Este es un sistema un tanto
extraño, damos de comer a una gente que hace leyes, en muchas ocasiones, en
nuestra contra, otras veces nos roba, otras muchas despilfarra el dinero, en
ocasiones está fuera de la ley, pero se empeña en dirigirnos nuestras vidas, diciéndonos
lo que se puede o no puede hacer. Se han erigido en los señores del bien y el
mal, ellos dictan lo que es sancionable y lo que no lo es. Ellos fijan la
cuantía de las sanciones, manipulan al poder judicial, pactan a nuestras
espaldas cualquier medida antipopular, nos traicionan constantemente porque no
trabajan íntegramente para mantener el nivel más favorable de bienestar para la
ciudadanía.
Ellos deciden cuáles han de ser
sus salarios, por lo general muy altos comparados con los que fijan para la
gran mayoría de habitantes del país. Ellos fijan las condiciones de sus
jubilaciones y el resto de privilegios, las migajas las reparten miserablemente
entre el resto de la ciudadanía. Venden las empresas públicas rentables
desproveyendo al país de una base económica propia, repercutiendo negativamente
en el gasto, cada vez más elevado, de los servicios y los productos que tenemos
que consumir de dichas empresas que antes eran nuestras. Los Gobiernos, de esta
forma, nos dejan a los pies de los caballos, a merced de esos especuladores de
lo público que se convierte en privado por la gracia de la adjudicación digital
y por amistad.
Ser partidario del sistema no
tiene lógica ninguna, no es sensato en mi opinión, cómo voy a apoyar un sistema
que nos la juega continuamente porque los que se ponen al frente mediante una
ley electoral amañada se otorgan todo el poder para desmantelar industrias,
producciones ganaderas, agrícolas, pesqueras, empeorar las condiciones
laborales, financieras, etc. Después echan mano del dinero que es de todos y lo
reparten entre quienes quieren y en las cantidades que más les convengan. Los
gobernantes van por un sitio y la ciudadanía va por otro, ellos tienen sus
propios intereses que negocian con los de arriba que se esconden, y nosotros
queremos tener un trabajo fiable con un buen salario, que nunca alcanza el
montante del de ellos. Queremos ser respetados, algunos queremos poder decidir
y, muchos no compartimos la mafia corrupta en la que se ha convertido la
dirección del país.
Mientras este es el fondo de la
cuestión dictatorial o totalitaria de los que van pasando por los distintos
gobiernos que hemos tenido y tenemos, hay gente que sigue haciendo pintadas a
favor de Franco, hay quienes quieren hacer volar el Valle de los Caídos, hay
los que ponen cruces amarillas en las playas o en las plazas, los que contrarrestan
con sus banderas roja y gualdas, hay políticos que se atreven a imaginar una España
diferente y son encarcelados porque hay otros políticos que son inamovibles a
lo que convinieron otros tantos en 1978. Hay políticos que como en otros tiempos
y con otros personajes al mando, han tenido que salir pitando hacia el
extranjero. El país está bien convulso: delincuentes por las calles, juicios
que no llegan, estudiantes que sacan títulos sin aparecer por la Universidad,
defraudadores protegidos por el Gobierno por su negativa a dar a conocer sus
nombres para que sepamos los que se dedican a robarnos. Para poner la guinda,
las pateras y los inmigrantes, que nadie sabe qué hacer con ellos. Unas veces
dice el Presidente que hay que abrir los puertos y otras los cogen en grupo y
los devuelven al lugar de origen. A todo esto, la crisis económica financiera pisándonos
los talones, los plazos que vencen e incomprensiblemente nadie habla de cómo se
puede hacer, o se hará en el futuro próximo, frente a la inmensa deuda dejada
por el PP al pueblo español. Comprendan que si la deuda es mayor que lo que es
capaz de producir o recaudar el Estado en un año… súmenle los intereses más los
gastos propios del país… ¿cómo piensan pagar?, ¿cuál es el proyecto de futuro
para dar la vuelta a la quiebra que tenemos en lo alto?... nadie habla de esto,
gobiernan y debaten gilipolleces como si fueran temas de vida o muerte: banderitas
para acá, banderitas para allá, enfrentamientos y miles de debates vacíos, pero
acerca esto que nos puede costar el país, nadie se pronuncia.
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