Ayer tarde
bajé a la piscina de la urbanización, entré al agua, y tras salvar al típico
grupo de personas que no se entera que si hacen un corro bien disperso y se
lanzan una pelota, resultan un incordio para el resto de bañistas expuestos a
llevarse un balonazo; me situé por detrás de ellos, es ahí donde encuentro a un
grupo de jóvenes, formado por cuatro chicos y una chica, que estaban hablando
de algo. Mi cercanía hacía que pudiera ir percibiendo algo de lo que hablaban,
y pronto aquella conversación o debate captó mi atención.
Fue una grata
sorpresa encontrar ese grupo de chicos hablando de algo serio, interviniendo
todos, dejándose hablar, exponiendo cada uno las razones propias sobre el tema
que debatían… en una piscina, sin hablar de videojuegos, de fiestas, botellonas,
aventuras amorosas ni de ropas… aquí había algo más, había inquietudes, había
nivel, hablaban de cosas serias: de cultura, de formas de actuar en sociedad,
de diferencias con los animales, de tendencias sexuales, de transexualidad, de
educación y concienciación, etc. Repito, a mí me pareció algo diferente, algo
maravilloso y sorpresivo, me cogió de improviso, confieso que en aquel ambiente
de baño y distensión no estaba preparado para encontrarme con esa situación tan
seria y que tanto regocijo me produjo. A uno de los chicos le conozco, sé que
acaba de finalizar sus estudios universitarios de periodismo y, precisamente,
estaba preparando su trabajo final de carrera, según me refirió, parte del
contenido de lo que debatían tenía que ver con su trabajo.
Acabo de
cursar en un Instituto un año con gente joven de entre veinte y treinta años
todos ellos, y prometo que en los nueve meses que dura el curso, jamás
presencié una conversación tan interesante. Los chicos y chicas hablan de otras
cosas, parecen tener otras inquietudes que salvando la diferencia de edad, pues
yo ya tengo sesenta años, a mí me parecían no tener la menor importancia,
siempre hablaban de fiestas, de nocturnidad, de amorío, de alcohol, de compras,
de ropas y de ahí no han salido en todo el curso… mira que es largo y hay
tiempo para hablar de todo… pues no. En parte por esto, fue más acusado mi
grado de asombro, por lo desacostumbrado que yo estaba de oír hablar sobre
algo, al menos para mí, de cierto peso o trascendencia.
Mi mujer entró
al agua y me observó allí, a escasos dos metros de distancia de los chicos, con
el oído puesto, aun sabiendo que es de mala educación escuchar las conversaciones
de los demás, pero confieso que me fue imposible despegarme… estaba encantado.
Mi mujer en cuanto comprendió lo que pasaba, solo pudo decir, conociéndome, que
me habían dado en el bebe, como vulgarmente se dice. Era cierto, y en cuanto
pude hice una incursión, y poco a poco me fui integrando y dando mi punto de
vista sobre diversos temas que fuimos tocando, evidentemente, quizás me
permitía dar otras perspectivas, las propias de la edad y la experiencia, pero
ellos estaban muy preparados, eran todos estudiantes universitarios, como dije
antes con inquietudes, con criterios y me permitieron participar, aunque el
nivel lo ponían ellos.
Hubo dos
chicos que desde que yo tomé parte, se distanciaron un poco, dejaron de
participar, supongo que no estarían de acuerdo con lo que yo decía, tal vez,
les molestó que yo participara de su debate y, por supuesto, si llegan a leer
esto, les pido disculpa, no fue mi intención, tan solo hice como hago cuando
escribo, tratar de aportar algo si es posible, desde mi pensamiento y mi
posible error, porque seguro que no siempre estaré acertado, sino todo lo contrario;
muchas veces necesito que me hablen y me saquen de mi error para seguir
aprendiendo y avanzando. Sé que tengo un defecto, que en ocasiones postulo como
si estuviera vertiendo verdades absolutas, como si estuviera en posesión de
ellas, pero asumo mi error en cuanto me lo hagan ver, flexibilizo y hasta pido
perdón si a alguien ofendo con mis ideas, a veces, imprecisas, pero para esto
es el dialogar, para enriquecernos con el punto de vista del otro, ¿no es así?
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