
facturas. La vida de ningún modo puede ser solo esto en lo que nos han
adiestrado, de hecho, la vida no es eso, ese es el mito, la frase inventada
proveniente de un Dios vengativo contra la humanidad para que le haga caso y le
castigue con llevarse toda la vida consiguiendo el pan con el sudor de la
frente. Un Dios que vendía esclavos… ¡esclavos os doy!, para que generen ganancias
para vosotros. Una religión que ofende los sentimientos humanos y recorta las
libertades. Una religión que provoca miedo al castigo divino. Una religión que
desde la antigüedad no ha tenido reparos en matar a personas, para imponer su
pensamiento unitario y estrecho.
Nadie nos ha formado o enseñado a
creer en nuestros sueños. Nadie ha sobrevivido cuando se ha dedicado a difundir
un ideario libertario, diferente al impuesto por el putrefacto sistema,
contrario a su vez con las directrices del radical capitalismo. Hay otras
formas. Hay vida más allá de las feroces técnicas de ventas para ganarse la
vida. Hay vida a pesar de los muertos que las grandes potencias dejan
esparcidos por los suelos. Hay vida a pesar de que multitud de ignorantes
mentales, gentes estúpidas estén ciegas y provoquen tanto daño a la humanidad.
Hay que soñar. Hay que trabajar para lograr tu sueño. No debemos esperar nada
de los que están locos y corren detrás de los billetes. Esos son ciegos, no
ven, no sienten… ya están muertos. Bastante desgracia tienen con no saber vivir
y no haberse enterado de nada. Saben comprar, no se confundan, es eso lo que
hacen: una mansión, un coche, un yate, otra mansión, una fábrica, una flota de
autobuses o de camiones, robotizan su industria… así toda la vida… compran,
compran aunque le llamen inversiones, pero están vacíos.
Algunos de esos han puesto de
moda ayudar a una ONG, viajar en vacaciones a algún lugar remoto de gentes muy
necesitadas, se hacen la foto… ¿el resto del año qué hacen?, si lo hacen muchos
famosos adinerados, ¿cómo es que nunca se termina con la miseria en el mundo?
Debe ser una aportación insuficiente, son millonarios pero ponen tan poco que
jamás se les acaba el escenario de rodaje… ya sabes, donde van a promulgar al
resto del mundo que ellos hacen contribuciones con los más necesitados.
¿Cuántos hospitales y equipos médicos han aportado a esos territorios deprimidos?,
¿Cuántas escuelas y profesores han llevado con ellos?, ¿Cuántos comedores han
construido?, y mejor aún, ¿cuántas hectáreas de terreno han convertido en
terreno de cultivo con sus sistemas de riego, sus pozos, sus herramientas, sus
tractores, etc., para que puedan comer cada día?, ¿cuántas piscifactorías han
construido?, ¿cuántas granjas?, ¿han instalado alguna industria que se salga de
la artesanía manual?... entonces, ¿de qué estamos hablando? Es posible que
estén dando alguna cantidad de dinero durante todo el año, no lo dudo, pero ese
gesto se ha convertido en una forma de mantenerse en el tiempo: las ONGs, la
pobreza y el empleo de algunas miles de personas involucradas en eso y diciendo
que se han llevado toda la vida ayudando a los más pobres.
Como sociedad de seres “inteligentes”
deberíamos conseguir que los que peores condiciones tengan, vivan muy bien. A
partir de ahí que cada cual viva todo lo bien que pueda, pero sin olvidar el
principio expuesto. ¿Hay que regalar algo?, no, forzosamente, hay que ofrecer
trabajo a todos, trabajos dignos con salarios dignos a todos los habitantes del
planeta. En eso debieran de estar las sociedades, no en la fragmentación, en la
ostentación, en el desigual reparto de las riquezas, no en la humillación de
los pueblos, o en la marginación. Hay que convertir toda la superficie del
Planeta en lugares productivos, sean industriales, agrícolas o ganaderos. Hay
que equilibrar las fuerzas: la mano de obra disponible y los recursos,
entendiendo por recursos para la población, principalmente, tener un empleo
remunerado, bien remunerado. Tal vez, retomando el principio de lo expuesto,
sean actos altruistas de este siglo: aumentar el número de las industrias,
respetar más la naturaleza, contaminar mucho menos o casi nada, dar empleo a
todo el mundo para evitar la pobreza, poner casi todas las tierras a producir
para dar de comer a más gente y abaratar los precios, es en definitiva hacer
casi lo contrario de lo que se hace hoy en día. Hacer todo esto no haciendo
números para conseguir más riqueza, sino para satisfacer la demanda mundial y
para hacer feliz a la humanidad. Hace falta que hagamos cosas para conseguir la
felicidad del otro.
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