Ahora que tan
cerca hemos tenido la celebración del llamado Orgullo Gay, quizás sea buen
momento para hacer algunas reflexiones, y hacerlo es transitar por terrenos
pantanosos. La sociedad lleva años dando visibilidad y fomentando la lucha
contra la homofobia. Lo segundo lo veo mejor que lo primero, debemos
respetarnos tengamos la tendencia sexual que tengamos, pero lo de la
visibilidad, al menos para mí, no es un espectáculo deseable, puesto que si de
lo que se trata es de caminar hacia la normalidad en la diversidad, no hace
falta que algo destaque sobre lo demás… no hay el día de la heterosexualidad, mucho
menos, la semana de la heterosexualidad, no hay una cabalgata en la que solo se
muestren aspectos y actitudes que solo nos hagan pensar, en ese día, en las
parejas heterosexuales.
Tampoco es
cuestión de echarnos a pelear los unos contra los otros, sino como dije antes,
se trata de la integración de todos, pero muchos nos quejamos de que personas
medio desnudas circulen por el centro de una ciudad, haciéndose tocamientos e
insinuaciones eróticas o morbosas. No creo que sea el espectáculo ideal para
normalizar nada de una parte de la población, que como digo, puede vivir como
quiera y sin que la sociedad le ponga trabas de ningún tipo. No obstante, en
esto de unirse al día del Orgullo, hay cantidad de hipocresía tantos por los
medios de comunicación, periodistas, políticos, etc., es como si se hubiera
puesto de moda y, no lucir las tazas en los estudios con la bandera multicolor,
o no apuntarse a la celebración es ir de retro o, peor aún, de homófobo.
Este show, hoy
en día es innecesario y solo lo entiendo porque forma parte del negocio
lucrativo vacacional o de turismo de las ciudades que acogen la semana de
celebración en torno a la homosexualidad en todas sus facetas. No hace falta
que año tras año digan ya estamos aquí otra vez, tan solo hace falta que ese
aspecto o conducta sexual no sea motivo de exclusión ni social ni laboral para
todas las personas de esa tendencia, o que decidan vivir de ese modo. Son las
Instituciones las que deben estar alertas y ser eficientes en el momento de
actuar contra cualquier denuncia por desigualdad de condiciones que pudiera
tener su origen en la condición sexual de las personas. Es ahí donde debe estar
lo mollar del asunto Gay, pero yo estoy seguro que de lo que tratan las
autoridades es de facilitar un negocio rentable para las ciudades que acogen
estas fiestas de una minoría.
Por otro lado,
las autoridades permiten, con motivo de la fiesta, que durante una semana buena
parte de la ciudad esté al servicio de la celebración, se rebajen las leyes,
las personas puedan transitar semidesnudas por las calles del centro de la
ciudad, mostrando, como dije antes, ciertas conductas no decorosas en público,
etc. Una cosa es el negocio, otra el derecho de divertirse de la gente y, otra
bien distinta, dar rienda suelta a la sexualidad por las calles, que cada uno
en la intimidad viva lo que mejor le apetezca pero que no se ha de mostrar como
ejemplo de nada. He intentado ver un video de esa fiesta en Madrid, y es muy
marchoso musicalmente hablando, pero la gente se desmadra demasiado, no hay que
decir en público cuánto deseas darle al otro o que te den. No creo que sea el
mejor ejemplo para los más pequeños, creo que hay que dejar que despierten a lo
que ellos quieran, no que se les marque ningún camino en particular, de lo
contrario tendría que pensar que se les quiere contagiar de un modelo
determinado.
¿Si la gente
tuviera que ir vestida y se prohibiesen los roces en público con movimientos
que simulan hacer el amor, o mostrar en la mano juguetes sexuales, y todo
quedara en una fiesta que no hiriera los sentimientos de los que no sienten
como esas personas, sería lo mismo, tendría la misma aceptación, sería posible
darle a esta celebración un poco más de sensatez y respeto por los demás?
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