miércoles, 27 de enero de 2021

DESCONFIANZA TOTAL

  EL VENDAVAL QUE VIENE | VDGG

                                                              Imagen: ggvd.wordpress.com

             ¿Qué nos falta para que tengamos desconfianza total en los que gobiernan y en aquellos que pretenden hacerlo? Lo último que nos quedaba por escuchar es que el cierre de localidades se puede saltar para asistir a un mitin de un partido político, esto lo han dicho con motivo de la inminente campaña electoral en Cataluña. Una vez más los políticos demuestran a las claras que no les importa la salud de la población, o que todo este cuento de cifras con el que nos martillean diariamente la cabeza, es una farsa. El virus es un peligro en una Universidad o en un puesto de trabajo no esencial, pero se van a librar del contagio todos aquellos que acudan a escuchar la sarta de mentiras y promesas que tengan que verter esos siniestros personajes de nuestra sociedad. Al final todos buscan lo mismo, dominar y dirigir, en primer lugar, según convenga a cada uno de sus partidos, a sus organizaciones, para que se mantengan cuanto más tiempo mejor comiendo de lo público, que es su principal objetivo.

            En las Comunidades Autónomas sucede lo mismo, perimetran casi todas las poblaciones, pero su presidente autoriza que se salten los perímetros para ir a esquiar, por ejemplo, como ocurrió en la Comunidad andaluza. Otro ejemplo que refuerza la desconfianza que debe tener la población hacia los políticos es el caso del Ministro filósofo de sanidad y la postura de su partido de gobierno, alentándole y agradeciéndole a la vez que sea candidato por Cataluña; ¿o está, o no está involucrado en esta crisis sanitaria?, y si estaba como corresponde a su cargo ¿qué clase de persona o trepa, mejor dicho, deja sus responsabilidades en un asunto irresuelto y de tanta trascendencia para la salud de la población, con tal de bailar a lo que más conviene a su partido?, ¿esto de qué va, de la ciudadanía o, de los partidos? Parece que todo se mueve al son que más apetece a los partidos, así que difícilmente se puede servir al pueblo y al dinero, yo diría que se hace incompatible, aunque ya sabemos que lo de la incompatibilidad es otra cosa que los políticos se suelen pasar por el forro de sus entrepiernas.

            ¿Acaso no se puede hacer una campaña extraordinaria solo por medios digitales o televisivos? Claro, los pastores necesitan ver a sus ovejas para poder ir a la cama sabiendo que el número de asistentes prevé un determinado número de votos, aunque no forzosamente sea así. Los pastores necesitan crear una falsa expectación y emoción en sus votantes potenciales. Hay tecnología más que suficiente para realizar una campaña online y unas votaciones por el mismo medio. No hace falta poner en peligro a la población, ¿en esos casos no se teme al contagio?, ¿ahora los que puedan enfermar y morir no importan?, pues bien que lleváis un año afligiendo castigo mental a la población. Lo lleváis porque usáis los mismos términos victimistas que los medios de comunicación, habéis entrado del todo en el juego de las vacunas sin exigir que se conozca, sin género de duda, qué sucedió en Wuhan. No hacéis nada por encontrar a los culpables de este genocidio, si se le puede llamar así según vuestra puesta en escena de cifras reales o no. Legisláis según convenga a un gremio u otro, ¿cómo poder creer que cuanto decís es real? Ya comenzasteis a hablar de salvar la campaña turística que viene, de nuevo el interés del negocio por encima de la salud de la gente, como con las normas incomprensibles para asistir a los mítines políticos… ¡así es imposible que crea cualquier sonido que escape de vuestras sucias bocas!

 

martes, 26 de enero de 2021

EFECTO RETARDADO

 Canal Sur | TV en directo

            Esta sociedad hace gala de un efecto retardado de inteligencia, una vez ha torturado a la población es cuando se da cuenta de que debe hacer algo para remediar el mal que ha provocado. El mal era visible y adivinable desde los primeros días de la pandemia, no era posible que los medios de comunicación estuvieran día y noche, a todas horas, hablando de lo mismo… ¡tóxicos, no… lo siguiente! He hablado de ello en otras ocasiones, avisaba del daño que estaban haciendo a la ciudadanía y no entendía cómo ésta no apagaba de una vez por todas la tele y la radio… ¡así es imposible subsistir!, no podemos tragar tanta mierda informativa, tanta desgracia, tantas cifras nefastas, tanto luto en vena, tanto dolor, tanto miedo por venir, tanta ineficacia política e informativa.

