Salud y
progreso, ¿es el progreso contrario a la salud, la empeora o la favorece?, yo
diría que lo uno y lo otro. El progreso ha sido posible gracias a la
industrialización, que ha marchado en orden ascendente apoyándose en la
competitividad, la rivalidad de los procesos productivos, las calidades y el
mayor rendimiento o la mayor eficiencia industrial, que no es más que conseguir
más cantidad de productos de buena calidad empleando un coste menor. Para hacer
esto posible, para que el progreso fuera una realidad, cantidad de personas han
trabajado en condiciones inhumanas, sin protecciones y en continúo riesgo para
su salud e integridad física. Afortunadamente, con el paso del tiempo, las
leyes han tendido a la protección de los trabajadores y ha obligado a los
empresarios a dotar a los empleados de equipos de protección individual y
colectiva. Las máquinas han dejado a muchas personas fuera de las cadenas de
montaje o producción, pero al mismo tiempo han facilitado las tareas más
repetitivas y pesadas, encargadas en estos momentos a aquellas.
Conseguir el
nivel de ventas y beneficios requeridos por los empresarios, ha dejado en el
camino a muchas personas que han enfermado gravemente, crónicamente e incluso a
otros que han fallecido como consecuencia de las presiones, estar en contacto
con sustancias peligrosas, el estrés, el agotamiento o los accidentes laborales
generados por las pésimas condiciones de algunos puestos de trabajo. Con el
tiempo, todo ha ido mejorando: revisiones médicas anuales, seguridad social de
mejor calidad, avances en medicina e investigación de enfermedades y
conocimiento de sustancias peligrosas para la salud, etc. No obstante, una gran
parte de la población no es feliz en el trabajo, no disfruta de lo que hace, se
encuentra contrariada y soporta broncas continuamente; así que aún se dan
condiciones que propician que las personas enfermen con cierta facilidad.
Por otro lado,
el progreso ha traído muchos avances científicos y tecnológicos, que nos hacen
la vida más fácil, pero no es un progreso auténtico, en el sentido de que todo
sigue al servicio del dinero, y se deriva todo hacia la obsolescencia
programada si hablamos de las máquinas, electrodomésticos, equipos electrónicos,
etc.; y si hablamos de la salud propiamente dicha, la multinacional del
medicamento prefiere a los enfermos crónicos, porque estos van a ser sus
clientes durante toda su vida. Por lo tanto, es fácil imaginar que la empresa farmacéutica
va a tratar de modificar cualquier medicamento que cure completamente, para que
los enfermos puedan seguir viviendo con normalidad siempre que consuman sus
pastillas.
Otro aspecto
del progreso es el empeoramiento del aire que respiramos, por el excesos de
humos y gases liberados a la atmósfera. La contaminación de las aguas subterráneas,
la de ríos, mares y océanos. La adulteración de las carnes de todas las clases
de animales, o la adulteración de los alimentos en general, a los que se añaden
cantidad de productos químicos con determinadas y diferentes funciones:
conservantes, acidulantes, saborizantes, colorantes, etc. Esto no ha de ser
nada sano, y también ha crecido con el progreso. En estos momentos, ya no sé
qué decir del progreso, por un lado disfrutamos de cantidad de cosas nuevas,
por otro lado conseguimos mejora y confort, pero mientras sucede, hacemos menos
ejercicio. Engordamos porque los alimentos no son naturales. Perdemos los
trabajos a favor de las máquinas. Trabajamos bajo la presión de ser más
competitivos, mientras empeoran nuestras condiciones laborales y las consultas
de los psicólogos y psiquiatras tienen cada día más pacientes.
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