Si el hombre
como cualquier ser vivo necesita unas condiciones de vida favorables, tales
como una alimentación sana, un aire que respirar limpio, un techo digno donde
vivir y una confianza en sí mismo; por qué hay personas que proporcionan lo
contrario, por qué hay personas que permiten que se den condiciones nefastas o
destructivas del medio ideal y posible que deberíamos disfrutar.
Es muy
corriente argumentar que no debemos pensar que hay gente que se levanta con el propósito
de hacer el mal, pero es que lo hacen, sabiéndolo o no. Ahí van algunos
ejemplos: Los alimentos manipulados en factorías industriales están conservados
a base de compuestos ajenos a ellos, que dicen llevar en escuetas cantidades,
que difícilmente serán nocivas para nuestro cuerpo. Eso dicen porque hay que
seguir vendiendo y alejando de las mentes el fantasma de las posibles
consecuencias que puedan provocar esos productos añadidos a los alimentos. Otro
ejemplo donde todos nos vemos inmersos en mayor o menor grado, dependiendo de
donde pasemos el mayor tiempo de nuestras vidas, es la contaminación provocada
por las fábricas y por los vehículos a motor de combustión, o sea los que se
mueven a costa de la energía de los combustibles fósiles. A pesar de que
disponemos desde hace décadas de tecnología suficiente como para que los
vehículos se desplacen con motores eléctricos, magnéticos, por aire comprimido
e incluso por agua; pero los intereses monetarios que se generan con la venta
de los derivados del petróleo y la imposición de los poderosos productores de
estos, impiden que los que pudieran hacer algo lo hagan. Hay más ejemplos sin distanciarnos
de tan solo esos cuatro apartados que enumeré al comienzo: calidad de los
alimentos, del aire, un techo digno y de la confianza en nosotros. Hoy es
corriente ver en los noticiarios como desalojan a las personas de sus casas,
violentamente, sin contemplaciones, sin atender al tipo de personas que se
desahucian: bebés, personas mayores o enfermas, al sistema le da igual y se les
abandona a su suerte en la calle, sean cuales sean las condiciones climáticas.
Y por último quisiera citar un tema más sutil como la perdida de confianza en
sí mismo que propician los estamentos dirigidos por los mismos degenerados que
van a lo suyo, que es siempre un exacerbado interés por lo monetario. Se vive
bajo el mandato de unas normas absurdas para el desarrollo de las personas,
controles, prohibiciones, sanciones, opresiones y una abundante mofa de la
población, por lo insólito de todo lo que tenemos que soportar resignándonos y viviéndolo
con impotencia. Nos dejan sin empleo, sin ingresos, nos lo recortan a su gusto,
nos culpan de la situación, nos manipulan, nos bombardean con las noticias
engañosas que a ellos se les antojan difundir, nos controlan mientras ellos han
creado el oasis perfecto para el libertinaje pactado entre clanes de iguales.
Nosotros levantémonos
para ser nosotros, para seguir nuestras metas, para alimentar nuestros planes y
nuestros pensamientos positivos, obviemos a esos locos degenerados que tratan
de dirigir nuestras vidas, porque lo más sensato es que nosotros las dirijamos
con nuestra mente en coherencia con nuestros actos.
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