No puede haber
familias sin ingresos, esto es un crimen social del que somos responsables
todos, los políticos directamente por tener en su mano el poder de legislar y contrarrestar
estas situaciones; nosotros indirectamente por no haber luchado lo suficiente y
permitir que los políticos crearan “el corralito de los privilegios exclusivos”.
Nadie puede
vivir sin obtener ingresos suficientes, que tampoco es recibir 426 €, señores
que con esa limosna no se paga ni la luz y el alquiler juntos, cómo se come.
Qué están ustedes queriendo decir, que sobra población, que se tienen que morir
algunos, que no deben estar aquí por más tiempo. La sociedad tiene que ser
equitativa, justa y solidaria, no podemos dejar en la estacada a aquellos que
la mala fortuna les dejó fuera del tablero de juego. Tenemos que articular
mecanismos de protección, no se les pueden dejar morir de hambre, sin viviendas
donde protegerse, etc. Al mismo tiempo hay que tratar todo esto sin que
alentemos la vagancia, se debe socorrer a cambio de trabajo y dedicación a la
sociedad, que seguro los harán con sumo gusto.
Los de arriba,
lamentablemente y aunque se lo puedan imaginar, nunca lo comprenderán porque en
su estatus van de sobrados. Todo lo tienen cubierto, hasta lo que no es útil o
necesario, porque el aburrimiento tiene estas cosas. Pero hay que bajar y
codearse con las personas en situaciones más deprimidas, socialmente hablando.
Hay que entender qué está sucediendo, quiénes somos, qué pretendemos, qué
proyecto colectivo, social, como humanidad pretendemos realizar y, caminar
todos en su consecución. Las personas somos personas y tenemos unas cualidades
que debemos actualizar y manifestar. Si las dejamos escondidas, ocultas para
nosotros y para los demás, yo estoy seguro, que habremos desperdiciado nuestra
existencia. Seremos más ricos monetariamente pero no habremos dejado de ser,
posiblemente, un ser despiadado y sumamente egoísta con los demás.
Las personas
en situación de exclusión social, también son nuestra responsabilidad, todos
somos necesarios. Nadie que se sienta infeliz acepta el sistema, colabora y se
siente motivado. Cualquier persona así debe ser socorrida por humanidad en
primer lugar y porque puede haber una carga familiar inocente, como es el caso
de los niños pequeños, que no debieran sufrir las repercusiones de la desmedida
ambición y corrupción de un sistema enfermo. El sistema debe reequilibrarse o
redimensionarse y priorizar aquellos temas que son urgentes. Se deben coordinar
los estudios con los puestos de trabajo que se van a crear. Al mismo tiempo se
debiera disponer de tantos puestos de trabajo como cantidad de personas
dispuestas a trabajar.
Una sociedad
de gentes felices no supone una traba al progreso y a la realización de los
proyectos necesarios para el desarrollo. Al mismo tiempo proporciona consumo,
alegría en el gasto, movimiento económico; todo aquello que ahora es una utopía
a pesar de que nos vendan los puestos de trabajo que en condiciones engañosas y
deplorables está generando el actual sistema perverso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario