Esta sociedad
nos ha impuesto un ritmo, el que a algunos le ha parecido el adecuado y sin
embargo cada persona tiene el suyo. Cada cual tiene su ritmo de pensamiento y
de acción, casi todos nos adaptamos a ese paso que está bien visto, que se
considera como aceptable y que por lo general va más allá del que sentimos como
propio. Esto provoca estrés al tener que atender varias cosas al mismo tiempo,
o simplemente, por tener que marchar a una velocidad desbordante. Lamentablemente
debemos demostrar aptitud en el trabajo que desarrollamos, y digo
lamentablemente, porque estamos bajo la observación y la evaluación de otras
personas, cuando debería prevalecer que el trabajo se haya desarrollado en
condiciones adecuadas.
Esto que
parece una tontería y que es tan asiduo, nos hace, la mayoría de las veces,
infelices, nos anula la ilusión por el trabajo, nos provoca estrés y nos hace
enfermar, padecer de los nervios, del estomago, estar contraídos, tensos,
faltos de energía y con demasiada agresividad contenida. Cada persona tiene
destrezas diferentes para resolver las situaciones que se les plantean, cada
uno tenemos un grado de conocimiento, un biorritmo distinto y por tanto, un
modo de funcionamiento que no es exactamente igual al de los otros. Cada
persona se siente bien cuando va a su ritmo, esto es como salir a hacer
footing, tu vas bien y disfruta de la carrera cuando te mantienes a tu ritmo,
cuando tus funciones vitales se encuentran dentro de un intervalo que te es
cómodo y donde tus órganos trabajan con un margen de seguridad o confort, por
encima de esto comienzas a sufrir más de lo que sería deseable; es entonces
cuando pueden sobrevenir los problemas.
En el trabajo
pasa algo parecido, pero se imponen los plazos de entrega o de terminación,
dependiendo de la tarea de que se trate y no se atienden las particularidades
de cada uno. El engranaje tiene que seguir a pesar de las condiciones de cada
cual, así que quiénes no pueden seguir
el ritmo, se mantienen en la empresa enfermando con más frecuencia de la que
sería normal, teniendo que coger la baja por enfermedad y ausentándose el
trabajador en más ocasiones de la que él mismo quisiera hacerlo. La sociedad se
ha deshumanizado, no sabe qué defiende y lo que defiende se ha apartado de las
personas. Priman los objetivos económicos, eso es lo que tira de todo lo demás,
los dólares, los euros, las grandes transacciones, los bancos, las grandes multinacionales,
los beneficios y la competencia.
A pesar de
todo lo expuesto, el sentido de este escrito es que cada uno debe moverse a su
ritmo, debe sentir a su ritmo, y cuando uno encuentra su velocidad y es capaz
de instalarse en ella; comienza a sentirse mejor, más relajado física y
mentalmente. Como damos por sentado de que nos han estado empujando desde
pequeños, paremos, ralenticemos cada paso, cada movimiento, estemos más
presentes, seamos más conscientes de lo que estemos haciendo y saldremos
ganando. Vivamos más a cámara lenta, con nuestra mente enfocada en lo que se
hace y nos irá mucho mejor.
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