Seguramente,
habréis escuchado alguna vez a alguien que trata de descalificar lo que otro
dice o propone, tachándole de utópico. Esto es frecuente, a mí me sucede a
menudo, suelo ser calificado con tal término, aunque suelen ser los mismos los
que me etiquetan de esa forma. Hay gente que no llega a comprender el sentido
de la utopía, porque en sus mentes lo que están oyendo será irrealizable, pero
en la mía no es más que otra posible opción.
Para alguna gente
la utopía es estar soñando con cosas que son imposibles, pero repito, será en
sus cabezas. Para mí, no es más que algo menos corriente, pero totalmente
válido como cualquier otra posibilidad o propuesta. Pienso que gracias a lo que
llaman utopía se pueden llegar a conseguir resultados diferentes, puesto que
con un pensamiento lineal y aceptado como correcto o normal, solo llegaremos a realizar
algo conocido. Hay que arriesgar, hay que imaginar otras formas, otras vías,
otras maneras de actuar, aunque en un principio puedan parecer locas, fueras de
tono o fantásticas, porque quizás ahí esté la clave del asunto al que se trata
de hallar una solución.
Todos nos
encontramos en una zona de confort de la que nos cuesta salir, y eso también
tiene que ver con lo que venimos tratando. Es como si todo pensamiento que te
alejara de esa zona, te pusiera en peligro o te hiciera perder la comodidad y,
por tanto, fuera preferible llamarle: “sueño”. Sin ideas “descabelladas”, o
mejor dicho: proposiciones no conocidas hasta ese momento, no se hubieran
descubiertos cantidad de cosas que han hecho posibles el progreso de la
humanidad en todos los sentidos. Seguiríamos viviendo en cavernas, cazando al
amanecer y pintando en las paredes de las cuevas, porque jamás nadie se hubiera
permitido imaginar una forma de vida distinta.
No solo existe
en potencia todo aquello que ya conocemos, sino que es posible todo aquello que
somos capaces de imaginar. Yo pienso que si lo puedes imaginar, se puede llegar
a realizar. Es como si todo el conocimiento estuviera codificado en el aire, y
en ocasiones pudiéramos descifrar información, pues de la nada no se puede
obtener nada, pero nuestras cabezas captan un saber que está en algún lado en
forma de energía. Para mí esto que trato de exponer es a lo que muchos se han
referido como archivos akáshicos, ¿no sé si ustedes habrán oído algo al
respecto? Si no es así traten de encontrar alguna información sobre este tema,
que seguro les va a interesar. Todos somos un poco místicos porque somos seres
espirituales, seres de luz, aunque nos hayamos alejados del centro que somos.
No obstante el centro está conectado con la fuente, y eso no podemos evitarlo,
aunque por nuestra distracción o falta de mirada interior no lo percibamos o se
distorsione lo que se propaga desde allí.
Por tanto,
alguien que descubre algo, es muy posible que solo haya tenido un flash por la
conexión instantánea con ese centro de información universal. En ese contacto
vislumbra un conocimiento que buscaba, una clave en la investigación o una
solución a un problema. Es como si todo el conocimiento estuviera ahí,
permanentemente, a disposición de todos nosotros, hasta que se dan las
circunstancias propicias para comunicarse. Así que cuando esto sucede sin
conciencia o aparente voluntad de haberlo hecho, parece una coincidencia o
descubrimiento de tal o cual persona que estaba enfocada en un tema concreto.
Precisamente, esa intencionalidad, ese foco mental puesto en ese tema
determinado, es el mismo que le ha valido para conectar con la fuente del
conocimiento y extraer aquello que necesitaba. A veces, solo imaginar algo y
enfocarse en ello es suficiente para que puedas llegar a conocer cómo resolverlo;
después, a lo que salga, llámale utopía si quieres.
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