martes, 31 de julio de 2018

LOS TAXISTAS SE PASAN



Las acciones de los taxista están fuera de la ley, acabo de ver el informativo y he visto taxis aparcados en doble y triple fila sin que la policía los multe, sin que los anti disturbios estén allí para exigirles desbloquear las avenidas de las grandes ciudades. No comprendo nada, taxistas prendiendo botes de humo de color amarillo y otro de color negro, creando una humareda en plena ciudad sin que nadie le haga deponer su actitud. Taxistas con mesas de playa y sillas acampados entre los coches, de copa y comiendo, sin que nadie les multe y les exija mantener la compostura en pleno centro de la ciudad, cuando sentarse en una silla propia en Semana Santa es motivo de que te multen, al menos, aquí en Sevilla. ¿Qué imagen damos al mundo, montándonos el chiringuito en medio de las calles? Cientos de vehículos provocando y molestando, haciendo uso simultáneamente del claxon… ¿qué respeto a la ciudadanía es ese?

Hay que poner fin al monopolio del taxi y al chantaje de la fuerza para conservarlo. Estamos en un mundo globalizado donde el comercio es libre, si se amparan en que ellos pagan una licencia, que les sea devuelto el valor de la misma que cobraron en su día los Ayuntamientos y se ponga fin a las medidas de fuerza que impidan que otros puedan trabajar. Muchos no estarán de acuerdo porque otros muchos se dedicaron a especular con la venta de las licencias cuando se jubilaban, ese es problema de los que comercializaron con las licencias. Si yo tuviera poder, primero haría lo que acabo de proponer: devolver el importe original de las licencias a los actuales propietarios de las mismas, porque el Ayuntamiento recibió un dinero, no el que quisieron abonar los sucesivos propietarios de las mismas. En segundo lugar, deslimitaba el número de licencias… ¡hala!, que sea taxista todo el que reúna las condiciones: carnet especial, coche homologado y edad para trabajar… es un negocio como otro cualquiera. Si yo decido poner una zapatería, ¿me dirá el Ayuntamiento que no puedo porque ya hay demasiadas o me cobrará la tasa de apertura y demás impuestos?

Si los taxistas no deponen su actitud privilegiada en este tema del transporte público, los Ayuntamientos deben apretar… ¡ya está bien de abusos!, quieren el plato entero para ellos, y vivimos en un mundo globalizado en el que hay que compartir y, a ser posible, tener igualdad de oportunidades.

Las huelgas están bien, que no salgan a la calle a trabajar, que dejen la ciudad sin transportes, pero que no colapsen las vías principales de las ciudades, que hay cantidad de personas que tienen que llegar a sus trabajos con puntualidad, o a sus hogares a atender a sus familias, llevar o traer nenes y nenas del cole, etc. Todos tenemos derecho a manifestarnos pero no a hacernos dueños de las ciudades, que por menos llegan los de negro y reparten una manta de palos, posiblemente, a gente que se manifiestan por motivos más justificados. Por esta regla de tres, pongámonos de acuerdo miles o, mejor dicho, millones de ciudadanos y ciudadanas para desahuciar el parlamento o para pedir que se quiten los sueldos vitalicios de los ex presidentes del Gobierno, o para conseguir que las pensiones alcancen esa cantidad pedida por los jubilados y jubiladas, esos 1080 euros. Vamos a realizar la protesta del mismo modo, con nuestros coches atorando las principales avenidas de nuestras ciudades y amenazando de no deponer nuestra actitud hasta conseguir los objetivos, tal como dicen ellos. ¿Creen ustedes que las autoridades tendrán con nosotros la misma condescendencia que tienen con los taxistas?

