lunes, 19 de abril de 2021

SUMISIÓN SOCIAL

 Covid: el emoji con mascarilla es lo más buscado de Google

                                             Imagen: www.redaccionmedica.com

             Ya le llamo la “borreguilla”, y no mascarilla, a todas horas el trapo puesto en la cara, paseando por delante de bares y establecimientos de copas, en las que se aglomera el personal copas en mano, divirtiéndose, sin guardar distancia de seguridad alguna y sin que nadie ponga orden. De un plumazo en el papel, nunca mejor dicho, la “borreguilla” pasa a ser una obligación aunque te pasees por una calle solitaria, a pesar de que nadie hable del riesgo de los transportes colectivos, o se detengan los empleos de mucha gente, pero no así las competiciones deportivas o los shows basuras emitidos por televisión… deben ser considerados, los unos y los otros, actividades esenciales cuando no se meten con ellos ni los detienen.

            ¿Por qué la Administración pública te advierte de que está a punto de caducar tu certificado digital del DNI y no te lo renueva?, ¿por qué, sencillamente, no te comunica que te lo ha renovado?, ¿por qué te obliga a que te marees haciendo la declaración de la renta, cuando, supuestamente, tienen toda la información de tu estado patrimonial y situación laboral?, ¿por qué la Administración pública no trabaja para facilitarle la vida a la ciudadanía, en lugar de complicársela? Mucha gente tiene que acudir a gestores particulares o privados, para darse cuenta de que la Administración casi siempre resuelve a su favor y no de un modo justo y objetivo.

            ¿Por qué pretenden poner en marcha un pasaporte libre de COVID, si la vacuna dicen es decisión de cada cual que te la inyecten o no? La línea a seguir por los que mandan siempre es la misma, disgregar, separar o distanciar a la gente; el poder lo pretenden y ejercen ellos. A la ciudadanía le dejan el obedecer, aunque sus leyes pueden ser muy defectuosas e injustas en ocasiones. La incoherencia es una cualidad ligada al cargo, el engaño también. Hoy no podemos fiarnos de ningún político de alto rango, en el momento que toca poder. Vale todo, con tal de permanecer en el mismo. La corrupción es la moneda de cambio de esas élites, la mentira recorre cada piedra del Congreso y de los lugares donde se debía impartir justicia. El objetivo es llevar a la población como si de un rebaño de ovejas se tratase, que asuma cuanto se le dice, que obedezca, que calle, que se mantenga sin alborotar, que asienta con la cabeza… ¡que la agache!

            Necesitamos políticos que trabajen para la gente, que antepongan los problemas de la gente, pero no con palabras biensonantes, vacías de acción. Necesitamos un Gobierno que no cese en la marcha de las acciones que encaminen al país hacia el progreso, mediante la consecución de un puesto de trabajo para cada ciudadano en edad y disposición de trabajar. Este es el punto clave, en mi opinión, para que todos los problemas económicos se pudieran estabilizar. Lo más importante es que todas las personas puedan recibir, como contraprestación de su actividad, unos ingresos dignos, suficientes para poder vivir.

            Echo de menos una televisión y una radio en la que se emitan espacios educativos, formativos, con valores. Se despilfarra el dinero a millones en hacer tele o radio basura. Falta el interés por poner la cultura en cada hogar, interesa el atontamiento de los programas de relleno, con discusiones soeces, llenos de insultos y descalificaciones, vacíos de contenido, que no aportan nada a las personas. Para colmo, nos llegan las voces del sumo de la idiotez del lenguaje desde aquellos que hacen como que gobiernan, llamando a niños, niñas y niñez, se puede caer más bajo, ¿se puede hacer una aberración mayor de la lengua?

            Tenemos al otro que deja de ser ministro y reclama un salario mientras recupera otro carguito, pero no demanda una cantidad similar al desempleo de los trabajadores, en esta ocasión un comunista, amparado por la ley, la de los privilegios políticos; pretende embolsarse cerca de seis mil euros mensuales, una cima a la ni siquiera las pensiones más elevadas aprobadas por los políticos, se aproximan.

            Mientras obedecemos llevando todo el día el trapo en las narices (la mascarilla, para mí la borreguilla) y nos paran ciertas actividades por clasificarlas como no esenciales, continúan las competiciones deportivas, no sé quién debe considerarlas primordiales. Permiten ciertos conciertos, ciertas obras de teatro, no dejan entrar al público en los estadios de fútbol, casi están a punto de permitir que acudan a plazas de toro para seguir viendo cómo asesinan animales inocentes, igual que en los mataderos… ¡no entiendo nada!

            Estamos en manos de pollos sin cabeza que corren desesperadamente, alocadamente y sin saber hacia dónde ir. No puede haber mayor desastre que estar gobernados por un ejército de animales descerebrados. Los que al leer esto sientan cierta satisfacción por entender que ataco a los que están, no es así, les toca directamente a los que están, pero es que el resto que trata de hacerles descabalgar son tal para cual. Para todos, los privilegios que criticamos la población, son intocables. Su corrupción es sistémica y no denunciable. No poseen los valores necesarios para conseguir el bienestar de la ciudadanía. Están a años luz de la gente. No están en sintonía con la población. La empatía brilla por su ausencia.

 

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