Hace unos días
hablaba con unas conocidas, con las coincidía en un breve curso de
presentaciones con Prezi, y se terció hablar del empleo; expuse mi pensamiento
al respecto, que los que me leéis lo conocéis y rápidamente lo calificaron de
utópico. A mi me sorprendió que ellas reprodujeran, fielmente, los criterios
que defienden los neoliberales en televisión. O sea, que repetían aquello que
tanto les oigo a los tertulianos en los debates de plató. Es curioso que ni
siquiera se hayan parado unos segundos para formar su propia opinión o para
crear su propia idea sobre el tema. No admitían la idea que yo defendía, que el
Estado somos nosotros y que si a los empresarios no les preocupa el pleno
empleo, para no perder poder en las negociaciones e imposiciones de las
condiciones de trabajo; tendría que ser el Estado quien tuviera que ponerse
manos a la obra para solucionar este asunto.
No lo ven, la
gente no ve este extremo, no comprende que el Estado existe porque lo
mantenemos entre todos, para que funcione como gestor y conseguidor del bien
común. Ellas defendían algo sobre lo que yo también estoy de acuerdo, que el
Estado lo que tiene que procurar es de que se den las condiciones para que los
empresarios puedan dar o crear empleo y para que las personas deseen hacerse
empresarios o emprendedores, como está de moda designarlo. ¿Pero qué sucede si
aún dándose las condiciones favorables no se crea empleo, o al menos, no la
cantidad de puestos de trabajo necesario como para que todos podamos trabajar?,
¿el Estado mira para otro lado, como hace ahora y permite que pasen hambre dos
millones de familias? Creo que no es ni correcto ni justo que el Estado esconda
la cabeza ni se lo debemos consentir. Tiene que ampliar el presupuesto o bien,
destinar otras partidas previstas, pero menos urgentes, para crear puestos de
trabajo. Hablo de hacer empresas, fabricas o cualquier otros negocios necesarios,
porque se estén adquiriendo productos fuera y son de uso frecuente. También
puede ocurrir que haya recursos en diversas zonas del territorio, que se venden
para ser manufacturados en otras regiones o países; habría que implantar la
manufacturación en un lugar cercano a donde se encuentra el recurso y
comercializarlo para enriquecimiento de la zona de producción.
Ya se que he
hablado de este tema en varias ocasiones y no voy a prolongarlo más, pero se dio
esta circunstancia, esta conversación hace solo dos días, y no llego a comprender
como no se implementan proyectos tan razonables y necesarios. Estamos hablando
de una necesidad primaria en una sociedad como la actual, donde todo se
adquiere pagando por ello. En una sociedad donde el dinero es necesario para
que una familia pueda estar integrada, pero sobre todo para que pueda vivir,
sencillamente eso, vivir, que no sea marginada, desahuciada, que pueda hacer
frente al pago de la luz, el agua o el gas, todos ellos servicios necesarios y
básicos. Lo opuesto a todo esto sería: la huelga de los millonarios del fútbol
o el derroche que van a hacer los partidos políticos en sus campañas
electorales, un gasto totalmente superfluo, y no hablemos de los dineros
robados en los numerosos casos de corrupción, amnistía fiscal…
No hay comentarios:
Publicar un comentario