Si no piensas
como yo, eres mi enemigo, o mejor dicho, eres enemigo de España. Esto es lo que
piensan y difunden por las ondas, en periódicos o Internet, algunos periodistas
que, ellos mismos, se sitúan a la derecha de la derecha.
Ya estamos
hartos de la derecha y la izquierda, de la distancia de ideas y fragmentaria,
que algunos arrastran por las televisiones y emisoras de radio. No es tiempo de
división y desgaste entre nosotros, ¿es que no nos damos cuenta que nadie gana
con este derroche de energías?
El proyecto de
futuro ha de ser un proyecto conjunto, donde cada uno de los ciudadanos cuenta,
por tanto tenemos que dejarnos de hablar constantemente de ganar: ¿quién ha
ganado el debate?, ¿quién ha ganado las elecciones? Es la hora de hacer las
cosas de otra manera, de arrimar el hombro, de proyectar una España moderna y
progresista. Es el momento de poner punto y final al desastre y al latrocinio.
Es momento de hacer justicia y volver a recaudar lo que nos fue sustraído, para
disponer de liquidez suficiente con la que llevar a cabo nuestros proyectos.
Es la hora de
que personas sensatas, con sentido común y, sobretodo, con corazón se hagan
cargo de la gestión de los recursos del país. Es el momento de desvincularse de
todos los desaprensivos que vienen a enriquecerse con lo que es de todos. Pero,
sobre todo, es el momento de no pelear más entre todos los hombres de bien de
este país, y dejar atrás la izquierda y la derecha. Todos somos ciudadanos de
España y lo que nos debe importar son los progresos en materia educativa,
social, laboral, tecnológica, medio ambiental, etc. Hay unas prioridades que
afectan a la gente y no tienen color. Hay que atenderlas, hay que luchar por
ellas, y hay que tener muy claro el proyecto de país que pretendemos conseguir
los españoles, no el que nos venga impuesto por entes ajenos, que se mueven por
otros intereses bien diferentes.
Si debemos
estar en una Unión Europea, ha de ser en un espacio donde nos rijamos por políticas
y leyes comunes. No podemos estar por decir que estamos, aunque eso nos retrase
como país, o nos arruine. No podemos estar para cumplir obligaciones comunes,
pero no para percibir los beneficios, igualmente, comunes. No podemos consentir
una Europa rica y una pobre, para que la parte rica imponga sus criterios a la
Europa pobre. No podemos reclamar igualarnos por encima, solo cuando se habla
de las clases altas que pretenden estar al mismo nivel de los homólogos
europeos, pero no lo reclamemos, del mismo modo, cuando se trate del salario de
los obreros. Ya estamos hartos de las comparaciones de este tipo: “Los
políticos españoles están mal pagados con respecto a sus homólogos europeos”,
¿y los obreros españoles con respecto a los trabajadores europeos?
¡Ya está bien
de seguir agachando la cabeza!, ¡ya está bien de humillarse! Esto es lo que
tenemos que comprender todos, se sientan de izquierda o de derecha, unirnos
para defendernos frente al intrusismo que llevamos años sufriendo. Ningún
hombre o mujer de este país, va a poder conseguir nada sin el apoyo de todo el
país, sin la ambición de progreso de todos los españoles, sin que tengamos las
ideas claras y establezcamos un orden de prioridades urgentes,
independientemente de los colores.
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