            Ahora, hoy, esta madrugada, Canal Sur hablaba de tener que regular los espacios dedicados a seguir demonizando las mentes ajenas porque se había detectado un bucle de ansiedad en las personas. ¿No van a provocar ansiedad?, nada más hay que ver cómo han corrido a vacunarse todos aquellos que no debieran haberlo hecho… ¡están cagados! Hay países pagando un sesenta por ciento más caras las vacunas con tal de que se las sirvan a ellos, de ahí el fatal argumento de los problemas de producción que dicen tener algunos laboratorios para cumplir con sus compromisos firmados con ciertas Instituciones europeas y mundiales. Ahora es cuando se ve el punto en el que nos encontramos… ¡yo antes que el otro!, comenzó la escalada con pisoteo incluido, el simio bípedo emerge de entre el ficticio civismo y todas esas medidas de falsa diplomacia exhibida últimamente, para tratar de vivir de entre los demás mortales.

            Como siempre, ahora tratan de poner el parche, algo que no hicieron mientras el grano se llenaba de pus día tras día. La población no sabemos si ha ido enfermando por COVID, o lo hacía mentalmente por la información recibida y el miedo que incubaba mientras tanto. El país no tiene dirección, aquí cada uno va a lo suyo, y parece que nadie tiene contemplaciones con los demás. Evidentemente no hay gobierno, nadie prevé qué va a suceder a la población con las cuchilladas servidas en forma de noticias desgraciadas y luctuosas. Peor aún es que ninguna norma regule la exposición a la radiación informativa perjudicial. Los títeres: el filósofo y el del pelo anillado, en sus papeles como protagonistas, emplearon horas, cientos de ellas, para llenar de odio, rabia, impotencia, miedo y hasta pánico, las cabezas de los habitantes de este país. Uno más que se ha tragado el bocadillo envenenado tal como se lo han servido. Uno más que no sabemos si llegó a preguntarse si este mal tenía culpables. Uno más que ha pasado de reclamar las cabezas de los responsables de este crimen mundial, de este genocidio, de este alboroto con cifras de contagiados y fallecidos, que tal vez sean inferiores a una campaña anual y mundial de gripe. A pesar de ello, parecen haberse puesto todos de acuerdo en asustar hasta que la gente pidiera que se produjera el gran negocio de las vacunas. Ahora se dan cuenta de que hay daños colaterales, no sé si previstos, la gente que no enferma de COVID, se siente mal de ánimo, de la cabeza, tiene miedo, no quiere salir, no se quiere relacionar con otras personas. Teme cruzarse con alguien que no lleve mascarilla, se niega a pasear con alguien así. Nos han enfrentado, nos han separado, aislado, vuelven a triunfar, nos merman las fuerzas, nos quitan una respuesta colectiva contra su ineptitud. Nos encierran, nos dicen qué podemos y qué no podemos hacer, cómo y cuándo. El sistema se vuelve a resituar en un puesto de poder frente a la ciudadanía… ¡esto es lo que hay!

            A pesar de lo que dijo la emisora de radio andaluza pública, hicieron durante el resto del día todo lo contrario. Fui al trabajo con la radio encendida para comprobar si sus palabras fueron honestas, pero me llevé el chasco del siglo, cada quince minutos recurrían, como si no hubiera ninguna otra noticia de la que informar, a la manida y afilada cuchilla del COVID, con la intención de seguir con la lobotomía realizada a la población. Así que ni efecto retardado, ni nada de nada, continúan en su onda.

 

domingo, 24 de enero de 2021

NOSOTROS LOS PRIMEROS

 Quién se ofrece a probar la vacuna del coronavirus? | El Correo

                                                             Imagen: www.elcorreo.com

            Llegados a este punto de confusión y miedo con respecto a la pandemia, los más egoístas se saltan las listas de espera y se vacunan los primeros. La excusa es que sobraban dosis y antes de tirarlas ¿para qué vamos a avisar o localizar a otras personas de las que pertenecen a lo que han dado en llamar colectivos de riesgo? ¿Alguien puede pensar que si un centro sanitario va a recibir, pongamos por ejemplo 1.000 dosis, lo van a hacer tan mal e improvisadamente como para avisar solo a 900 personas? Digo yo, si van a recibir 1.000 dosis, avisarán a 1.000 personas, acordarán la disponibilidad de esas 1.000 personas para que todo cuadre y no se desperdicien vacunas.