domingo, 29 de julio de 2018

CONVIVIR NO SIGNIFICA LO MISMO PARA TODAS LAS PERSONAS

                                                      Imagen: radiomagdalena1420am.com

Me pregunto: ¿hasta dónde da la palabra convivir?, es evidente que para cada uno tendrá un significado diferente, pero convivir será algo concreto que se matiza de un modo sencillo: vivir rodeados de más personas en un mismo espacio, llamémosle una casa, un mismo bloque de pisos, una calle o una urbanización, etc.
El problema viene cuando alguien entiende que convivir es que tú te tienes que aguantar que esa persona, pongamos por ejemplo, haga ruido continuamente con una intensidad tal que trasciende los límites de su casa y se adentra en la de sus vecinos. No crean que exagero, hay gente así, yo vivo frente a una familia que es ruidosa de cojones, tiene todas las máquinas del mundo mundial, pero no conforme con hacer uso de ellas con bastante frecuencia desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, las acompaña de música difundida desde una columna de buenas proporciones que seguro no pone a toda potencia, pero sí al suficiente volumen como para que todos sus vecinos tengamos que ver las películas con una sintonía de fondo nada acorde con el film.
Esta mañana le he pedido, una vez más que baje un poco la música, jamás me atrevería por respeto a pedirle que la quitara, ese no es asunto que me competa. Yo entendería que ese vecino puntualmente, un día, tuviera una celebración de algún tipo y, por supuesto, yo me trago las diez o doce horas de música, aunque entrara en mi casa y no se me ocurriría decirle lo más mínimo. Lo que no es aceptable es que los ruidos o la música la tengamos en casa casi a diario… ¡eso no es convivir!, eso es no pensar en los demás que tienes alrededor. Cada casa es el santuario sagrado de cada familia y yo me guardo muy mucho de no molestar a mis vecinos. Cada familia tiene derecho a charlar, leer, ver la tele o hacer lo que quiera sin que las interferencias ajenas y ruidosas sean continuas. Cada familia tiene derecho a vivir en paz, tranquilamente, escuchando lo menos posible los sonidos procedentes de las casas cercanas. Eso es educación, lo cual propicia el respeto. De lo contrario, muchos suelen decir esta es mi casa y en ella hago lo que me parezca, esos insensatos sí que perdieron de vista lo que significa convivir.
Además se suele dar la siguiente reacción en la persona a la que le llaman la atención por ruidosa… suele enfadarse, protestar, se defiende, ataca con imposibles puesto que tú no le molestas a él, y los hay graciosos que se justifican diciendo: hoy por mí y mañana por ti; pero si eres tú el que siempre estás molestando… llamemos a las cosas por su nombre.
La convivencia es una experiencia difícil de culminar con respeto, debido a la jungla humana, cada uno de su padre y de su madre, cada cual en un nivel educacional diferente, cada uno con una capacidad de comprensión distinta… ¡con lo bien que nos iría a todos parándonos un momento a ver las repercusiones de nuestros actos y a verificar el grado de molestia que podamos provocar en el otro!

