En televisión se suceden los
anuncios de las diversas marcas y modelos de coches, pero no te dejes enganchar
por las actuales cifras que publicitan, te exigen una entrada alta y una última
cuota igualmente alta, además de los cuatro o cinco años pagando coche. Pero
eso no es todo, desde el momento que comienza a moverte de un lado para otro,
el coche come, hay que poner combustible continuamente… eso significan euros de
tu cartera, horas de trabajo, esfuerzos. Aun así, hay que seguir sumando algo
que la ilusión y la emoción de la compra, del disfrute de un vehículo nuevo,
etc., no repara en que desde el mismo momento en el que comienza a rodar,
comienza el desgaste de los materiales mecánicos, eléctricos y de rodadura: los
neumáticos. También comienza la cuenta atrás para hacer el primer cambio de
aceite, filtro de aceite, filtro de aire, filtro de gasoil o gasolina y filtro
antipartículas. A todo eso se le debe incrementar la mano de obra de los talleres
para conservar el automóvil en buen estado de uso. Pero no hemos acabado aquí,
tenemos que sumar el importe del seguro que se abona anualmente, dividan su
cuantía entre los doce meses del año, para conocer su gasto mensual. Hagan
igual operación con el impuesto de circulación que expide el Ayuntamiento
contra nuestra cuenta bancaria. Y cuando crees que lo tienes todo controlado
vienen las revisiones de la ITV, en las que suelen encontrar cualquier
desperfecto por pequeño que sea, que nos hará ir, de nuevo, al taller y a
desembolsar algunos cientos de euros más.
Tener un coche te da comodidad,
pero a qué precio, esto es lo que hay que mirar y calcular antes de pasar por
la espaciosa exposición de un concesionario… ¡los coches nuevos son tan
vistosos, gustan tanto!, que solo piensas en poseer tu vehículo flamante y
pasearte en él. Después vienen las lamentaciones y las angustias… el sueldo no
nos llega y el coche se lleva más tiempo parado en la puerta de la casa que
dando servicio… pero algunos dirán: “ese es mi coche” y con ello se
conformarán.
Lo ideal sería tener una economía
bien saneada y cambiar de coche cada cuatro años aproximadamente, de ese modo
se recupera buena parte del precio abonado en su día y, además, no habremos
tenido problemas mecánicos. Por tanto, su coste es menor que cuando envejece
con nosotros, pero con los trabajos actuales cuántos privilegiados de esos hay
en nuestra sociedad, ¡ojo!, privilegiados que además coman, vistan y calcen adecuadamente,
no que nos enseñen el coche, que se paseen en su nuevo automóvil, pero no sepan
cómo van a pagar la compra semanal del supermercado… hay que comer.
Tener un coche no es ninguna
ganga, tenlo en cuenta y valora bien cuáles son tus condiciones laborales.
Comprueba si tu solvencia te lo permite y si la seguridad de tu trabajo la
avala. Ten en cuenta que algunos dirigen el barco social hacia un espigón y lo
normal es que quede varado, tarde o temprano. La emoción de la compra va por un
lado y, tener cubiertas las necesidades básicas, va por otro lado.
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