Dicen que
llegados a una edad, si estamos desempleados, tenemos un hándicap para que nos
contraten. Asimismo, dicen que las empresas suelen buscar en las redes sociales
a los posibles candidatos, para conocer qué piensan, cómo actúan y qué
manifiestan. De las redes obtienen información con la que se forman una opinión
de la persona en cuestión, y de ahí deriva el derecho o no a volver a trabajar.
El trabajo es un bien necesario e insustituible en esta vida, pero que nuestra
mayor o menor indignación con la situación social, económica y política, sea el
detonante que decida quién o quiénes tienen derecho a optar a un puesto de
trabajo, me parece excesivo.
Lo dicho,
dicho está, no voy a cambiarlo ni voy a ser alguien diferente, así que si me buscáis,
ahí me encontraréis, y si sois empresarios sabed lo que pienso de vosotros; que
para encontrar uno decente hay que buscar mucho y no solo en las redes, no hace
falta, su indecencia la va a mostrar más bien pronto que tarde. Todos los que
podéis vais a tratar de “explotar” cuanto podáis y el empleado se deje. Vais a
abonar el salario más ridículo que vuestro mancebo acepte, y le haréis trabajar
cuantas más horas mejor. Y en el momento de rendir cuentas con la
Administración vais a maquillar los datos, vais a ocultar facturas, como hacéis
todos los empresarios para pagar menos y robarnos a todos. Otra práctica
habitual de ustedes, los que buscáis la información en las redes para
dictaminar si alguien va a ser buen o mal trabajador, es que casi siempre vais
a dar de alta en la Seguridad Social menos horas de las que trabaja la persona
a la que le hacéis el peor contrato que tengáis a mano, como siempre aconsejado
por los abogados de la empresa, que casi siempre os asesoran para que podáis
burlar la ley.
Ya sé que esto
no os gusta, ya sé que la verdad de cómo procedéis muchos de ustedes no suena bien
cuando se habla en voz alta. No estáis acostumbrados a que nadie os recrimine,
las broncas os gusta darlas a ustedes, casi se sentís con el derecho a
bronquear, pero hay gente que dice las cosas a la cara y yo soy una de ellas.
No me gustan las injusticias ni los abusos, y en muchas ocasiones, ustedes son
especialistas de esta práctica. Ya sé, estoy sentenciando mi desempleo para
siempre porque preferís ovejas que agachen la cabeza, y yo soy un lobo cuando
se trata de no ser pisoteado y de defender sus derechos, los pocos que nos
quedan tras las reformas laborales; pero esos no os lo cedo, me corresponden y
os lo voy a exigir. No quiero nada que no me corresponda, te podrás ir de tu
negocio y dejarme las llaves si quieres, y podrás tener la tranquilidad de que
no te faltará ni un céntimo de euro, de que no te faltará ningún artículo y de
que jamás se me ocurrirá hacer una copia de las llaves, puedes estar seguro de
ello, tan seguro, como que voy a exigirte lo mío, lo que marque la ley, y te lo
voy a decir a la cara, y si el abuso es importante… te denunciaré.
Ya sabes como
soy, queda dicho para cuando un empresario consulte mi perfil o quiera saber más
de mí, te daré mi tiempo, las ocho horas, defenderé a la empresa y la dejaré
bien de cara a nuestros clientes, no perderé el tiempo, pero no permito que mi
jefe me imponga los caprichos y las costumbres abusivas que tan corrientes son
en las relaciones laborales. Si te interesa una persona que va por derecho a
cumplir con sus obligaciones, y en la que puedas confiar, no te has confundido
conmigo, pero si quieres a alguien para abusar de ella o pasar por encima, te
has equivocado de persona.
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