A veces me
cuestiono cuáles serán los efectos de las radiaciones sobre los seres vivos. ¿Se
dieron cuenta de que estamos todas las horas de todos los días bajo la
influencia de todo tipo de señales, ondas y emisiones, de diversas frecuencias
y amplitudes de onda? Todo vale para justificar un adelanto tecnológico, el
progreso como dicen otros, pero ¿alguien nos certifica que estamos a salvo, que
esas radiaciones son inocuas para nuestro organismo?, ¿la OMS dice algo al
respecto?, ¿los ministerios españoles y mundiales dicen algo, se pronuncian,
han estudiado con seriedad el asunto, han investigado y, sobretodo, se atreven
a certificar su inocuidad?
Estamos todos
los minutos y las horas de cada día atravesados y en contacto con señales de
todo tipo, procedentes de repetidores de radio, televisión, telefonía, Wifi,
GPS, información de todo tipo procedente de los satélites, radiaciones
electromagnéticas de los electrodomésticos y las instalaciones eléctricas, etc.
Solo necesitamos que las autoridades se ocupen de este amigo o enemigo
invisible, y nos saquen de dudas, emitiendo el consiguiente certificado de su
nocividad o no, para que se hagan responsables de lo que nos pueda suceder por
esas influencias, a veces involuntarias o indeseables. El rigor en la
investigación hay que plasmarlo por escrito para que la población tenga una
garantía frente a las consecuencias que se deriven de vivir todo el día entre
ondas o señales ajenas a nuestra esencia natural.
Algunos vienen
haciendo el negocio del siglo con las comunicaciones y las telecomunicaciones,
pero los demás seguimos pobres y con aspiraciones a ser enfermos de no se sabe
bien qué enfermedades futuras. Hay mucho mal de cabeza, mucho Alzheimer, mucha
demencia, muchos tumores por todas las partes del cuerpo, ¿alguien de la Administración
pública está en condiciones de asegurar que ninguno de esos males tiene nada
que ver con la influencia o efectos de la radiaciones constantes? Si es así,
insisto una vez más, debe certificarlo por escrito como aval para la población
y garantía de poder reclamar a los que no están haciendo bien su trabajo, o
están mirando para otro lado porque están siendo untados bajo cuerda. ¡Qué
término ese!, lo conocemos de toda la vida gracias a ser ésta una sociedad de
tramposos. Todos son muy españoles y muy constitucionalistas, que está de moda
serlo, pero llevan toda la vida engañando, traicionando al país, tratando de
pagar la menor cantidad de dinero posible a las arcas del Estado para
contribuir con lo mínimo al gasto de los servicios públicos. No nos va a
extrañar que esos mismos, o sus primos hermanos, dejen pudrirse a la humanidad,
con tal de vivir su asquerosa y mísera existencia con los bolsillos abultados
de dinero negro… bajo cuerda, sin que Hacienda conozca su procedencia, ya saben
por qué he hilado hasta llegar aquí. Es gente si corazón, que antepone su
cartera y el bienestar de su círculo pequeño, al bienestar de la humanidad, y o
avanzamos todos, o esto es una catástrofe.
Para finalizar
una breve anécdota que se me ocurre hablando de esa gente tan traidora. En
varias ocasiones, viendo la tele, junto a mi padre, han salido imágenes de
algunos políticos, casualmente se ha visto al chico ese de las rastas de Unidas
Podemos, y me suele comentar mi padre que es una persona mayor, es que con esa
pinta… y en el Congreso… Le suelo contestar, una y otra vez: “papá, eso no
tiene nada que ver, la imagen no hace a la persona; con traje, buen corte de
pelo y pelo engominado ya hemos tenido demasiada gente en los gobiernos de este
país que nos han robado”.
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