Ya se acerca
el fin del año, de nuevo vamos a pasar la última hoja del calendario. Otra vez
todo el rollo de las campanadas y las uvas, un adiós a otro año en el que no
hemos sido capaces de acabar con las miserias del mundo. Siguen las gentes
padeciendo el hambre, el horror de las guerras, las mutilaciones y las muertes.
Otro año más contaminando y descuidando al Planeta, ¿cuántos más podrá
soportar?
El mundo “desarrollado”
vuelve a preparar una fiesta para despedir al año. Las mesas ya no tienen
espacio para poner más bandejas con comida, ni hay huecos para tantas botellas
y tantos vasos. Tampoco hay sitio para más sillas, ni para más comensales. Y
mientras todos bebemos, comemos, saltamos o bailamos, hay una parte de la
humanidad que es olvidada, porque su recuerdo empañaría la fiesta; pero hay que
tomar conciencia de que existen, que están ahí dejados de la mano de Dios.
Olvidados por todos nosotros, que no reaccionamos a favor de los más
desfavorecidos, que no exigimos de nuestros gobernantes una respuesta.
El fin de año
ya está aquí, el cinco se empieza a desprender y asoma el seis en su lugar. La
gente da vueltas de un comercio a otro, buscando el regalo perfecto, el que
haga feliz a alguien, momentáneamente o por un tiempo. El dinero circula y
mientras las cajas de los negocios se van llenando, nuestros monederos se van
debilitando, pero en estas fechas ¿quién no hace un esfuerzo?, lo malo es que
muchos no pueden hacerlo y descalabran el resto del mes. Y mientras todo esto
va ocurriendo, las mentes ciegas, no ven más allá de sus pretensiones y de su
pequeño mundo familiar. Son incapaces de mirar al resto de los seres vivos: a
los pobres de verdad, a los que no tendrán qué comer, a los que beben agua
contaminada, a los que no dejarán de oír detonaciones causadas por las bombas,
a los que están al borde de la muerte por enfermedad o por las acciones de las
guerras. ¡A toda esa gente, no la podemos olvidar porque sea fin de año!
Debemos tomar
conciencia del mundo que estamos alimentando directamente o indirectamente. La
humanidad no existe para que una parte se aproveche de otra parte. No somos
depredadores como mostramos con los salvajes sistemas de vida que hemos
implantado. Al menos, no deberíamos ser depredadores, y esto sucede porque
estamos sordos y ciegos. Somos unos inconscientes y unos egoístas, nos creemos
el centro del mundo y no somos nada. Pongámoslo en perspectiva con respecto al
universo, ¿qué somos, puntitos? Y no siendo nada, nos dedicamos a fastidiar al
de al lado, en lugar de tenderle la mano. Defendemos la vida con la boca, pero
les quitamos la vida a los animales y a las personas, no hemos aprendido casi
nada porque el nivel de conciencia de la gran mayoría no les permite concebir
otra forma de vivir. Se quedaron estancados en las cavernas, siguen repitiendo
el estilo de vida de los hombres primitivos en muchos de los sentidos, a pesar
de que vayan vestidos y aparentemente parezcan civilizados.
El año que
viene volvemos a tener algo más de tiempo para crecer, para llegar a ser
distintos y más humanos. Para dejar de justificar que el hombre es así por
naturaleza. Nosotros tenemos inteligencia y, sobretodo, conciencia, que si la
desarrollamos no nos permite ciertas cosas que ahora se ven como normales,
¡haced la prueba y lo comprobaréis! FELIZ FIN DE AÑO A TODOS LOS SERES VIVOS
DEL PLANETA.
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