Se terminó el
escrutinio de las elecciones generales y se puso fin a la alternancia de
partidos entre PP y PSOE. Las nuevas formaciones hacen posible que ninguno de
aquellos consiga la mayoría absoluta, provocando que sean imprescindibles los
pactos para componer Gobierno.
PP 123
escaños, PSOE 90 escaños, PODEMOS 69 escaños, C’s 40 escaños, ERC-CATSI 9
escaños, DiL 8 escaños, PNV 6 escaños, UP-IU 2 escaños, EH Bildu 2 escaños y
CCa-PNC 1 escaño.
Algo
que podemos apreciar es que hay muchas gentes, que aunque les roben, vuelven a
votar a los mismos, una y otra vez.
Otra
singularidad de estas elecciones es que con estos resultados puede costar
componer un Gobierno. Y si siguió usted ayer, por algún medio televisivo el
recuento de votos y escaños correspondientes, vería usted la desigualdad
existente entre partidos, en cuanto a cantidad de votos necesarios para conseguir
los escaños. Dicen que depende de la densidad de población de cada
circunscripción, pero yo observaba que cuando se situaban en cualquier
provincia española, no era lo mismo la cantidad de votos que se le exige a unos
partidos, que a otros. En algunas de las provincias la diferencia llegaba a ser
escandalosa, por ejemplo recuerdo, que en algunas zonas de nuestra geografía
mientras al PP o al PSOE les costaba cincuenta y seis mil votos el escaño, a
PODEMOS le costaba setenta y nueve mil, a C’s ochenta y seis mil, o a UP-IU y
UPyD, aproximadamente cuatrocientos cuarenta mil. Estas desproporciones sobrepasan
el sentido común, ¿tan difícil es repartir el número total de personas que
hayan ejercido el derecho al voto, entre los trescientos cincuenta escaños del
Congreso?, y de esa división se extrae la cifra que indicaría la cantidad de
votos necesaria para conseguir un escaño. Cantidad que debiera ser igual para
todas las fuerzas políticas con independencia de las circunscripciones, y todos esos inventos,
que solo traen embrollos. Ejemplo simplista: votan 100 personas y hay 5 escaños
que cubrir, pues 100 votos entre 5 escaños, arroja el resultado de 1 escaño por
cada 20 votos conseguidos, ¿es fácil, no?, ¿por qué se empeñan en hacerlo
complicado?, ¿por qué no tiene el mismo valor el voto de un ciudadano de una
gran ciudad, que el de una zona rural?
Las
cartas ya están echadas, y ahora esperamos que empiece la partida sin que dejen
de mirar hacia donde lo tienen que hacer, hacia nosotros los ciudadanos.
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