Imagen: www.alertadigital.com
En este país,
los grandes sinvergüenzas eluden la acción de la justicia, la mayoría de las
veces con la ayuda de algún fiscal o de algún juez, como es el caso de los EREs
de Andalucía. Hay que ver el tiempo que lleva este proceso dando vueltas por
los juzgados, con sustitución de la jueza y todo para beneficio de los
implicados, en un principio: dos expresidentes de la Junta de Andalucía, seis
exconsejeros, 14 exaltos cargos, etc., hasta llegar a completar la corrupta
cifra total de 500 imputados en la causa.
La actual
jueza, María Núñez Bolaños, no deja de echar balones fuera, demorando la
conclusión del proceso judicial correspondiente a este caso. Es por ello, que
digo que los grandes sinvergüenzas siempre se las arreglan para comprar,
seguramente por ideología y con algo o mucho de dinero, al poder judicial
cuando tiene que actuar en su contra. Los jueces y, a veces, los fiscales
también demoran, exprofeso, las diligencias procesales para que tenga lugar la “bendita”
prescripción de delitos, ese salvoconducto implantado, sin razón alguna, a la vista
de los ciudadanos decentes para que puedan librarse ciertos delincuentes de la
clase alta de esta sociedad española. Ejemplos se dan en cada uno de los casos
de corrupción, estafa y fraude cometidos por personalidades y altos o exaltos
cargos públicos. Llegados a este punto, no puedo dejar de nombrar al “honorable”,
el padre del clan Pujol, quien confesó haberse llevado más de treinta años
estafando al fisco español, pero la justicia no ha tenido lo que se ha de tener
en un Estado de Derecho para encerrarle. Sabemos que Pujol fue tan bravo que
llegó a amenazar al Estado español, cuando llegó a decir que si tocaban las
ramas, él haría caer el árbol. Ante tal amenaza, ya no la justicia, que
también, sino el Estado español se acojonó y permitió que alguien, un
ciudadano, se riera de todo un país y de toda su infraestructura judicial,
gubernamental, Institucional, etc.
Así es la
justicia de este país, o sea, que es deficiente y en muchos casos inexistente.
Por tanto, podemos concluir diciendo que no hay justicia aunque, a veces se
encierre simbólicamente a alguien, y digo simbólicamente por dos razones,
porque con frecuencia salen más rápido que entran, o porque les condenan con
sentencias que son de risa, comparadas con la repercusión de los hechos y los
delitos cometidos. Estaría bueno que ni siquiera apresaran de cuando en cuando
a algún delincuente de estos, pero que les cuesta mucho hacerlo. Y de reclamar
lo estafado o robado, nada de nada. Ese es otro tema bien diferente… el que
pilla se suele quedar con el cacho. Cuatro días en la cárcel y… ¡hala! a
disfrutar del botín, esto es lo típico, y es así como lo suelen hacer… así sí
les merece la pena arriesgarse, como yo propongo, no. ¿Qué propongo?, lo diré
por enésima vez: Caso de corrupción, autor trincado con las manos manchadas,
pruebas contundentes de la UDEF y de la UCO, juicio justo, sentencia
contundente… fin. ¿Cómo termina todo eso?, el delincuente no puede recobrar la
libertad sin haber devuelto hasta el último céntimo del dinero estafado,
robado, malversado, etc. O sea, que cuando llega el final de su condena,
cumplida íntegramente desde el primer día al último, sin permisos ni beneficios
penitenciarios, saldrá a la calle siempre que haya devuelto la cantidad de
dinero sustraída o haya resarcido los daños a sus víctimas. Así sí se le coge
miedo a ir a la cárcel, pero con el cachondeo judicial y carcelario existente,
los chorizos se ríen, comenten delitos, nadie les obliga a devolver nada y a
los cuatro días ya pueden estar todo el día en la calle, solo tienen que ir a
dormir a la prisión. De ese modo se justifican las cientos de detenciones que
suman muchos de los delincuentes, tienen todo el día para seguir delinquiendo y
sumando mini condenas.
Y ya para
rizar el rizo, volveré a proponer que las cárceles sean convertidas en
fábricas. De ese modo, los presos generan dinero para pagarse su manutención,
dar algo de dinero a las familias de los presos que quizás se quedaron sin
ingresos y, por último, ir compensando los daños a las víctimas. Es asignar un
salario a cada preso que se dividiría en tres partes como dije antes, para que
no tengamos que soportar el gasto de la infraestructura carcelaria. Son los
delincuentes los que deban costearla, no la ciudadanía inocente. Así, cuando
uno de los delincuentes diga no saber dónde está el dinero robado, a razón del
sueldo y de la parte que va zanjando su deuda con la víctima o víctimas, podrá
calcular cuándo podrá abandonar la cárcel… ¡es sumamente fácil!, hacerlo bien y
aplicar la justicia con rigor empieza por hacer leyes adecuadas pensadas para
favorecer la decencia y no para favorecer la delincuencia. Modificar el
concepto de las prisiones, que han derivado en los últimos años hacia
dependencias vacacionales, hoteleras y lugares de ocio más o menos lujosos. No
podemos contribuir a crear gente ociosa, sin obligaciones diarias, que se
desconecta del trabajo, que pierde el sentido de doblar el espinazo para ganar
su sueldo, sobretodo, en esos casos en los que se puede haber dejado a las
familias en total precariedad, haber creado una deuda con sus víctimas y,
encima, se origina un gasto a la sociedad, esto no tiene pies ni cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario