Progresar
tiene un coste, eso es indudable, los tiempos cambian, las necesidades también
y las industrias han de saber reconvertirse con agilidad. Esa reconversión
puede significar en muchos casos desempleo, mayor inversión, volver a iniciar
la actividad y el negocio en campos desconocidos o nuevos, y todo ello implica
costes humanos y monetarios.
Hoy hablaba la
radio de 150 camioneros afectados porque las centrales generadoras de
electricidad no se alimentaban, salvo un 2%, con carbón, debido a la alta
contaminación resultante. Esos camioneros eran los encargados del transporte
del carbón entre el puerto exterior de Ferrol y la central térmica de Endesa
situada en As Pontes.
El caso es que
ese bajo consumo de carbón ha propiciado que la flota de 150 camiones lleve sin
actividad 60 días, por lo que han organizado una marcha desde Galicia a Madrid,
tratando de llevar su protesta a la capital de España. Esos 150 camiones cubren
la ruta diaria entre el puerto exterior de Ferrol y la central de Endesa de As
Pontes.
El carbón
antiguamente se extraía de suelo pontés, pero en la actualidad la mayoría del
carbón utilizado en la central de Endesa procede de Indonesia, más concretamente
de Tutupán, llegando a Ferrol en grandes barcos.
Todo lo
referido no es más que un ejemplo de lo que está por venir, pues muchos
sectores industriales se verán afectados por los cambios necesarios para seguir
el ritmo vertiginoso de adelantos tecnológicos. El coche eléctrico no avanza a
la velocidad que debiera, en parte, por un problema similar…, ¿qué sucederá a
la industria auxiliar que fabrica en la actualidad miles de piezas de los
motores de combustión interna, cuando por ser los vehículos eléctricos no se
necesiten? Toda esa industria debe saber reconvertirse ya y dejarse de la
mentalidad hasta ahora reinante de exprimir al máximo la inversión realizada
hasta la fecha. Los tiempos cambian y el progreso viene empujando
irreparablemente a pesar del frenazo que la economía le produce. El chantaje no
puede ser que la gente vaya a perder sus puestos de trabajo o que los
empresarios deban parte de la inversión realizada y tengan que rentabilizarla.
El Planeta, la salud y el bienestar de la humanidad se pone en peligro si
seguimos demorando el progreso hacia estilos de vida e industriales más
conciliadores con el bienestar general.
No se trata de
correr pero sí de ajustar mejor los tiempos, no nos podemos precipitar, pero
tampoco podemos perder el tren, quizá, después sea tarde o el proceso de
destrucción sea irreversible. La implicación ha de ser de todos, tal vez, en el
caso de los camioneros que nos ocupa, por ponerlo de ejemplo para el futuro, no
sea la mejor opción comprar camiones o cualquier otro bien sino alquilarlos, un
renting hasta que la actividad dure. Cuando no haya trabajo para ese bien o
herramienta, se devuelve y se deja de pagar el alquiler. En definitiva, se
trata de apartar un poco de tu ganancia para pagar ese alquiler mensual del
bien, liberándote de todo pago en cuanto no tengas trabajo.
No obstante,
esa no es la solución definitiva, la industria debe adaptarse a los tiempos
asegurando trabajo para toda la mano de obra activa que desee trabajar. El
problema de fondo que yo veo en estos momentos de reflexión, es que un día se
dejó el control en manos privadas cuando somos un colectivo social que ponemos
dinero para asegurarnos el supuesto bienestar que debemos recibir a cambio. Es
por ello, que se me hace inconcebible que dentro del plan no estuvieran los
puestos de trabajo, algo tan primordial para poder vivir, puesto que hace
tiempo dejamos de ser cazadores-recolectores, tenemos otras necesidades y eso
origina otros gastos, muchos de ellos mensuales y fijos a los que debemos
corresponder con unos ingresos que deben proceder de nuestro trabajo. No
entiendo, repito, cómo la organización social permitió la privatización de la
actividad laboral cuando era tan prioritaria y necesaria para la gente. El ente
público que constituimos todos, es el bloque que aporta fondos para vivir de
una forma determinada, lamentablemente, dictada por minorías, algunas veces, en
contra de los intereses del mismo colectivo que pone el dinero para que este
ente gigantesco exista. Es incomprensible que eso suceda porque casi todos
flirtean con los poderosos, aquellos en cuyas manos se dejó la parcela laboral
de la que sacaron sus grandes fortunas al no hacer un reparto justo y
correspondido al esfuerzo de sus empleados. De hecho, ellos se hicieron ricos
en unos años, mientras sus empleados se llevan toda la vida trabajándoles y no
salen de la miseria. Aquí hay algo que no va bien, el reparto de la riqueza es
muy desigual entre la población, y de todo hay que culpar a los gobernantes,
pues son los que han tenido la capacidad de legislar de un modo diferente para
que no hubiera acontecido tal desequilibrio económico dando lugar a las clases
sociales y al agravio comparativo entre las personas.
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