            Casualmente en todos los lugares donde vacunan siempre hay un número determinado de políticos, que mire qué casualidad, les ofrecen vacunarse antes de tirar las dosis sobrantes; cuando dicen los medios que se está vacunando a un porcentaje muy bajo de la población, bien por escasa disponibilidad de vacunas, bien por falta de personal sanitario para aplicarlas. Quiero pensar que distribuyen por Comunidades el número de vacunas para las que tienen pacientes dispuestos a recibirlas y en un número que se adecúe a la cantidad de enfermeros, médicos, etc., dispuestos para dar este servicio a la población. Organizar el tema de otro modo, es pensar con el culo, algo que tampoco es de extrañar si median y disponen los políticos en lugar de los técnicos, a eso ya nos tienen acostumbrados, su inutilidad no tiene parangón.

            Si los egoístas sinvergüenzas se saltan las normas a la torera, qué no va a suceder en los países pobres… ¡o pasas la enfermedad, sí o sí, o te mueres! Si el mundo “desarrollado” muestra las carencias que todos vemos: poco número de vacunas, insuficiente personal sanitario para aplicar vacunas, los laboratorios que anuncian una bajada de su producción por diferentes motivos una vez enganchados a los países compradores de sus productos, e irregular aplicación debido a esos desalmados que solo atienden a nosotros los primeros en todo; qué pensar de lo que les queda a esas poblaciones pobres… ¡la extinción! Esto es macabro e indignante, jamás suceden las cosas en este mundo independientemente del maldito dinero. Nunca acontecen las situaciones dominadas por los valores humanos, simplemente atendiendo al sentido humano, por la gente, por la vida en igualdad para todos. No hace falta alejarse tanto, en el seno de los poderosos EEUU, qué estará sucediendo a todos los ciudadanos que no tengan medios económicos para ser atendidos en hospitales y centros de salud. En EEUU si no tienes un seguro privado, simplemente, ¡estás muerto! Eso ocurre en la que hasta ahora era la primera potencia económica del mundo, sus gentes son desatendidas, se les deja morir a la puerta de los hospitales, no se les atiende si no responden con dinero o mediante un seguro privado que les dé cobertura. ¡Esto es cruel en pleno siglo XXI!

            De nuevo debemos echar la vista hacia esas zonas del mundo olvidadas, a las que todos contribuimos directamente o indirectamente para existan y no hacemos nada o poco por cambiarlas. ¿A qué inteligencia humana nos referimos cuando la citamos y nos creemos en posesión de la misma, si solo hemos sido capaces de llegar a crear un mundo tan fragmentado, tan desigual, tan hiriente? ¿Por qué soportamos tantas organizaciones y organismos que dicen trabajar por los más pobres, pero sabemos están a las órdenes de los más ricos y no llegan a solucionar nada en esos pueblos tan necesitados? Si todas esas fortunas asociadas o vinculadas de algún modo a aquellas organizaciones pusieran un poco de sus dineros a disposición de un plan de salvación y reflote de esos pueblos hundidos en la miseria, ya hubiera sido una realidad, pero no les interesa eliminar ese yacimiento de experimentación, esos conejillos de laboratorio humano, esa mano de obra barata, esas zonas deprimidas donde por un plato de comida conceden convertirse en el rincón que albergue las sustancias más peligrosas de las que no sabe cómo desprenderse el mundo “desarrollado”. Sin esa situación de pobreza, los poderosos no tendrían tanta facilidad para saquear sus recursos naturales. Esas son las verdaderas causas que hacen que se prolongue su situación de pobreza y no tengan remedio alguno. Sirven, también, de espejo al resto del mundo, para que nadie olvide que de no servir al amo conforme se le ordene, se puede llegar a vivir mucho peor.

 

jueves, 21 de enero de 2021

PROGRAMADOS

 Estos son los lenguajes de programación más odiados y amados de 2019 |  Tecnología - ComputerHoy.com

                                                                Imagen: computerhoy.com

             Me cuesta creer que este sea el único o mejor modo de vida, seguramente es el que mejor ha convenido a ciertos personajes de poder. Durante la historia de la existencia humana, el que ha ostentado poder ha tratado de someter a sus normas a todos aquellos a los que ha considerado de clase inferior. Esta existencia física y terrenal se fundamenta en un tipo de simbiosis parasitaria, por la que algunos se aprovechan de lo que producen otros. En la actualidad es fácil comprenderlo, vemos a los parásitos intermedios minusvalorando el trabajo y la producción proveniente de campos y granjas, aplicando precios irrisorios, incluso por debajo del costo de producción, empobreciendo a los agricultores y ganaderos, enriqueciéndose ellos y las grandes corporaciones comerciales. Esto es parte del programa al que no hacen frente los gobiernos, permitiendo que esa escoria intermedia exista para desgracia de aquellos que atienden sus plantaciones o su ganado. Es la cultura del pelotazo a costa del esfuerzo de los demás. Es la aplicación de los precios que a esos parásitos interesa aplicar, por lo general tirados por los suelos y con los que se hace difícil subsistir, pero los políticos siguen en el Congreso peleando, insultándose, dando show en lugar de solucionar problemas graves para un sector de la población, como es este al que me refiero.

