En mi anterior
escrito refiriéndome a la noticia de la cumbre en Paris por el cambio
climático, recordarán que lo titulé: El Paripé climático. Ahora que dicha cumbre
ha finalizado, estoy en situación de decir que así ha sido, una comedia o si
quieren una farsa. Lo que no han dejado de difundir los medios televisivos es
la euforia de los que habían intervenido, todos aplaudiendo, todos muy
risueños, festejando el “éxito” de la cumbre y de los acuerdos adoptados.
Festejaban el
logro que significaba que los 195 países participantes lo hubieran firmado,
porque como hasta ahora han hecho no sé cuantas cumbres y no firmaba ni Dios.
Pero han firmado un plan de actuación que no comienza hasta el 2020, como no es
urgente, para qué van los gobernantes a correr. ¿Y qué han firmado?, este el quid
de la cuestión:
1- Crear un
fondo anual de 100.000 millones de dólares para ayuda a la industria de los
países con economía emergente, al objeto que se acondicionen dichas industrias
en cuanto a estar dotadas de los equipos que eliminen o reduzcan la
contaminación.
2- Que no
suba más de dos grados la temperatura en la Tierra, a final de siglo.
Esto
es todo lo que provocaba la alegría de los que se esforzaban por justificar su
trabajo en la cumbre. Sinceramente, me parece una ridiculez, que las medidas no
comiencen hasta dentro de cuatro años. Me parece patético, que las aportaciones
de cada país para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero sean
voluntarias. Y me parece totalmente tendencioso, que no se pongan de acuerdo
para dejar de usar carbón, que tanto contamina su uso, y peor aún, que no
accedan a reducir el consumo de combustibles fósiles, petróleos y sus
derivados.
Ahora
si se habrán dado cuenta de la tomadura de pelo de aquella falsa algarabía de
dirigentes, ante las cámaras de televisión. El acuerdo comienza muy tarde y no
contraataca los verdaderos responsables de las emisiones de gases de efecto
invernadero, como son: el carbón y los combustibles fósiles, petróleos y sus derivados.
Los intereses comerciales y las tasas impositivas son tan beneficiosos, que los
negociantes, no los llamaré dirigentes, anteponen el dinero a la salud y la
vida de toda la humanidad, la del resto de seres vivos, la de los ecosistemas
de todo tipo y la del Planeta.
En
definitiva han celebrado de cara a la galería: que han firmado todos, que no se
ha comprometido nadie en lo que realmente importa, que van a poner un dinero de
los contribuyentes para paliar lo que por otro lado no van a dejar de empeorar
con el uso de los combustibles, que nadie quiere prohibir. Las aportaciones
para reducir la contaminación será voluntaria de cada país, o sea, que cada uno
dirá lo que hace, cómo lo hace, o si lo quiere o le conviene hacerlo. Y lo de
comprometerse a que no suban dos grados de aquí a final de siglo, es de
videncia, ¿qué sabe nadie lo que va a suceder de aquí a final de siglo, sobretodo,
si seguimos sometidos a los países productores de petróleo? Poco se ha
arreglado con esta cumbre desde mi punto de vista.
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