Pocas cosas
son gratuitas a pesar de que así lo anuncien en sus webs, si lees las noticias
en cualquier diario digital, además de tratar de obtener tus datos te asedian
con publicidad que no deja de moverse por la página, se hace intermitente tratando
de llamar tu atención con el fin último de venderte algo, que apuestes, etc.
Si bajas
alguna aplicación o software, aunque se anuncie como gratuito, es el gancho
para que se lleve todos los días su publicidad apareciendo por cualquier rincón
de tu ordenador, ofreciendo por un módico precio la versión profesional o la
que hace más funciones, porque sencillamente la versión que te dejan utilizar
es para abrirte la boca, pero está capada.
Siempre para
disfrutar de alguna de esas aplicaciones capadas te solicitan tus datos y esas
empresas se hacen de una base de datos de la gente para mandarles publicidad, o
para vender tus datos a otras empresas que son las que te llaman a las tres de
la tarde al móvil para venderte colchones, o para ofrecerte un mejor servicio
telefónico según ellos. A veces lo hacen empecinadamente, os contaré una anécdota
personal que yo he soportado en varias ocasiones – Vivo en una urbanización
hace más de treinta años, siempre ha sido suelo urbano, así reconocido por el
municipio al que pertenece, pero los servicios no son los mejores, le costó
llegar al correo y no digamos el teléfono o el Internet. Pues bien, tenemos
ADSL en la actualidad a una velocidad que le llamo: Internet del Congo, ya se
pueden imaginar, a pesar de ello no dejan de llamar a casa otros operadores de
telefonía para ofrecer su fantástico internet por fibra, es entonces cuando le
digo, con el ánimo de finalizar la sesión de ventas, que la urbanización carece
de infraestructura para que nos puedan dar tal servicio, lo que provoca la
lógica reacción del comercial de la compañía, que porfía una y otra vez que
ellos ya tienen una red propia, hasta que le invito a que lo consulte con sus
técnicos, hace la consulta, me pide disculpas y se termina la conversación.
Esto que acabo de relatar se repite con frecuencia, entran en casa a través de
mi móvil o de mi teléfono fijo, ¿quién les vendió mis datos?, ¿veis?, todo
cuesta algo, nada es gratis.
No entro por
desconocimiento técnico en algo que muchos sabemos sobre los programas que nos
bajamos, además de todo lo expresado anteriormente hay una maldad de ciertas compañías
que introducen un tipo de virus que están espiando la información guardada en
tu PC, rastrean tus búsquedas de Internet, venden igualmente esa información y
te empiezan a llegar emails al respecto, de compañías que pretenden hacerse su
cliente. Hay elementos que se activan solos, otros que modifican
configuraciones de tu ordenador, otros que traen virus, etc. Lo gratuito no es
tal y otras veces no está en buenas condiciones por la maldad informática que
lleva oculta. Pienso que deberíamos comprar los programas que de verdad vayamos
a utilizar para no exponernos a desordenes que no sepamos solventar y a dineros
que tendremos que abonar en establecimientos especializados para que nos
vuelvan a ajustar y configurar nuestra computadora.
Hay que
preguntarse: cómo llegó a nuestras vidas todo este montaje tecnológico de
Internet, correos electrónicos, redes sociales, whatsapp, etc. ¿Un día se
levantaron ciertos magnates de las comunicaciones con el ánimo cambiado, y
decidieron poner a nuestra disposición algo que debe costar billones de
dólares?, ¿fue un acto de buenismo?, ni mucho menos, tiene que haber un negocio
y un espionaje detrás de todo esto, debe de estar a precio de oro la
información que extraen de nuestra actividad en las redes e Internet, incluso
más delicado: los audios y las imágenes que obtengan sin nuestro permiso,
activando a voluntad de ellos que no nuestra, los micrófonos y las cámaras de
nuestros ordenadores, tablets, móviles, etc. Hay gente espiándonos, hay
organizaciones que lo hacen, de ahí obtienen sus beneficios, de la venta de la
información sobre nosotros. Nada es gratis, ¿qué suponíamos?
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