Hay cantidad
de gente luchando en muchas direcciones diferentes queriendo obtener resultados
similares. Se gasta cantidad de energía en luchas internas y externas, porque
no se llega a entender que hay que aunar fuerzas para alcanzar el fin con mayor
facilidad. Todos quieren hacerlo bien y buscan atajos, dan vueltas en círculos
o entran por detrás; algunos de ellos se exceden en su papel protagonista y, al
final, se consigue un galimatías que ni Dios entiende.
La gente se
debe poner de acuerdo primero entre sí y en el método a emplear.
Posteriormente, se tienen que seguir las normas establecidas o se produce el
consecuente caos operacional, en el que cada uno hace lo que le parece mejor,
lo que puede, o lo que se le antoja. A mí me gusta el anarquismo, por darle un
nombre que sea conocido, aunque más bien he querido decir: me gusta la libertad
con respeto hacia los demás. El respeto es fundamental para vivir en sociedad y
evitar, en lo posible, violentar las posiciones de los demás. Creo que cuando
alguien está preparado y su nivel de conciencia alcanza o incluye a los otros,
no hay problema porque en nuestras vidas estará presente la de los demás.
Seremos un poco menos egoístas y nuestra idealización de bienestar, aunque sea
mentalmente, será compartido con nuestros vecinos, compañeros de trabajo,
allegados y, también, con los más o menos alejados.
Echo de menos
movimientos como el creado por Gandhi, con un convencimiento pleno de lo que se
desea, y una lucha constante, sin violencia, en la dirección pretendida. Soy
más hombre de convencimiento e ilusión, me he visto cantidad de años remando
contra corriente, he sentido diferente a lo que invadía las calles o los
centros de trabajo. He sufrido mucho esa soledad al transitar, esa falta de
apoyos y el excesivo viento que me azotaba de frente, haciendo penoso el
caminar. Pero todo ha tenido su sentido de ser, todo ha valido, todo ha sido
positivo…, todo ha merecido la pena. Hoy me siento más libre, algo más completo
y no me apego con facilidad a lo que tiene enganchada a mucha gente. No me
pueden los colores, las siglas ni las tradiciones; hace mucho que me dejaron de
interesar. Me interesan: la vida, los seres vivos, el respeto, el amor, la
tranquilidad, sentirnos felices y disfrutar de buena salud. Me interesa
comprender a los demás para poder hacerme más uno con ellos. Me interesa el
proceder inteligente de la humanidad…, me interesa la humanidad en sí.
Lamento que
mucha gente lleve el piloto encendido todo el día, que ciertos pensamientos o,
más bien creencias, hayan arraigado en ellos impidiéndoles tener una visión más
amplia. Hay que despojarse de todo lo que no sea nuestra esencia, nuestra
identidad primera, para llegar a vernos como somos, para tratarnos desde lo
auténtico a lo auténtico, pero rápidamente, nos surge a todos el personaje
protagonista de la película de nuestras vidas y, desde ese momento, las
repuestas se enrarecen por las capas de impurezas acumuladas. Todos debemos
seguir estando atentos, mirando, viendo, observando para afuera y para adentro,
a ser posible al mismo tiempo. ¿Qué está sucediendo, qué significa esto que se
está dando, qué estoy sintiendo…? ¿Por qué siento esto ahora? y, seguir mirando,
analizando, comprendiendo, no hay otra.
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