Principalmente,
cuando pienso en una España autosuficiente, siempre pienso en nuestro país sin
que tenga que ser subvencionado por los grupos inversores, se llamen como se
llamen. Pienso en un país industrializado, capaz de ofrecer empleo a todos los
habitantes que se encuentren en edad y en condiciones para trabajar. Cuando
pienso en una España autosuficiente, es inevitable que se me venga a la cabeza
la idea de un país modelo, eficaz en la inversión del dinero que recauda, que
tenga un sistema educativo bien estructurado y que marche a la par de las
demandas laborales. También es mi plan de una España autosuficiente, un país
que apueste por la investigación y las tecnologías, de tal forma que se
convierta en punta de flecha de los avances mundiales en todos los campos. Este
es el país que los españoles nos merecemos, que recaude porque todos
trabajamos, todos producimos, todos pagamos con gusto para seguir teniendo los
mejores servicios públicos, y porque nuestros gestores políticos atienden
fielmente y honestamente las necesidades de la sociedad.
Hay mucho por
hacer cuando un país ha crecido irregularmente, a trompicones, dando algunos
pasos adelante y otros hacia atrás o, cuando las cosas se han desarrollado como
han podido ante los intereses cruzados de aquellos que han visto un negocio en
todo lo público, desmembrándose o dividiéndose parte de la gestión, yendo a
parar a manos de multinacionales, amigos o grupos inversores, a los que solo les
han importado los beneficios y no el bienestar de la gente.
Yo quiero una
España autosuficiente que no solo nos consideren números de NIF o meros
contribuyentes de las oficinas del OPAEF o de Hacienda “no somos todos”. Yo
quiero una organización de país preocupada por encontrar las mejores soluciones
a cada uno de los problemas que se le plantee a la ciudadanía. Pero que sea una
España que no siga viviendo de los créditos europeos, porque esto nos hace
deudores de algún órgano, que tarde o temprano, reclamará su compensación
monetaria, posiblemente, interviniendo en nuestras normas de vida, en nuestras
leyes e imponiendo sus condiciones, que siempre serán las que mejor satisfagan
los negocios y la rentabilidad sobre el dinero que prestaron.
Ser
autosuficiente como país no quiere decir que rompa lazos con el resto del
mundo, no hablo de eso. Hay una globalización que nos envuelve a todos, que
hace posible las relaciones comerciales con el resto del mundo, pero yo apoyo
una España que produzca más, y ustedes dirán que nunca podremos competir con el
mercado asiático, por ejemplo, y quizás sea verdad si no se atiende a la
calidad y solo al precio; pero no hay que tener miedo a producir más cuando lo
que se pretende principalmente es autoabastecerse y servir productos de calidad
al resto del mundo. Esto ha de ir acompañado de una campaña de sensibilización
y concienciación de los españoles, para que consuman nuestros productos
principalmente, pues ello nos asegura nuestros puestos de trabajo. Por eso no
podemos basar nuestra competitividad en el trabajo basura, porque la gente no
tiene dinero para adquirir lo que es mejor sino lo que es más barato; ahí entra
en juego el consumo de los productos de baja calidad que nos ofrecen en bazares
chinos.
Los trabajadores
españoles han de estar bien pagados para que puedan consumir artículos
españoles de calidad, fabricados por empresas españolas ubicadas en el
territorio nacional, que empleen a españoles. Debemos ir a esto si queremos seguir
teniendo empleo el día de mañana.
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