Me he
levantado, y como hago muchos días he echado un vistazo a las últimas noticias
en Internet…, todo sigue igual: accidentes, algún crimen, algún descubrimiento científico,
una buena ración política, algo de prensa rosa y nada que invitara a modificar
nuestra forma de ser, algo que nos invitara a cambiar y llegar a crear una
sociedad diferente. Casi todo lo que es noticia, lo es porque las personas no
estamos educados para respetar y amar al otro, o sea, que tenemos toda una
tarea primordial por delante. Debemos ponernos en marcha hoy si pretendemos una
sociedad mejor en el futuro, nunca es tarde, pero habrá que comenzar en algún
momento.
A pesar de la
importancia de educarnos de un modo diferente para alcanzar cotas de excelencia
en cuanto a humanidad se refiere y fomento de los valores necesarios, nadie
parece inquietarse por ellos, nadie habla de ellos, todos se distraen con las
circunstancias, se quedan anclados en el sensacionalismo que estas producen,
pero hay que pasar a la acción. Las deficiencias las conocemos, los hechos
acontecidos a diario las ponen de manifiesto, ahora toca establecer una plan de
actuación por el bien de la humanidad y de cada uno de los seres en particular.
Todos debemos crecer interiormente para conseguir una sociedad mundial que
pueda vivir en paz, y en la que se erradiquen todas esas barbaridades que hoy
son realidades como consecuencia del punto en el que nos encontramos.
Al propósito
de ser mejores le tiene que seguir, obligatoriamente, unas acciones diferentes
a las actuales para alcanzar objetivos o resultados diferentes. Pero no basta
con pensarlo y automáticamente reaccionar, hay que reflexionar y darse cuenta
de lo que hacemos hoy y de lo que cosechamos con ello. Es entonces cuando
estaremos preparados para modificar conscientemente nuestra conducta. Nunca
debemos hacer por hacer si no estamos presentes en lo que hacemos, si no somos
conscientes de ello. No nos vale dejar de ser un robot del tipo 1, para
convertirnos en un robot del tipo 2. No se trata de ser un robot sino una
persona íntegra, coherente, consciente, que siente que ha de hacer el bien, que
ama a los demás, que es capaz de ser flexible, tolerante y se puede poner en el
lugar del otro, que hace un esfuerzo por comprender al otro. Hay que llegar a
ser personas que nos demos cuenta de las repercusiones de nuestros actos, y en
ese mismo estado de consciencia, decidimos hacer el bien para todos. Justo al
llegar a ese punto la sociedad estará curada, dejará de existir la violencia,
las guerras, los robos, los actos deshonestos, ruines y traidores. La competencia
se tornará en colaboración, dejaremos de distanciarnos los unos de los otros, y
pasaremos de ser competidores a ser colaboradores, compartiremos proyecto,
aunaremos nuestras fuerzas para alcanzar las cotas que nos marquemos, y que por
supuesto, estarán más cercanas al ritmo biológico natural.
De todo esto
no nos hablan a diario ni en las clases, ni en los trabajos, ni en los
informativos de los medios de comunicación, parece no importarle a nadie, si
acaso les importa a pocos. Esos pocos han comprendido algo en algún momento de
sus vidas y por eso sus voces no cesan, siempre estarán dando testimonio de
aquello que saben y consideran primordial para la humanidad. Esa voz ya nunca
la podrán callar, incluso más allá de su muerte quedará impresa, escrita, y
otros muchos siempre podrán leerla, dará la oportunidad de resonar en el
interior de otros, podrá servir para que otros se cuestionen cosas y comiencen
una reflexión. Cuando la persona se para, abandona el ritmo impuesto y
reflexiona, se abre una puerta, la de la identidad que eres, te conviertes en
un ser con criterio propio que deja de ser arrastrado por la información,
muchas veces, vacía que ofrecen los medios, las aulas, las reuniones de trabajo
o de amigos.
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