En EEUU se ha armado una buena,
sobretodo, con las movilizaciones de los jóvenes que han levantado la voz
contra el derecho y la libertad a llevar armas. Han instado al Presidente a que
haga algo contra el uso indiscriminado de las armas. Lo primero que se le ha
ocurrido a Trump es que se prohíba la venta de una pieza que permite convertir
armas no automáticas en armas capaces de hacer muchos disparos por minuto y,
aunque es insuficiente, se han levantado voces en contra de aquellos políticos
untados por la Asociación Nacional del Rifle. Los jóvenes también han
interpelado a algún Senador en sus manifestaciones, en el sentido de que dejen
de admitir más dinero de esa misma asociación. En las imágenes que nos han
ofrecido por televisión pudimos ver al Senador reprendido por coger dinero de
la RNA, cómo asentía con su cabeza, supongo que avergonzado, pero solo hizo
eso, no dijo nada, supongo que como casi todos los políticos del mundo en
puestos relevantes… callará y trincará.
Ahora Trump ha tenido otra
ocurrencia: solucionar el problema de las matanzas al estilo del viejo Oeste,
que los profesores lleven armas para defender a los alumnos. Que se les formen
y entrenen en el uso de las armas y vayan a enseñar matemáticas, física, literatura,
etc., armados y dispuestos a usar sus armas contra el primero que abra la
puerta de sus aulas y lleve algo en la mano sospechoso de ser un arma. Trump
trata de solucionar un problema de armas con más armas, así tal vez se vendan
más armas y todos contentos, también los de la RNA (Asociación Nacional del
Rifle), que para eso son los que donan fuertes cantidades de dinero en las
campañas de algunos partidos y Senadores.
Yo tengo otra idea, a ver si se
le ilumina la neurona libre a Trump, digo que debo alcanzar la neurona libre
porque las demás, que son pocas, las tiene ocupadas con los proyectos de las
torres Trump, o sea, con sus negocios, su orgullo y su soberbia. Le propondré
que hagan una ley por la que se recorte aquella ley de mil setecientos y pico…
¡ya está bien obsoleta! Aquella ley permitía para la defensa propia comprar y
portar armas libremente, pues para que no se nos enfaden los de la RNA que se
pueda seguir comprando armas pero que no se puedan portar, o sea, que no se
puedan sacar de casa a menos que vaya uno a practicar el tiro en lugares
especializados para tal propósito y en un contenedor cerrado y seguro. Quiero decir:
que nadie puede sacar un arma de su casa y llevarla encima, al cinto o en una
cartuchera al hombro, de esas que tanto vemos en las pelis de polis en la tele
o en el cine. Mucho menos se puede autorizar a nadie a que lleve consigo un
fusil de ataque o asalto con disparo de repetición y bestialidades así, que no
estamos rodando ninguna peli de Hollywood. Es tan fácil como tener la voluntad
política de hacer las leyes pertinentes para acabar con el juego por el que
algunos se creen Rambo o el justiciero de la ciudad.
Creo que esas leyes que propongo,
en ese sentido, nunca verán la luz en América porque la industria de armamentos
es un pilar económico demasiado fuerte allí y tiene comprada la voluntad
política de su Parlamento. Sería una medida demasiado humana en defensa de las
personas, pero Trump y muchos americanos prefieren matar con sus armas, vender
muchas armas, poner en peligro la vida de la población… que así dice sentirse
más segura. ¡Hala! armas para todos, matanzas por doquier, vuelve la fuerza de
la razón implantada por los tiros y en breve Trump propondrá que se nombren
Sherifs, que se construya una horca para las ejecuciones públicas y, a vivir de
nuevo en Dodge City.
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