Después de las
elecciones comienza a volar sobre nuestras cabezas el fantasma de la
ingobernabilidad, pero lo hace por la inutilidad de nuestras leyes y por el
sensacionalismo de los medios de comunicación. En este país gusta lo absurdo,
lo complicado y lo falto de sentido común, además de abundar las revueltas para
tratar de agarrar el poder, sea como sea.
No hay
ingobernabilidad si se emplea la inteligencia, pero esto es algo de lo que
carecen los manipuladores que tenemos por gobernantes. La ingobernabilidad solo
está en los intereses de algunos por hacerse una mayoría que pase como una apisonadora
por el Estado español. Eso no es gobernar, eso es imponer a la fuerza, eso es
calzarse un número más pequeño con ayuda del calzador.
El pueblo
español ha hablado, ha decidido y somos mayores de edad, así que no le den más
vueltas a lo que hemos decidido. Hemos votado unos programas de unas
formaciones políticas, y lo primero que ya deberían de haber hecho todos los
partidos con representación parlamentaria, es poner su programa sobre la mesa a
la vista del resto de formaciones elegidas, para concretar aquellos puntos que
coincidan en los programas de todos, pues serán las primeras medidas a tomar en
cuenta. Después las que coincidan en una mayoría de programas, que serán las
siguientes en implantarse y, por último, las que no se repiten o se repiten en
minoría, que deben ser votadas por los 350 diputados de la Cámara. ¿Veis qué
fácil?, resuelta la supuesta ingobernabilidad de la que se sirven los medios
para hacer horas y horas de tertulias machaconas. También es aprovechada por
los líderes de los partidos políticos para seguir haciendo campaña, para darse
importancia en esa búsqueda de la mayoría, que imponga y reprima ignorando lo
que los ciudadanos hemos elegido en las urnas.
Sin embargo,
tal como lo planteo, ningún ciudadano podrá decir que su voto no haya servido
para nada. Su voz es escuchada y rápidamente las propuestas de sus partidos
salen adelante cuando coincidan con lo que piden otros partidos, y cuando sean
diferentes se someten a voto de los 350 diputados, sin mayorías aplastantes y
sordas.
Esta es una
forma de respeto absoluto por lo que piden los ciudadanos en las urnas. No hay
ingobernabilidad que valga cuando hay verdadera voluntad de los políticos para
sacar las cosas adelante. Lo que ocurre es que casi todos tienen el ego muy
grande, y quieren ser ellos y nada más que ellos, egoístamente quieren hacer
prevalecer las ideas de sus partidos sin oír lo que proponen los demás, que
puede ser tan bueno o mejor que lo que ellos proponen, pero que, sencillamente,
a ellos no se les ha ocurrido.
Habrá puntos
coincidentes en los programas, pero que cada partido lo haya matizado de un
modo diferente, pongamos por ejemplo, que una formación ha pedido que el SMI ha
de ser de 800 €, y otro ha pedido que sea de 1000 €, bueno es algo a consensuar
por todos. Lo que queda claro es que el SMI se tiene que elevar a una cantidad
entre esas dos cifras, que tendrá que fijarse por acuerdo. Así con todo,
siempre que vaya en el mismo sentido, ese es un mal menor y nada que no pueda
ser dialogado.
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