            Para ser uno de esos miserables intermediarios no hace falta más que tener unos buenos fondos y una desconsideración exacerbada hacia el prójimo. Con esa insensatez y arrogancia se dirige a cualquier productor y le compra toda la producción al precio que quiera, pues en el oligopolio en el que se mueve, la amenaza es que si el agricultor o ganadero no accede, nadie le comprará su producción y la tendrá que dejar perecer. Ante esa coacción, el productor no tiene más remedio que vender aunque solo le dé para comer y haya sido mal pagado su trabajo, preocupación y dedicación.

            Cuesta creer que solo exista un camino, y que sea, precisamente, el que nos ponen delante de nuestras narices. Yo me cuestiono si nuestra inteligencia no da para más, pero sabiendo que hay otras maneras de vivir y organizarse como sociedad. Lo primero que necesitamos es comprender y ver la programación: normas, costumbres, tradiciones, leyes, abusos impuestos, temores, prohibiciones, debilidad interior, miedos. Todo ayuda a programar al conjunto de la sociedad para beneficio de unos pocos, pero qué son ellos sin nuestra aportación a su causa. Es de esto de lo que nos tenemos que dar cuenta. Las fabricas funcionan pero no solo porque algún poderoso con dinero haya invertido, sino porque hay un conjunto de personas dispuestas a invertir su valioso e irrepetible tiempo para realizar labores que reviertan en un salario, muchas veces ajustado, para poder vivir según el sistema impuesto. No obstante, sin esas personas trabajadoras, el poderoso se puede comer sus máquinas, no les servirían para nada, serían parte del museo de las líneas de producción de este país. Es ahí donde está toda nuestra fuerza, todo nuestro poder, en nuestra integridad y nuestro despertar, no somos esclavos de nadie, ni siquiera de este sistema corrupto y mafioso. Nos han hecho creer que el poder es de unos pocos, pero somos nosotros los que les concedemos el poder a ellos, se lo damos accediendo a todo lo que nos ponen por delante y no siendo solidarios con todos aquellos que decidan iniciar la vuelta hacia el poder de la ciudadanía. Este poder lo recobraremos en cuanto nos pongamos a ello.

            Un ejemplo cotidiano que se me viene a la cabeza: las condiciones de trabajo empeoran, los empresarios aprietan y los trabajadores acuerdan el salario y las condiciones por las que están dispuestos a trabajar. A partir de ese momento, el empresario no dispondrá de arma alguna si todos los trabajadores piden lo mismo. De nada servirá a los empresarios despedir a gente, porque nadie vendrá a trabajar en condiciones distintas a las que han establecidos los trabajadores que tenía. Igual en el tema con el abría el escrito, el caso de los agricultores y productores, ellos estudian adecuadamente el trabajo y todos los costes intervinientes en su negocio para la obtención de sus productos y fijan los precios, de tal manera que nadie venda por debajo, qué podrán hacer los parásitos intermediarios, nada, no podrán hacer nada, si quieren seguir dedicándose a ese mercadeo tendrán que aceptar el precio impuesto por los que se desloman para ofrecer al mundo sus alimentos naturales. El poder es nuestro, no es de ellos, solo tenemos que ponernos de acuerdo y tener el convencimiento que será así. Igual en cualquier ámbito de la vida, no perdamos de vista que la mayoría siempre somos la ciudadanía de cada ciudad, de cada país, del mundo.

            Nosotros podemos hacer caer el sistema en unos meses, tan solo tenemos que indicar nuestras normas, por las que queramos regirnos, y si los políticos no nos escuchan, cerramos el grifo. Nadie abona nada a ninguna Administración Pública… ¡tenemos el poder de hacerlo!, les dejamos sin dinero y los políticos sin la mamandurria del dinero, sus comisiones, sus privilegios, sus sobresueldos, abandonan, pero a la orden de ¡ya!

            Ni se imagináis lo que podríamos llegar a conseguir, pero sin parásitos de ningún orden dinamitándolos desde dentro, y los políticos son grandes embaucadores, en ellos no podemos confiar. Ellos hasta ahora son parte de los programadores que mantienen a la ciudadanía soñolienta.

 

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