FUMANDO TRANQUILAMENTE



Fumar es una mala costumbre, que llega a convertirse en un vicio difícil de extrapolar de la vida de algunas personas. Fumar mata, ya te lo dice la propia cajetilla que contiene los cigarrillos venenosos. Cuando fumas introduces en tu cuerpo miles de sustancias químicas perjudiciales, que terminan minando tu salud. A pesar de todas las advertencias, el vicio te puede, el paquete te llama, el placer del humo circulando por tus pulmones, reemplazando al aire, y el humo saliendo por tus fosas nasales o por tu boca, dices que te produce placer. Es un placer un poco caro, ¿no crees?, te puede llegar a costar la vida y si no llega a hacerlo, casi seguro, que la limitará mucho en el futuro. Los problemas pulmonares provocados por el tabaco cubren todo el abanico de enfermedades pulmonares: desde la bronquitis a infecciones agudas como la neumonía, pasando por el cáncer de pulmón o la famosa y clásica enfermedad del fumador al que el alquitrán y la nicotina les va tapando los alveolos pulmonares… la temida EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica)… el aire ya no entra, ¿ahora qué?
Cuando te pones delante de la consulta donde realizan broncoscopias, ves cómo van llegando pacientes con sus máquinas generadoras de oxígeno, sin las cuales no pueden dar un paso… ¡es terrible! Personas jóvenes fumadoras a las que le detectan un cáncer de pulmón, que si llegan a tiempo quizás pueda seguir viviendo con un pulmón menos y, lógicamente, con la mitad de la capacidad respiratoria. Sin embargo, muchas veces, cuando ha dado la cara esa tos insistente y persistente, esa que los de tu alrededor están hartos de decirte cuídate esa tos, esa tos es muy fea, sucede lo peor, te hacen pruebas y además del cáncer de pulmón hay metástasis que afectan a otros órganos y solo te quedan unos meses de vida… fumar mata, ya lo decía la cajetilla y tú no le echabas cuenta. Compraba una o dos cada día para envenenar tu cuerpo y el resultado de tus actos ha llegado, no hay vuelta atrás, tan solo te queda vivir con los tuyos, cada día, cuanto más tiempo mejor, porque te queda poco, estás herido de muerte… ¡puto tabaco!
No quiere decir que esto le tenga que suceder a todos los que fumen, porque hay otros componentes que intervienen en el desarrollo o no de esa grave enfermedad, pero los que fuman llevan muchas más papeletas por lo general. Puedes hacer las mismas cosas que haces en la vida sin tener la dependencia de ese humo venenoso. Es como si metieras la nariz voluntariamente cada día, un par de horas, en el tubo de escape de un coche para aspirar su humo. Es un burdo símil, pero lo hago para que se entienda la gravedad del asunto. La realidad no debe estar mucho más allá del ejemplo dado. Hagan un cálculo de los cigarros que fuman y el tiempo que emplean en meter ese humo venenoso y contaminante en sus pulmones. Supongamos que fuman una cajetilla, veinte cigarros, y tardan cinco minutos en fumar uno, estamos hablando de cien minutos; ya vamos camino de las dos horas, el pico que falta es el tiempo que te pasas junto a otras personas fumadoras respirando sus humos. Por otro lado, tenemos los fumadores pasivos, los demás miembros de tu familia, ajenos al asunto de este veneno, a los que haces participe de tu chimenea andante…, la chimenea andante, evidentemente, eres tú. Esas personas o personitas, dependiendo de su edad, “fuman” al tiempo que tú, fumador o fumadora, practicas tu vicio. Ellas pueden ensuciar sus pulmones con tu humo y pueden llegar a enfermar de sus pulmones por tu culpa. Creo que es cuestión de pensarlo un poco. Te están matando y, también, te estás matando, ellos por las porquerías venenosas que añaden al tabaco, y tú porque lo compras sin que nadie te apunte con una pistola.

