Me pregunto:
¿Qué ocurriría si los políticos fueran gentes avanzadas?, ¿qué quiero decir con
que sean gentes avanzadas? – Me refiero a personas que hubieran cultivado su
mundo interior en el camino de la realización, tal como entendemos
espiritualmente; personas, por tanto, con un nivel de conciencia mayor y
valores humanos demostrables en cada uno de sus actos.
En primer
lugar no accederían a pertenecer al club elitista de la prepotencia y el
engaño. No cabría la corrupción ni el descuido con el que se tratan los bienes
comunes. No existiría el sometimiento oculto y pactado que hay entre políticos
y fuerzas del poder, principalmente representantes del capital monetario. No se
legislaría en contra de la ciudadanía ni se obraría en contra de esta, sabiendo
que se hace el mal para la gente; o sea, no prevaricarían. Los corruptores, apenas
lanzaran los ganchos, serían denunciados ante la ciudadanía.
Los seres
avanzados son de aquí, pero en sus convicciones y forma de actuar, muchos
dirían que son de otro mundo. La gente avanzada, en el sentido que trato de
resaltar, no tienen apego a nada, incluidos los bienes materiales, que tanto
gustan a los políticos actuales. Comprendo que estoy esbozando una ruptura con
el sistema de maleantes, que entre ellos se han fabricado para hacer prevalecer
todo aquello que beneficie a los señores del poder monetario, todos esos que
están dirigiendo a los que dan la cara en los medios, pero que solo son
mercenarios a su servicio.
El sistema
político y democrático actual es una gran piscina de purines, es pestilente y nauseabundo,
al igual que toda esa balsa de desechos orgánicos. La ciudadanía no está
contenta sino engañada por la fuerza de la palabra amplificada por los medios
de comunicación. Me refiero a la palabrería, mejor dicho, verborrea vacía,
emitida por los dirigentes y portavoces de casi todos los partidos políticos,
vendidos y secuestrados por el poder al que me referí anteriormente.
Los falsos que
tratan de representarnos sin alcanzarlo, no pueden más que construir algo que
esté a su baja altura moral. Solo gente, que hayan dado un pasito en el camino
interior, es capaz de mostrar sentimientos verdaderos, valores humanos y amor
por el prójimo. Solo a este tipo de personas les importan los demás, por lo que
se hace imposible alimentar un sistema falso, mentiroso y corrupto. Los que se
pelean en la alberca de purines, solo se parecen a los cerdos revolcándose en
el suelo encharcado de la pocilga. La ciudadanía no se merece ser tratada así
ni ser robada o saqueada, tampoco castigada o presionada por estos indecentes.
Esa gente loca, solo, puede hacer leyes que estén a su nivel y, por tanto, nada
sensatas ni justas. Esa gente no puede seguir atribuyéndose el poder de hacer
leyes, porque no están a la altura y suelen estar bastante tiempo fuera de la
ley, como los investigadores y periodistas nos han ido mostrando en los últimos
tiempos. Esas gentes llevan varias décadas haciéndole un corralito a la
población española, nos tienen secuestrado el poder que nos pertenece y han
invertido las condiciones sociales y legislativas. Si estas son las reglas del
juego, que dicen “nos hemos dado”; supongo que cuando pronuncian esto se están
refiriendo a la mafia que constituyen casi todos los políticos junto con los
amos del dinero, ¡paren, que yo me bajo!
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