La población
empieza a padecer diverticulitis cerebral, provocada por la burda manipulación
de una buena parte de payasos políticos, la martilleante desinformación
política ofrecida en los medios de comunicación, el mayúsculo aburrimiento del
circo político, la infidelidad, la incoherencia y la falta de honestidad de
gran parte de la clase social política. La enfermedad se extiende y nos quita
las ganas de seguir votando, salvo que el mal esté tan arraigado que haya
llegado a dominar la voluntad y el sentido común del individuo que lo padece.
No hay remedio ni vacuna disponible para evitar tan fatal enfermedad social,
que viene a convertirse en la epidemia de la lucha por el poder y la pasta del
siglo XXI.
Si fueran más
jóvenes estarían haciendo uso de sus tirachinas para agredirse, pero como son
algo más mayores no llegan a meterse mano, pero casi. Se lanzan insultos a
través de las redes sociales, que es para lo que han quedado, son el váter donde
todos acudimos cuando queremos vomitar contra esta gente, y es que la diverticulitis
cerebral provocada por las lesiones de la incomprensión hacia lo que están
haciendo los que aspiran a gobernar España, es a lo que induce, al vomito.
El circo
político es puro maquiavelismo, es perversión y manipulación, es falacia y
desconsideración hacia lo que debiera importar sobre todas las cosas: el
bienestar de la gente y el progreso del país. Sin embargo, hay lucha fratricida
por los sillones, quieren asegurarse otros cuatro años de ordeno y mando y el
taco de billetes al bolsillo. Si el taco les parece insuficiente se suben, por
la cara, los salarios un cuarenta por ciento… ¡poca cosa! Yo no quiero
representantes como estos, en estos momentos un partido a la cabeza que tiene
sobre sus espaldas un trozo importante de la corrupción de este país, cometido
por muchos altos cargos de su partido, y sobre los que no se dignan a pedir que
se haga justicia, que se condenen si fueron culpables, que se aclare todo y que
se les reclamen los dineros robados de los andaluces. Antes tuvimos al partido
con más casos de corrupción de toda Europa, y ahí sigue, sumando expresidentes
que pasan a cobrar sueldos vitalicios, sin haber sido inhabilitado como partido,
y la gente con diverticulitis cerebral aguda votándoles… ¡esto no va bien!,
¡España no va bien!, ¿se entera Sr. Zapatero?, ¿se entera Sr. Aznar?
Entre todos
los que han gobernado han tejido una tela de araña impenetrable por la
ciudadanía, donde ellos se lo guisan y se lo comen todo. Cuando sucede todo lo
que ha venido sucediendo en España, tan solo tenemos que mirarles a ellos. Son
ellos los únicos culpables de cómo está todo, son ellos con sus leyes y sus
normas los que han provocado que el barco vaya a la deriva. Son ellos los
culpables de la pobreza o de la falta de progreso efectivo que podríamos haber
alcanzado si no nos hubieran robado tanto. Son ellos los responsables de la
epidemia que están provocando, la diverticulitis cerebral o aversión hacia todo
lo que tenga que ver con la política, quizá, sea la intención de esos malvados,
que nos aburramos, que desatendamos la política, que no les prestemos atención
y que puedan volver a campar a sus anchas.
Conocemos las
consecuencias del libre deambular de los políticos con poder, que se meten en
todos los charcos de la corrupción que le ponen por delante. Pareciere que les
compraran con suma facilidad, se llenan los bolsillos, comprometen lo que es de
todos y no les importa nada puesto que casi nunca, si no estamos en periodo
electoral, nos tienen presentes. No existimos para ellos salvo en las fechas de
recaudar o cuando quieren llevarse nuestros votos. Aunque poco les importa, al
fin y al cabo hacen leyes que les permiten tergiversar lo que decidimos.
No existe
mejor tratamiento para la diverticulitis cerebral política que las capsulas de
Desconexión de 500 mg. Dichas capsulas tienen un efecto inmediato contra la
enfermedad, facilitando hacer zaping en cuanto que un político asoma la nariz a
la “telelavadoramental”, o se origina un debate absurdo y redundante, que casi
siempre lo son, sobre política.
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