CÁRCELES Y DERECHOS DE LOS DELINCUENTES



Ya está bien de ponernos la camiseta de buenismo, hace unos días anunció la radio que los hospitales andaluces iban a dotarse de televisión gratuita en las habitaciones, ¿acaso no las tienen desde hace años las cárceles?, ¿tiene más derecho a ver televisión gratuita un delincuente que una persona enferma? ¿Cuántas veces se fuga de la cárcel gentes peligrosas, que incluso son violadores, atracadores o han asesinado a alguien, pero que como llevan encerrado unos pocos de años les dan permisos y los aprovechan para escapar? ¿En cuántas ocasiones apresan a un ladrón que ya ha sido arrestado, treinta, sesenta o noventa veces? ¿Por qué a un asesino, que ha planeado un crimen y lo ha ejecutado con premeditación y alevosía, hay que dejarle libre en un momento de su vida, acaso su víctima saldrá algún día a la calle? Esto es bestial y demencial, la lucha por la reinserción tiene cabida en los casos de personas que han cometido delitos, llamémosle menores, pero no en el de los asesinos, al menos que se pruebe sin ningún género de duda que está pirado, que tiene verdaderos problemas mentales, y cuando digo verdaderos problemas mentales me refiero a esquizofrenia, a cosas serias no a una depresión; ¿quién no ha sufrido una depresión, de caballo si quieres, y no se le ha ocurrido coger un cuchillo y cargarse a la mujer, a los hijos, al vecino, al policía que pasa por la calle o al guardia civil que suele parar en tal o cual bar a desayunar cada día?
La gente de ETA que hace tanto ruido, tan solo entiendo que los acerquen a sus poblaciones de origen para que sus familiares les puedan ver sin hacer cientos de kilómetros y realizando un gasto que tal vez les venga largo, pero salir de la cárcel es otro asunto bien distinto. Alguien que le ha arruinado la vida a alguien, que tenga que pasarse la vida sirviéndole, ayudándole. Aquellos que quitaron la vida a otras personas, cadena perpetua para pagar con su vida como pagaron las inocentes víctimas. No se trata de venganza, se trata de justicia, ¿con qué derecho cuenta un asesino para que al cabo de unos años pueda transitar libremente por las calles, ir a bares, tomar cervezas y seguir con su vida como si fuera un ciudadano más? Comprendo que todo es muy delicado, que quizás tenga muchas vertientes, que los de la camiseta del buenismo están siempre empujando para que se les den más y más derecho, pero hay que pensar en los derechos que tienen sus víctimas, yo de ahí no me bajo.
Una persona mayor de cincuenta y cinco años, desempleada, que en su casa entre un ingreso que repartido entre los dos, supongamos un matrimonio sin cargas familiares, si supera el 75% del SMI no tiene derecho a nada. Un delincuente que acabe condena tiene que ser reinsertado en la sociedad y se le facilita el paro… a cobrar, ¿en qué mundo vivimos?, ¿estamos tontos o qué?, ¿se hace porque se teme que vuelva a delinquir?, ¿por qué no se le obliga a formarse en algún oficio mientras está en prisión? Todo lo arreglan regalando dinero, dando ayudas y subvenciones, así van callando las bocas… ¡esto es una vergüenza!

sábado, 28 de julio de 2018

COMIENZAN "LAS VACACIONES"



