Tengo un amigo, que no nombraré
para preservar su intimidad, con el que los últimos veintitantos años hemos
sido, como se suele decir, uña y carne. Nos hemos entendido a las mil
maravillas, nos hemos querido como hermanos y, además, sin habérnoslo propuesto
cantidad de personas en todo ese tiempo, nos han confundido, nos decían que si éramos
hermanos. Le tengo muchos días en mi mente, vive, pero es complicado
comunicarse con él, hace tres años se vio afectado por unos mareos que
desembocaron en ciertas perdidas de la razón que se alternaban con periodos de
lucidez, que han ido confluyendo con cierta dificultad en los movimientos y,
sobretodo, en un sufrimiento infinito, principalmente, para él que siempre ha
referido no saber qué le sucede, pero que hay algo o se ha metido en algo en él
que no le deja vivir ni descansar, así se ha expresado siempre. Ha costado
mucho que le dieran un diagnóstico, le han hecho decenas de pruebas, ha pasado
por diferentes especialistas, han usado técnicas diversas para concluir en que
padece un Parkinson asociado a una demencia con lagunas de Lewis y, creo que me
refirió su esposa y amiga, quiero recordar que con otra dolencia más… así no
levanta cabeza. Le ponían un tratamiento y empeoraba, al final los mismos
médicos han decidido no medicarle porque dicen que con sus males lo que le va
bien a una de las dolencias le hace empeorar de las otras, o sea, que mejor sin
pastillas.
El caso es que se consume, ha
tenido periodos en los que ha comido desmesuradamente, casi todo el día pero no
engordaba ni un gramo, sino todo lo contrario. Ha sufrido estos últimos años
ansiedad casi todos los días y a casi todas las horas, no podía parar sentado
ni un minuto se tenía que levantar constantemente, no se podía poner frente a
una pantalla ni de ordenador ni de televisión, porque se ponía más tenso y
nervioso. No podía dormir, se pasaba las noches acostándose y levantándose una
y otra vez hasta llegar la mañana, dormía a ratos, cuando su cuerpo se rendía,
pero solo cortos espacios de tiempo. Ya lo ven ustedes, eso no es vivir, ni él
ni los que le rodean… nos parece increíble cómo se puede deteriorar tan
aceleradamente la mente de una persona y su cuerpo en general, no nos parece
comprensible pero ahí está, luchando cada día sin conocer a su enemigo, una
batalla que ojalá pudiera ganar pero que creemos no tiene vuelta atrás. Cuando
por fin se le ve un día más tranquilo ese es el consuelo que nos queda, todos
decimos con alegría: hoy, al menos, está tranquilo.
Tres años han sido suficientes
para dejar a una persona, relativamente, joven, fuera de juego. Está, se le
quiere, se le besa y abraza, pero vive, desgraciadamente, una frecuencia
diferente… duele verle así. Recuerdo las horas que hemos vivido juntos, las
cosas que hemos hecho juntos, los paseos que hemos dado y las largas horas de
conversación sobre el crecimiento interior, la realización, etc., temas que
compartíamos y de los que tanto disfrutábamos. Todo eso ha quedado atrás, nos
ha sido arrancado de cuajo por la circunstancia que nadie entiende cómo se
inicia, por qué sucede, y sobretodo, con la celeridad con la que se propaga o
destruye. No sé cuánto tiempo te tendremos entre nosotros amigo, pero que sepas
que te he querido de verdad como decían las gentes: como si fuéramos hermanos… ¡te
quiero hermano!
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