Como ciudadano,
una de las cosas que me preocupa es escapar de este laberinto social, ideado
por unos pocos e impuesto al resto de las personas. Sigo pensando en ello, y
encuentro un sentir interior que me dice que hay que vivir ignorando las normas
dictadas por aquellos, pues son las direcciones que a ellos les conviene que
todos transitemos. Sería como vivir una sociedad al margen de la que ellos han
inventado y manejan. No es pelear contra ellos físicamente sino contra sus normas.
No es emplear la violencia sino ignorarles a ellos y a sus normas. ¿Cómo
podremos llegar a conseguirlo?
Hasta ahora se
ha jugado de manera que los mayores beneficiados son los poderosos, así que es
necesario, en primer lugar, cambiar las leyes para que de aquí en adelante los
mayores beneficiados seamos los ciudadanos. O sea, que los ciudadanos deberíamos
coger todas las leyes existentes y modificarlas, mejorarlas o eliminarlas,
dependiendo del grado de desviación de nuestros intereses, que muestre. Un
grupo numeroso de ciudadanos debe reunirse y revisar todo el conjunto de leyes
que rigen en nuestro país, debiendo tener conexión directa con el resto de los
ciudadanos para incorporar, al menos contemplar, propuestas que estos les
puedan hacer llegar. Es necesario, por tanto, que desde este mismo instante
los políticos no tengan potestad para hacer ninguna ley, si lo aceptan bien y
si no es así, que se marchen. Son una partida de individuos que se venden a
los poderosos, y gente así no le interesa a la población, porque a los que
verdaderamente benefician, son a los poderosos.
Ya con ese
primer paso hay trabajo para dar y regalar. Esto lo deben de entender los que
se presentan a las elecciones, si quieren lo mejor para los ciudadanos, que nos
dejen hacer las leyes, que nos permitan colaborar en la elaboración de un nuevo
código legal. Si no lo hacen, ya tenemos el primer síntoma de que vienen para
hacer lo mismo que los que no nos sirven. No nos hace falta gente que vengan a
asegurarse un pastizal de lo público, al mismo tiempo que sigan haciéndole el
juego a los poderosos. Los poderosos pueden tener mucho dinero, pero si lo
emplean en fabricar en China y después nos lo quieren vender, pero nosotros no
compramos sus productos, ya están empezando a perder la partida. Si los
poderosos vienen a condicionar las políticas del país porque prometen
inversiones y puestos de trabajo, pero se encuentran con unas leyes que no les
permiten su juego; además de encontrarse un país que tiene un plan de
industrialización pagado entre todos, y no nos hace falta su dinero, tampoco
tienen nada que hacer. Como esto, con todo, cortándole el paso para que ganen
dinero con las corruptelas que suelen aplicar sobre ciertos individuos e Instituciones.
Se quedarán con sus dineros pero no les servirán para pervertir el país, como
hacen ahora.
Ya sé que
estoy apuntando alto, a donde ni siquiera Montoro se atreve, pues como sabéis
ha dicho en más de una ocasión que si se les presiona, se llevarán el dinero.
Yo les digo: ¡Qué se vayan!, los poderosos y todos los arrodillados actuales,
que han preferido que el pueblo lo pase mal, se queden sin trabajos y sin
ingresos, pero decidieron cumplir con las normas dictadas por esos poderosos.
¡Claro que hay que hacer la “guerra” contra los poderosos!, hay que caminar sin
miedos y con mucha dignidad a defender lo nuestro, nuestras vidas, nuestros
derechos como seres humanos que nos han sido pisoteados, nuestro futuro y el de
nuestros hijos, nietos, etc.
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