Llegan las vacaciones, la guardia civil se pone en alerta, la circulación se incrementa, los motores rugen, el combustible se quema y la atmósfera se poluciona. No importa, es periodo de vacaciones y esto lo justifica todo: excesos en el comer, excesos en el beber, excesos en el trasnochar, se dan las charlas, los gritos y las carcajadas hasta altas horas de la noche en las terrazas de los bares, vecinos que trabajan y tienen que levantarse temprano sufriendo o padeciendo esa nocturnidad ruidosa que está de vacaciones. Los bares llenos hasta casi el amanecer, igual las discotecas y la gente peregrina a la salida del sol tambaleante y un tanto perdida calle arriba y calle abajo. Las voces entran por las ventanas abiertas de las viviendas, que al paso de esos festeros y festeras, despiertan acordándose de sus padres y de sus madres… ¡qué bonitas son las vacaciones!
En las playas la gente se apiña en la escasa sombra de una sombrilla, cerca de la arena mojada, los niños juegan a la pelota y los mayores se broncean mientras practican agachándose a recoger una pelotita a la que tratan de dar más de dos veces con unas pequeñas raquetas de madera. Es el único deporte que van a hacer durante el año… esos ratos de recogepelotas, esos saltos imposibles tratando de alcanzar la pelota lanzada por la pareja, el hijo o algún amigo. Van llegando más personas y van clavando su sombrilla en la arena. Los niños con la pelota y los padres con las paletas tienen que comenzar a recular hacia el agua si quieren seguir jugando a lo que estuvieran jugando, sin golpear a los veraneantes cercanos. Cuando resulta imposible seguir jugando, y las pelotas han llegado en varias ocasiones a las sombras de esas otras personas, así como que se han cruzado ciertas miradas poco amistosas; deciden dejar las palas y darse un chapuzón, pero los niños se niegan a dejar de jugar al fútbol, el deporte nacional, y los padres les convencen de que vayan a bañarse con la pelota.
Es entonces cuando se produce el segundo episodio más común: ocupar un buen trecho de la playa de baño para ellos solos, pues comienzan a lanzarse la pelota unos a otros. Ahora las miradas poco amistosas proceden de los que deseaban tomar un baño tranquilo y no pueden dejar de mirar la dichosa pelota que vuela para un lado y para otro, no vaya a ser que le den un pelotazo. La pelota, como es lógico, escapa del campo de acción de algunos, sea alguno de los niños o sea alguno de los padres, yendo a impactar en el agua al lado de un señor mayor que, casualmente, sumergió su cabeza casi al mismo instante para salir peinado… por poco le vuelan el bigote. Cuando esa persona mayor emerge lo primero que hace es ponerles la vista encima, torciendo levemente su bigote. Los jugadores tratan en un primer intento de posicionarse en un lugar más profundo, pero allí los niños pierden pie, no es seguro, y cuando uno de los suyos está en peligro, es el momento de llevar la pelota al feudo de su sombrilla. El padre sale con la pelota al tiempo que le dice a los niños que caminen hacia la orilla – “niños, ahí hay demasiada agua, id hacia la orilla” – Los niños regañadientes con su padre por haberles quitado su diversión, en un primer momento, se hacen el duro y no se mueven, pero ante la insistencia del padre, sueltan un sonido irreconocible y comienzan a caminar hacia donde el padre señaló con su mano.
En unos minutos, se hacen presas del aburrimiento y deciden sentarse bajo la sombrilla. La madre hurga en un canasto y saca unos zumos para los niños, así como una bolsa de patatas fritas y otra de gusanitos. De una nevera sacan sendas cervezas, las abren y comienza el festín, le pregunta al marido: “niño, ¿quieres un filetito?”. El marido le responde que sí, que el deporte le ha abierto el apetito.
Los de la sombrilla de al lado les miran y parecen haberse afectado por el olorcillo que emanaba del tupper abierto de los filetes, así que comienzan a hurgar en sus provisiones y sacan unos platitos que los deposita sobre una pequeña mesa plegable. Después, abre un tupper y aparta en cada plato unos pimientos asados y aliñados que acompañan con un par de tintos.
Al otro lado hay otra familia que parece ser no trajo comida y mira deseosa de pillar algo. El chiringuito queda lejos, así que se aguanta y lo contrarresta con su radio, la enciende y le da un cierto volumen para animar al menos a todos los que estén en cien metros a la redonda.
Los que estaban disfrutando del piscolabis se incomodan con la música y ambas familias fijan sus miradas en los dueños de la radio que molestaba. El flamenquito no interesaba a aquella gente, quería comer en paz, pero el hombre mayor del bigote, aquel que se bañaba cuando la pelota estuvo a punto de afeitarle, es duro de oído, casi sordo y necesita compartir con muchos más lo que sea que difunda la radio, para que él pueda escucharlo.
Hoy, en tu primer día de vacaciones en la playa, te toca vivir esto. Otro día, te toca el que se come el melón y la sandía dejando las cascaras en la arena, así como las latas de las bebidas y las cáscaras de pipas, las bolsas, etc.
Otro día es el de la moto acuática que conduce demasiado cerca de la zona de baño. El que mete al perro a bañarse y se aproxima a ti en un intento por encontrar algo sólido para sentirse a salvo y no tener que nadar más, y te araña toda la espalda. Otro día ese u otro perro viene hacia tu sombrilla y mientras te bañas, él marca con su pipí tu nevera, tu hamaca o tus zapatillas.
Y a todo esto, te estás gastando un pastón ganso en el alquiler de quince días de un pisito al que sin esperarlo se ha apuntado la mitad de tu familia, que se ha enterado y todos vienen a echar unos días con vosotros. Colchones de playa por todos los rincones, niños correteando por todas las habitaciones y el salón… vamos, ¡una locura!... ¡vivan las vacaciones y el descanso en la playa!

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