De nuevo otra
tragedia y otro fracaso de la humanidad, incluyendo toda la parafernalia
burocrática de los Gobiernos y las diferentes asociaciones, organizaciones
mundiales, etc. De nada sirven, cuando se repiten los fiascos en inmigración
como el que está ocurriendo en el Golfo de Bengala, donde seis mil personas
procedentes, en su mayoría, de Birmania han salido de su país embarcadas y
huyendo por ser una minoría musulmana.
Las
autoridades de Indonesia, Malasia y Tailandia se niegan a acogerles y el único
detalle de generosidad es ofrecerles algo de agua y comida; por otro lado, como
no quieren que alcancen sus tierras lo que hacen es remolcarles hacia alta mar
y abandonarles a su suerte, en el mayor desprecio que se le puede hacer a la
humanidad.
De nuevo, las
fronteras, las leyes, el egoísmo y entender mal el sentido religioso de un
pueblo o parte de él, genera: terror, odio, abandono y seguro que enfermedades
y muertes; porque en esas pésimas circunstancias de higiene, hacinamiento, desatención,
casi sin agua y sin comida, no puede traer nada bueno para todas esas miles de
personas. Falta sintonía entre los países, existen cientos, miles de
organizaciones que esconden la cabeza y no me refiero a las que trabajan con
sus propios medios, con los que se procuran, sino que me refiero a las
constituidas gubernamentalmente, entre gobiernos de muchos de los países del
mundo.
Cada día se
hace más cruel este planeta que soporta tantas guerras, tantos asesinatos, que pone
en evidencia el enorme delirio mental que estamos padeciendo. Los problemas tan
enormes por las diferencias de bienestar y confort entre las distintas zonas el
mundo, las dictaduras que viven en la opulencia mientras mantienen sumidos a
sus ciudadanos en la más terrible hambruna. Se opone la imagen de los magníficos
palacios, de las imponentes muestras de la vanidad de algunos, contra la
pobreza extrema del resto de los habitantes de esas regiones. ¿Nos hemos vuelto
locos o qué está pasando?
Hay recursos
suficientes en el mundo como para que todos viviéramos muy bien. Hay dinero en
el mundo, que si se distribuyese más racionalmente, podríamos vivir todos
mejor. Hay extensiones de tierras tan enormes como para que ningún ser vivo
pasara hambre con el cultivo de las mismas. ¿Por qué se tiene que castigar a
las franjas de población más débiles? Nos estamos equivocando completamente, el
ser humano ha dejado de serlo, es ahora un depredador más, ha entrado por
méritos propios en el mundo salvaje, se ha embriagado de tanta vanidad,
prepotencia y egoísmo; se ha olvidado de sus semejantes y hace la criba fácil,
la que se asemeja a un matadero y perdonen la comparación. No le importa al
hombre actual sacrificar a los otros cuando no siguen sus pautas, cuando exigen
su libertad o cuando le quieren mover el sillón. El poderoso quiere seguir
explotando a sus semejantes para seguir estando arriba, para diferenciarse,
para seguir enriqueciéndose del trabajo de los demás. Hacen falta dosis de
humildad y de humanidad tremendas o esto se va a pique.
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