Ya estoy harto
de escuchar y escribir sobre política. Escuchar porque hablan con medio
sentido, no con el sentido completo, no quieren hacer el esfuerzo de ver y
comprender, lo que si que tienen es mucha tendenciosidad, no encuentro
objetivos a los informadores, no son todos pero si una gran mayoría. Están
contaminados por las fuentes del “ingobierno”, por las burdas manipulaciones
del poder, por el mismo miedo que tienen de ser desplazados y redundan en los
mismos criterios falsos que llegan a cansar.
Por otro lado,
estoy harto de escribir de política porque parece que la gente no quiere salir
del cascarón de falsa seguridad, que los colores de toda la vida creen que le
está proporcionando. Ya hemos visto que son falsos, traicioneros y bastante
corruptos, no todos pero sí muchos de los actores políticos, aún así con este
panorama al que los medios de información aluden constantemente, la gente
parece no enterarse de nada. Ya se que el CIS lo manipulan para hacer que los
ciudadanos encuentren mayor seguridad y validez de su voto si lo dan a una
fuerza política o a otra, dependiendo de la popularidad y el triunfismo que les
dedique el CIS, aunque sea aparente el
resultado electoral difundido.
El juego
político que debiera ser el juego de la democracia para hacer cosas tan serias
como conseguir el bienestar de todos los
ciudadanos, se ha convertido en una investigación de los trapos sucios para
desacreditar, en escuchas ilegales, en verdaderos casos de espionajes contra
los adversarios y unas batallas interminables de insultos y descalificaciones
en el parlamento, en la radio y en la televisión. Entran en nuestras vidas con
total falta de honradez y ética, se
llevan todo cuanto pueden, incumplen las leyes, nos imponen las obligaciones
que les vienen en gana, ignoran a una parte de población deprimida y camino de
la marginación social, no asumen sus responsabilidades, compran a los jueces y
fiscales, viven en connivencia con empresarios y banqueros a los que les
adjudican obras por cantidades engordadas, que pagamos entre todos para que
ellos se lleven sus comisiones. Al final del todo, si la cosa se pone fea,
siempre tienen el aforamiento y la prescripción de delitos, demoran los
procesos, ponen cuantos palos consideran oportuno en las ruedas de la justicia
y salen indemnes.
No hay que ser
muy listo para ver qué es lo que está pasando, qué están haciendo
descaradamente delante de nuestras narices y qué están dejando de hacer que
sería su obligación hacer, por responsabilidad de sus cargos públicos. Tienen
una lucha continua por el poder, por no perder votos en las siguientes
elecciones, por coger la subvención estatal que ellos mismos se fijan por cada
voto, por cada escaño o diputado. A ellos no les importa coger del “papá Estado”
aunque bien que nos critican cuando dicen que los españoles nos hemos
acostumbrado a que nos resuelvan los problemas el “papá Estado”. Ellos viven
por encima de nuestras posibilidades.
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